CAPÍTULO 31: Caos despierta.

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El movimiento de Nueva York a las tres de la mañana era distinto, pero nunca totalmente tranquilo. Particularmente ahora que mi mundo se encontraba al revés y yo caminaba entre las nubes en vez de edificios. Las gotas de agua lavaban mi ropa de entrenamiento y mis penas hacia arriba. Mi mascara desparramada debajo mis ojos, lucía como una lunática, caminaba en un mundo repleto de ello, y por primera vez no me importaba.

Crear el portal había resultado más fácil de lo que había imaginado. Había robado uno de los libros de Gerard con las instrucciones que se utilizaban para forjarlo. Y me había reído bajo las ramas de Fénix, al notar que muchas de las inscripciones en latín que utilizaban las había visto antes, escritas sobre la mesa de caoba de Alice. Ellos podían continuar engañándose, pero mis instintos apuntaban a un solo lado de la brújula, nuestra magia estaba conectada a algo más antiguo que Gael, el ángel. Mi don me había ayudado a unir dos ramas de pino y luego de varios intentos, había logrado canalizar mis emociones a través del portal. Al atravesarlo, tan solo había aparecido algunas cuadras de Blue's con su cartel azul apagado.

Me quede allí un par de minutos, observando aquel lugar en el cual me había gustado pasar demasiado tiempo, pero que ahora causaba más escalofríos que la lluvia helada. Me quede allí, esperando algo con la seguridad de que no sucedería, Cade o Christian no saldrían de aquella puerta y se disculparían conmigo por el tiempo perdido, por haberme engañado como una estúpida. No, aquello nunca pasaría, porque no había nadie allí, porque el café parecía haber sido abandonado semanas atrás y ahora un cartel de SE VENDE estaba pegado sobre el cristal.

Camine unas cuadras antes de llegar a mi calle, a la calle que albergaba el único hogar que recordaba, ahora las luces teñían el pavimento mientras los relámpagos iluminaban el cielo. No comprendía cómo, siempre las tormentas me perseguían, a donde fuera que me encontrase. Es como si el mal tiempo se alimentase de mis desgracias.

Me detuve algunas casas antes de la mía, y tomé la ruta interna que compartían los departamentos de la cuadra, pocos sabían de ellos, porque era un acogedor jardín que compartíamos entre los vecinos y solíamos cuidar entre todos. Una de sus salidas, estaba conectada con mi patio trasero, apareciendo en la casa continua a la mía. Había tomado aquella precaución ya que mi casa estaba probablemente siendo vigilada por alguna guardia onpice o los secuaces de Drahceb.

Mis botas apenas si hacían algún sonido contra el concreto, Ben me había enseñado aquello en mi estadía en Albus, la loza allí sí que anunciaba por donde caminabas. Una figura se movió entre las sombras, como un gato escabulléndose, no podía identificar la triqueta o el distintivo color de los seguidores de Drahceb, el color de la sangre seca. Aquello me lo había enseñado Gerard en sus clases de historia. Sus secuaces, siempre llevaban algún elemento de su vestimenta con ese color para identificarse.

Me oculte detrás de un arbusto, mi espalda contra la madera de una de las cercas, mi capucha ocultaba una parte de mi rostro, pero no les llevaría demasiado tiempo reconocerme. Fuese uno de los nuestros, o uno de los enemigos. Oía risas, y el sonido de metal contra el piso. Ellos no eran parte de nuestro mundo oculto, eran simples intrusos. De seguro se había corrido el rumor de que nuestra casa estaba abandonada e intentaban usurparla.

Cerré mis ojos, y canalicé la energía de mi cuerpo, el poder de la lluvia y de todos los elementos de la tierra que podía sentir a mi alrededor. Me acerque sin miedo, colocando un pie delante del otro, sin emitir un sonido. Intentaban romper la puerta trasera con una llave inglesa, para poder obtener un acceso fácil y permanente a mi casa.

Silbé dos veces para captar su atención, y les sonreí en cuanto posaron sus ojos asustadizos en mí. Pronto sus expresiones se relajaron al notar que no era más que una niña indefensa. Me mordí el labio inferior, probando un hilo de sangre, y apreté mis puños antes de soltar mi don. Esta vez no levante mis brazos, solo los deje caer a mis costados, mientras gotas de sangre manchaban el suelo y deje que mis ojos se encargaran del espectáculo.

La Pieza Inquebrantable (#1 EL MUNDO OCULTO)Where stories live. Discover now