CAPÍTULO 18: Verano cruel.

109 9 0
                                    

Me senté sobre el frio suelo de loza negra y acaricie con las yemas de mis dedos las rosas que días atrás habían estado marchitas. Cerré mis ojos, dejándome abrazar por la brisa dulce y cálida de verano que envolvía la ciudadela de Alba. Me había acostumbrado al clima de Nueva York en invierno, a sus tormentas eléctricas y sus cielos grises encapotados. Era mi clima favorito. Pero debía admitir que Alba comenzaba a impregnarse en mi piel cada vez más. Y me agradaba la sensación.

Apoye mi barbilla sobre el hierro negro, y observe hacia abajo. El olor a sal proveniente del mar chocaba con mis mejillas, en un efecto contraproducente al aroma que expendía el jardín del castillo. Y definitivamente un hedor distinto al que recibiría si sacaba mi cabeza por la ventana en Manhattan.

Mi habitación se encontraba en el último piso, desde allí podía observar cómo el mundo se hacía pequeño y efímero. Las enredaderas subían por la piedra blanca y rozaban mis pies, haciéndome cosquillas. Inspire con fuerza, llenándome los pulmones con la magia que vivía en este lugar. Las sirvientas habían ordenado mi cuarto más temprano, y habían dejado un aroma inusualmente encantador a coco. Habían acomodado mis uniformes para Axis, un conjunto de remera gris con su triqueta dorada delicadamente bordada, un pantalón negro de tela elastizada que parecía ser un talle más pequeño de lo que necesitaba y un par de botas negras totalmente nuevas.

Había dejado mi cabello suelto, dejando que bailara con el viento. Por primera vez, desde que mi mente había comenzado a desvariar meses atrás, podía percibir una inusual y persistente tranquilidad. Casi como si todas las piezas en el rompecabezas comenzaran a alinearse para encajar. Debía admitir que si así es como se sentía el positivismo, debía probarlo más seguido.

Si, por supuesto, aun dolía la perdida repentina de Loki, el recuerdo de mi hermano se hacía cada vez más recurrente y todavía no asimilaba completamente la mentira a la que había sido sometida los últimos diez años. Pero si dejaba eso de lado, este extraño y mágico mundo empezaba a gustarme.

— ¿Alguna vez pides permiso para entrar? ¿O tan solo te crees con el derecho de ser invitado?

Me sonrió apoyado con todo su peso sobre la pared, sus hoyuelos remarcándose fuerte sobre su cicatriz que parecía responder a la luz de la luna.

—Mi propósito de entrar sin anunciarme, es que tal vez consiga entrar cuando te estés cambiando.

En menos de lo que me tomaba pestañear, eleve mi mano e invisiblemente cerré la puerta del balcón logrando que se golpeara en su trasero. Casi lanzándolo hacia el suelo de bruces.

Por suerte, tenía piernas fuertes y clavo sus pies antes de caer a mi lado. Me sonrió, pero sus ojos reflejaban cierto desconcierto. No parecía enojado, pero si confundido. La luz ámbar de mi habitación beso su rostro como los rayos de sol de la mañana, y debía admitir que se veía mucho más atractivo que el día que lo conocí.

— ¿Cómo es posible que puedas hacer eso? Eres algo increíble Amity.

Encogí mis hombros.

—Eso para que aprendas a no meterte conmigo.

—Ya sé que no debo meterme contigo Amy, ¿Por qué crees que me siento tan atraído a tu habitación por la noche?

Negué con mi cabeza, mientras él buscaba un lugar a mi lado. Imito mi acción y apoyo su barbilla ligeramente sobre los hierros y miro hacia abajo como si estuviese en la cima de una montaña rusa. Sus bucles desarmados se hicieron hacia delante. Me agradaba verlo despeinado.

—No entiendo cómo puedo sentirme tan cómoda contigo alrededor. Generalmente soy como un gato, me lleva tiempo acostumbrarme a la gente.

—Extraña comparación Seren.

La Pieza Inquebrantable (#1 EL MUNDO OCULTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora