Capítulo 13

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Salgo a toda prisa de mi habitación y cruzo el estrecho y corto pasillo casi corriendo, pero me detengo para pasarme por el salón.

—Abuela, me voy —la aviso desde la puerta de la estancia.

Como cada domingo por la noche, está cenando sentada en el sofá mientras ve el episodio semanal de su concurso de talentos preferido. Despega perezosamente la vista de la pantalla de la tele para clavar sus ojos oscuros en los míos.

—Al trabajo, ¿no?

—Sí, al trabajo —le confirmo—. No pienso perder más días por culpa de... Para salir con Sawyer —me corrijo a mí misma justo a tiempo, evitando soltar el insulto que tenía preparado para referirme al que se supone que es mi novio.

—Así me gusta —asiente mi abuela, con aprobación—. Ah, y Meg, ¿podemos hablar cuando tengas tiempo? —añade cuando ya estoy despegando la espalda del marco de la puerta, dispuesta a seguir mi camino rumbo al recibidor.

Su pregunta me hace fruncir el ceño. Hacía mucho que mi abuela no me planteaba algo así, por lo menos desde que rompí con Nate y me dio una larga e intensa charla sobre los tipos de chico con los que me conviene salir y con los que no. Mi ex, por supuesto, entraba en la segunda categoría.

—¿Hablar de qué? —inquiero, tan intrigada como preocupada.

—Cuando tengas tiempo —repite ella—. Ahora vete o vas a llegar tarde.

—Pero... —empiezo a protestar.

¿En serio va a dejarme a medias?

—Venga, vete de una vez —insiste—. No te preocupes. No es nada grave, te lo prometo.

A pesar de que su secretismo me sigue dando mala espina, esta nueva información me deja un poco más tranquila y cedo, lanzándole un beso para despedirme de ella.

Antes de salir me pongo mi enorme cazadora vaquera tras meter las llaves del piso en uno de los bolsillos de la prenda y me echo un vistazo distraído en el espejo para comprobar que no se me ha olvidado peinarme.

El bar en el que curro me pilla tan cerca de casa que voy andando hasta allí cada sábado y domingo sin importarme que a estas horas ya esté anocheciendo.

Hoy, no obstante, mientras camino por las calles cada vez más oscuras, intentando no darle demasiadas vueltas a lo que sea que se traiga mi abuela entre manos, no puedo evitar acordarme de cómo ayer cierto idiota rubio casi me arrastró a su coche para que no tuviera que regresar sola y a patita al piso en mitad de la noche.

Acabo recordando también la conversación que hemos mantenido esta misma mañana. Tengo la sensación de que a Sawyer le importa mucho más de lo pensaba que todo esto de fingir que somos novios salga bien... Y todo porque sus padres y sus amigos están empeñados en que tenga pareja. Es que es un imbécil.

A mí mi abuela y Lana y Dylan también me hacen a menudo comentarios a propósito de ese tema. Que si tendría que esforzarme por encontrar a alguien que de verdad merezca la pena, que si debería ser más selectiva... Pero a mí me la suda.

Es decir, entiendo su punto de vista, pero me niego a cerrarle la puerta a nadie. Si me cuelo por alguien no voy a no darle una oportunidad porque a priori no parezca perfecto para mí, porque bueno, la perfección no existe. Para que funcionemos como pareja ambos tenemos que poner de nuestra parte y, si no le doy una oportunidad, nunca voy a saberlo.

Aunque he de admitir que, desde que corté con Nate, me he mantenido en una posición más que pasiva en lo que a amoríos se refiere. Sé que no todos los hombres son como mi último ex, pero estos últimos meses no me ha apetecido nada probar suerte por si acaso me tocaba lidiar con otro gilipollas. Voy servida de decepciones para un tiempo y no quiero saber nada de tíos por lo menos hasta que termine la uni.

Nada de enamorarseOnde histórias criam vida. Descubra agora