☆ ᴄɪᴇɴᴛᴏ ᴠᴇɪɴᴛᴇ

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No había tenido un sueño demasiado lindo, como de esos que entraba a una confitería y de la nada, aparecía una lluvia de dulces de sandia. Lo feo era que a su novio se lo llevaba unos zombis, pero él estaba rodeado de aquello que le gustaba. Bueno, no siempre era un zombi que se llevaba a Minho, porque justo se despertaba, pero en esta ocasión sí, y sin embargo, tuvo que ir abriendo poco a poco sus ojitos porque su corazón palpitaba con desespero, debido al susto de lo último. Aquellos monstruos se reían, al igual que sus amigos abajo, o eso fue lo que escuchó, quedándose totalmente confundido.

Tanteó la cama para ver si encontraba a Minho, pero no, así que fue directo a ver su celular, para confirmar que solo se había dormido treinta minutos, es decir, que se había despertado justo a tiempo para la merienda. Totalmente dormido, bajó las escaleras y divisó a sus amigos y novio en el centro de la sala jugando al Monopoly. Sin ganas de nada, se colocó delante de Minho quien lo miró asustado, porque no se esperaba su aparición tan pronto, sino, cuando lo iría a despertar. El rubio supo como acomodarse para acurrucarse contra el pecho, observando como jugaban, pero queriendo esconderse en el cuello ajeno, así que ni él sabía qué era lo que quería.

—¿Vas a merendar? —preguntó en un susurro, a lo que el menor asintió—. Entonces deja que la preparo, no lo hice porque me quedé jugando —hizo un ademán para correr al menor y que se siente en el suelo, pero Jisung se agarró fuertemente del brazo.

—No, no, quiero estar así. Cuando tenga hambre, la preparamos, ¿o esta hambriento, hyungcito?

—No bebé, lo decía por ti, yo estoy bien —el menor asintió de nuevo.

—De acuerdo, entonces esperaré un ratito.

Sus ojos se desviaron hacia el tablero del juego y notó como Changbin colocaba una pieza allí, incierta en aquel lugar. Frunció su ceño y por su cabeza pasaron todas las reglas, y ninguna decía que esa podía estar ahí.

—Eso está mal —señaló—. Cámbielo, Changbin hyung, cámbielo —pidió casi en susurros, sintiendo como las lágrimas se aproximaban, y mas porque el mayor lo miraba sorprendido—. No me mire así... cámbielo, cámbielo.

—Está bien, Sunggie, era una broma —dijo y movió la ficha hacia el lugar correcto.

Seo miró a su novio quien estaba observando a Jisung. Ni bien supo lo que le pasaba, dejó su vista clavada en los ojos de su novio, haciéndole una seña con las manos y una expresión en un su rostro, para indicarle que se tranquilizara, que todo estaba bien. Sin embargo, Felix sabia lo mucho que se preocupaba por entender a Han, ya que no quería que nada malo pasara, o que se sintiese incomodo, así que se acercó y con un beso en la mejilla, le susurró:

—No te preocupes, JiJi es así. Y se acaba de levantar de la siesta, es igual de irritable que yo, y creo que hasta menos, así que estás acostumbrado. 

Minho vio la escena en total silencio y mucho mas porque escuchó aquella conversación. No estaba en desacuerdo, Jisung era difícil, pero solo a veces, como aquel día en que no quería tomar ningún medicamento que no sea de frutilla o cereza, y luego de despertarse de alguna que otra siesta, en la que no quería comer nada, hasta el momento de la cena. Sin embargo, acababa aunque sea tomando la mitad de la taza de chocolatada, porque la merienda era prácticamente sagrada. Pero a eso no lo consideraba irritable, él no lo era.

Entonces se dio cuenta que, quizás para él no lo era, pero para otros si, así que consideró tener esa charla con Felix, para saber a qué consideraba como "irritable".

—¡Hyungcito, hyungcito, no saben jugar! —tiró levemente de la camiseta negra, llamando por completo su atención—. Está mal, está mal.

—Pero JiJi, ¿qué es lo que está mal? —preguntó Jeongin, preocupándose por su amigo.

━ 𝐼𝑛𝑓𝑎𝑛𝑡𝑖𝑙 ⟩⟩ 𝑀𝑖𝑛𝑆𝑢𝑛𝑔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora