Capítulo 17

6.8K 374 93
                                    

Anoche estuve cotilleando el Instagram de Sawyer hasta que me quedé dormida con la imagen de su pelo rubio, sus ojos azules, sus pómulos afilados y su sonrisa grabada a fuego en mi mente. Pero esta mañana apenas he sido capaz de mirarle cuando me he subido a su coche para ir a uni. Por suerte, él no me ha dirigido más de dos o tres palabras, como si hubiera adivinado que necesito algo de cancha después de lo de la piscina para reordenar mis ideas y pensar en cómo se supone que tenemos que interactuar ahora.

Lana estaría encantada de escuchar lo que ocurrió ayer en el entrenamiento de natación, pero no le he contado nada de cómo ese Sawyer desinhibido tan poco parecido al Sawyer de siempre me abrazó por voluntad propia e hizo unas bromas casi tan obscenas como suelen serlo las mías.

Me sentiría culpable por no haberle comentado nada al respecto a mi mejor amiga de no ser porque hoy Lana no ha pisado el campus, dándome la excusa perfecta para no ponerla al día de lo que sea que esté pasando con Winston. Se supone que se ha quedado en su piso, estudiando para un examen súper importante que tiene esta misma tarde.

Por eso Dylan y yo almorzamos solos en la cafetería. Cuando comento que Tucker nos ha invitado a los tres a una de sus míticas fiestas de Halloween, le falta tiempo para asegurarme que irá sin falta, aunque Lana y yo no queramos acompañarle.

Tras agotar ese tema, nos hemos limitado a comer en silencio.

Si algo adoro de Dylan es justo su capacidad para quedarse callado sin que ese hecho suponga ningún tipo de incomodidad ni para él ni para la otra persona, que ahora mismo soy yo. No es como Lana, quien, por el contrario, se pone de los nervios cuando se termina una conversación y nadie saca otra, como si se fuera a acabar el mundo si no hay alguien hablando en todo momento.

Ahora que ella no está, Dylan y yo podemos mirar nuestros móviles sin decir nada.

Hasta que nuestra paz es interrumpida por una tercera persona que, sin ser invitada ni pedir permiso, toma asiento frente a nosotros.

Despego la vista de la pantalla de mi teléfono para descubrir quién es el intruso y con lo que me encuentro es con los oscuros ojos de Emma Adler clavados en mí.

—Hola, muñeca —la saluda Dylan, sonriente, antes de que yo pueda reaccionar—. ¿Qué te trae por aquí?

La exnovia de Sawyer mira a mi amigo como si fuera una rata que acabase de asomarse por el borde de la mesa. Apenas le dedica un milisegundo de su atención, pero sigue arrugando la nariz con desagrado cuando vuelve a posar su vista en mí.

—Si Sawyer está saliendo contigo para ponerme celosa, puedes decirle que no está funcionando —me suelta—. Ni en un millón de años volvería con él. Se está humillando innecesariamente.

Sus palabras me escuecen, pero fuerzo mi mejor sonrisita altiva para ella.

—A Sawyer se la suda que tú estés celosa o dejes de estarlo —replico—. Y me parece que la que se está humillando aquí eres tú, dándote mucha más importancia de la que tienes.

Emma me devuelve la sonrisa sin pestañear. Se le da mucho mejor que a mí fingirla. Casi casi me la creo.

—Puede que no seas muy guapa, pero seguro que eres más lista que eso, Dabney. Es obvio que Sawyer no saldría con alguien como tú a no ser que quisiera demostrar algo con ello.

A mi lado, Dylan se tensa ante el insulto, pero le pongo un mano sobre el brazo que tiene extendido sobre la mesa para hacerle entender que es mejor que se mantenga al margen.

Es decir, yo tampoco entiendo de qué va Adler, pero que ambos nos pongamos a discutir con ella en medio de la cafetería no me parece la mejor de las ideas.

Nada de enamorarseWhere stories live. Discover now