☆ ᴄᴜᴀʀᴇɴᴛᴀ ʏ ᴜɴᴏ

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La tarde cayó como en un abrir y cerrar de ojos, al menos para Jisung, quién se durmió una larga siesta. Eran las seis de la tarde, si bien el sueño se había ido, no quería levantarse de la cama porque estaba demasiado cómodo entre los brazos de Minho.

Ahora, su respiración chocaba contra el pecho del mayor y las manos del mismo estaban en su espalda, debajo de la camiseta, acariciando su piel. De ésta manera, recordó que Minho le hizo tiernas caricias para que el dolor de su pancita desaparezca.

En un principio, pensó que no lo haría, que solo se reiria de él por ser tan patético y creer en cosas estúpidas, pero resultó ser lo contrario: Minho ni siquiera dijo alguna palabra y se concentró en dejar caricias, lindas y suaves, tanto que logró que Jisung se durmiera. Sin embargo, también logró que una nueva duda se instalara en su cabeza: ¿Minho hyung, en verdad lo quería?

Quería salir de sus brazos y plantearle esa pregunta, pero no quería arruinar las cosas como siempre lo hace. Ésto estaba siendo demasiado perfecto y no quería meter la pata. Se acomodó un poco más, de ésta forma, pudo inhalar el delicioso perfume que llevaba el mayor, pero también escuchó un suspiro de su parte, dando por hecho que lo despertó. Hizo un pequeño pucherito, pensando en que si se daba cuenta en la forma en la que ambos estaban acostados, Minho se enojaría y saldría de su casa. Y él, lo que deseaba profundamente, era compartir al menos unas horas más, con el mal humor, con comentarios o sin hablar, solo quería que esté con él.

—Mi-Minho hyung... —habló en un susurro, sin estar convencido—. Lamento si lo desperté.

—No lo has hecho, no he dormido.

—Pero... ¿no tenía sueño?

—Tenía.

—¿Qu-quiere merendar conmigo o...?

—¿Me darás pastel de chocolate?

—Solo un pedacito muy chiquitito.

—No me convence —sonrió. Quizás no lo podía ver, pero sintió como sus mejillas se incendiaron.

Sacó su mano, dispuesto a separarse y verlo con la poca luz que entraba, pero Jisung fue mucho más rápido y tomó su mano. El menor se dió la vuelta, pegando su espalda contra el pecho del mayor y sin soltar su mano. Necesitaba acariciarla, era tan suave y bonita.

—Le daré uno grande —dijo, midiendo su manito con la contraria—. Pero solo si se porta bien.

—Me ofendes —su voz salió grave, como si lo que dijo hubiese sido real y no fingido, por ello, Jisung se dió la vuelta de nuevo, tratando de ver los ojos de su hyung, preocupado por herir sus sentimientos.

—¡No era mi intención, se lo juro!

—¿No? —el mayor alejó su mano de la ajena, sintiendo como las ganas de acariciar el rostro adormilado crecían cada vez más.

—¡No, enserio! —no podía ver alguna señal en el rostro de Minho, si es que estaba bromeando o no,  no podía ver ninguna sonrisa y eso hizo que las ganas de llorar se aproximaran—. L-Lo siento... le daré una porción muy, muy grande, lo prometo... Minho hyung... —llamó para que le conteste.

—Tranquilo, no me ofendiste —sonrió, por milésima vez en el día, lo hizo—. Pero que yo sepa, no rompes promesas, así que ahora, me darás un pedazo, muy, muy grande.

—Malo —hizo otro pucherito, tratando de buscar la mano de Minho y así sacarlo de la cama, pero ésta fue a su cabello negro para peinarlo

—Muy malo.

Sonrió de nuevo, queriendo besar ese pucherito, pero de nuevo, Jisung fue más rápido y salió de la cama. Largó un suspiro, durmió apenas veinte minutos antes de que Jisung se acomodara sobre su pecho y eso logró que no pudiera cerrar sus ojos.

━ 𝐼𝑛𝑓𝑎𝑛𝑡𝑖𝑙 ⟩⟩ 𝑀𝑖𝑛𝑆𝑢𝑛𝑔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora