CAPÍTULO 40: Enemigo.

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Empuje la madera pesada con todo mi cuerpo, era claro que nadie había abierto aquella puerta en semanas, parecía que el tiempo la había sellado al piso. Afuera la vida continuaba como si nada realmente importante estuviese sucediendo, y es que, para el resto del mundo, no había nadie intentando asesinarlos constantemente. Además, Nueva York, era la clase de ciudad en donde el tiempo fluía distinto, ya que nunca parecía ser suficiente.

El olor dentro de Blue's era diferente, el aroma agrio y severo del café había desaparecido siendo remplazado por el picante y dulce aroma de la magia. Las luces del techo habían sido rotas a propósito, una sola bombilla colgaba de un lado a otro con su luz tenue bañando el lugar. Alguien había estado aquí hace unos minutos. Mi corazón se aceleraba, pero mis pasos eran firmes contra la madera.

El mostrador sobre la mesa estaba vacío, y solo restos de granos de azúcar y recibos viejos quedaban sobre la superficie. El fantasma de lo que alguna vez había sido un café, residía en el aire, llenando mis pulmones con nostalgia. Este lugar había sido uno de mis rincones favoritos en Nueva York y ahora estaba corrompido por la maldad del mundo oculto.

Tome asiento en una silla, una de las dagas dormía sobre las venas de mi muñeca, impaciente por salir a defenderme. Mis manos comenzaban a calentarse por el calor que emanaban mis dones, ese día, me había asegurado de tocar a cada uno de los onpices que me había visitado en mi habitación. Así que contaba con los dones de agua, sanación, fuego, tierra y aire. Y el don de mi padre, Magnetoquinesis. Podía percibir cada uno de los metales de aquella habitación, siendo consciente de cada una de las armas en mi cuerpo, e incluso las que no eran visibles. Alguien más estaba aquí.

No solo el don me lo había advertido, sino también el sonido que provenía de la parte trasera del café, donde algunos tarros y latas chocando entre sí provocaban un escalofrío en mi espalda. Sus pasos eran firmes, como los míos; la verdad es que proveníamos del mismo lugar, pero sus ojos eran de otro color, sus rasgos distintos. Solo compartíamos la misma madre. Su sonrisa se dibujó a medias en cuanto me notó. En sus manos traía una daga fina y afilada, y un tarro con un espeso líquido rojo que parecía ser sangre, pero que inusualmente brillaba cuando la luz lo tocaba.

—Amity... es un placer volver a verte.

—Como me gustaría ser reciproca en tus palabras. Lástima que el factor de tu estupidez dejaría en evidencia, de que estoy simplemente mintiendo.

—Sabía que tarde o temprano te darías cuenta de lo equivocaba que estabas del mundo —sus ojos tenían un brillo malicioso que lograba crear escalofríos, él no era mi Christian, este era Cade—. Siempre con la cabeza metida en un libro sin saber realmente como la vida, tu vida, estaba siendo manipulada.

—Por tus inmundas manos y el monstruo baboso y repugnante de Drahceb.

Christian o Cade, elevo una de sus comisuras, quería reír, sabía que alguien en su interior quería hacerlo, pero también le irritaba desde el núcleo que hablara así de aquella persona que tanto él admiraba. Sin saber que aquel hombre sin escrúpulos era realmente quien había creado la mentira donde él vivía.

— ¿Amity que haces aquí? ¿Estás intentando que te maten?

Esta vez, fue mi momento de sonreírle, mis ojos encastrados en los suyos, aun sin creerlo. Las últimas semanas, había aprendido a vivir con el hecho de que mi hermano estaba realmente vivo, pero verlo aquí, parado frente a mí, parecía casi surreal, me devolvía de nuevo a uno de mis sueños. Solo que, en ellos, Christian era una persona gentil, y no aquella criatura confundida que estaba frente a mí. Sus ojos eran idénticos a los de mi padre, pero el brillo transparente en ellos los había heredado de Bernard. Su mandíbula fina y algunas pecas sobre su nariz provenían de mi madre. Sin embargo, la cicatriz que nacía desde su clavícula trazando su paso hasta su barbilla, esa solo tenía un dueño, y había sido exclusivamente creada por Drahceb. El día de la batalla roja.

La Pieza Inquebrantable (#1 EL MUNDO OCULTO)Where stories live. Discover now