☆ ᴄɪᴇɴᴛᴏ ᴏᴄʜᴏ

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La tarde estaba siendo bastante agradable, por más que estaban haciendo tiempo para la siguiente función de la película, algo que ansiaba mucho.

Recorrieron distintas tiendas, aprovechando el momento para que Minho se comprara algo de ropa deportiva y otras cosas. Claramente, Lee, largaba suspiros cada vez que veía cosas coloridas y notaba en el rostro del rubio que le gustaban o más bien, le encantaba, pero se rehusaba a que le comprara. No estaba demás decir, que cuando vio una ligera distracción, tomó aquella prenda de color amarilla pastel, que de tan solo ver esa camiseta, sus ojos habían brillado, para dejarla junto a las demás y pagar lo antes posible, para luego, sorprenderlo.

Cuando por fin todo se hallaba dentro de la bolsa, Minho lo esperó en la puerta, en una postura rígida y con su mano alzada, esperando a ser tomada. Por ende, cuando Jisung notó eso, fue corriendo hasta allí, enlazando sus dedos.

—¿Quieres ir a por un helado? —preguntó, ni bien sintió la mano de Jisung tocar la suya.

—¿Tendrá el de todos los colores? Nunca recuerdo el nombre... —pensó, ladeando su cabecita, y logrando que Minho también tratara de recordar cómo se llamaba.

—Preguntaremos —afirmó, y se apresuró en dejarle un beso sorpresivo en la frente, obteniendo como recompensa una expresión fácil que desbordaba felicidad.

—¿Queda mucho tiempo? Porque me gusta la heladería que esta fuera del centro comercial.

—Sí, si queda tiempo. Podemos salir por la puerta trasera —señaló con su propia cabeza, ambos girándose porque esa salida estaba detrás.

Emprendieron camino hacia allí, sintiendo de inmediato como el aire cálido golpeaba sus cuerpos. Jisung se entristeció un poco; ya no hacia frio. Amaba el invierno, y la idea de poder acurrucarse junto a Minho, sin sentir molestias, como el calor, o el hecho de que tienen a alguien pegado. Sin embargo, agradecía que su estación favorita haya sido un poco distinta a las pasadas, porque lo vivió como si estuviese en uno de esos dramas que le encantaba, así que no podía quejarse, ahora le tocaba a la primavera y luego, al verano.

—¿En que piensas tanto? —preguntó, mientras el ruido de la noche hacia énfasis en el silencio que ambos habían establecido.

—En que el invierno se fue, y que faltan muchos meses para tenerlo de vuelta —Minho asintio, conforme con esa respuesta—. ¿Y tú?

—¿Quieres saber la verdad? —Jisung afirmo con su cabecita—. Pensaba que seria una cita tranquila... lo es dentro de todo, pero de alguna manera fue arruinada.

Jisung fue quien detuvo el paso, porque necesitaba mirarlo de alguna manera, para luego darle un abrazo, esperando que todos esos pensamientos se vayan de su cabeza, porque lo único que hacían era estorbar.

—Es una cita perfecta —afirmó con toda la seguridad que alguna vez pudo tener—. Es perfecta, hyungcito, no dejemos que el innombrable nos ponga mal.

—El innombrable —largó una carcajada—. Te amo bebé, a ti y a tus ocurrencias.

—Y yo te amo a ti, Min.

El silencio volvió a ser protagonista del momento, pero para ninguno era problema, ya que se quedaron disfrutando de la presencia del otro en ese abrazo.

Todo era tan pacífico, que los dos cerraron sus ojos, dejando que los pálpitos del corazón ajeno, llenaran el hueco que el silencio estaba dejando. Era escucharse el uno al otro, y eso era más que suficiente, se quedaron allí, amándose por completo, y los dos estaban más que de acuerdo en que no necesitaban ninguna otra diversión para pasarla bien.

Sin embargo, escucharon varios pasos, los cuales se detuvieron detrás de ellos. Lee abrió sus ojos y giró su cabeza, para notar una presencia que debía estar, mínimo, cien metros atrás, o en la cárcel prácticamente.

━ 𝐼𝑛𝑓𝑎𝑛𝑡𝑖𝑙 ⟩⟩ 𝑀𝑖𝑛𝑆𝑢𝑛𝑔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora