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La luz del sol golpeaba directamente mis ojos cuando desperté. Odiaba esa sensación, pero al mirar mi celular, me di cuenta de que eran las diez de la mañana. Me había quedado dormida. Me levanté rápidamente y me dirigí al baño para ducharme lo más rápido posible. Me cambié de forma apresurada y salí de la habitación.

Al bajar las escaleras, vi a Freen sentada tranquilamente en el sillon de la pequeña biblioteca, leyendo un libro.

- ¿Por qué no me despertaste? - mi voz sonaba exaltada.

Freen apartó la mirada de su lectura y me miró. - Lo intenté. Casi te salpicó agua para hacerlo, pero es difícil hacerte reaccionar - respondió y volvió a prestar atención a su libro.

- Lo siento. Parece que estaba demasiado cansada anoche... pero ¡vámonos! - agaché la mirada avergonzada, ya que al parecer había dormido como un oso.

- Primero come algo - interrumpió lo que estaba diciendo.

- ¿Qué? Pero Freen, vamos tarde...

- No hay prisa. Veremos a Heidi a la hora del almuerzo, al mediodía - su voz sonaba calmada.

Suspiré y decidí seguir su consejo. Tomé un ligero desayuno, aunque en realidad no tenía apetito. Pero quería terminar con esto lo antes posible.

Durante el camino hacia el restaurante, el ambiente entre nosotras era tenso. A pesar de llevar casadas tres años, parecíamos extrañas la una para la otra en ese momento. Y para empeorar las cosas, estábamos en camino a ver a la prometida de Freen, Heidi.

La situación se volvía cada vez más complicada y confusa. De repente, el auto se detuvo frente a Mezzaluna, un restaurante de tres estrellas Michelin y el más lujoso de la ciudad. Para ser sincera, nunca había estado aquí antes. Incluso después de convertirme en la esposa de Freen, ella nunca me había traído a este lugar.

Apenas entramos al restaurante, un mesero se acercó y nos saludó. "Señorita Sarocha, la señorita Jensen está esperándolas en el segundo piso".

Por el saludo del camarero, pude deducir que Freen era una asidua comensal de este lugar. Sin decir una palabra, la seguí mientras subíamos en el ascensor.

- Sonríe cuando veas a Heidi y no pongas una cara larga - ordenó Freen con frialdad.

- De acuerdo - Asentí mientras fingía una sonrisa.

"Heidi nos recibió con una amplia sonrisa en el momento en el que entramos en la sala privada. Impresionantemente, su rostro lucía exactamente como en las películas. Para nada parecía una paciente que hubiera estado enferma durante mucho tiempo.

-Rebecca cuánto tiempo...

-Sí, ha pasado mucho tiempo- le devolví el saludo con una sonrisa amable.

-Ya te recuperaste del jet lag? Me preocupaba que no pudieras levantarte hoy por la mañana, así que cambié la hora de la cita para el mediodía.

-Sí, gracias. Anoche dormí profundamente. Después de todo, esta es mi ciudad natal - respondí.

-y como has estado después de estos 3 años -

Heidi comenzó a toser tan pronto como terminó de hablar. Como si fuera una señal, Freen le entregó un vaso de agua. En cuanto Freen vio a Heidi hoy, se sintió como si el hielo que cubría su cuerpo se hubiese derretido y en un instante se transformó en una mujer completamente diferente. Su actitud hacia Heidi era muy diferente a la forma en la que solía tratarme.

El platillo principal era bistec. Freen cortó con mucho cuidado un trozo de carne del plato de Heidi. Era inusual verla comportarse tan gentil y considerada.

-Estoy bien, me está yendo bastante bien. Acabo de recibir mi título", contesté a Heidi con una sonrisa mientras luchaba con el bistec, el cuchillo y el tenedor.

-¿Y estando estos 3 años en Londres, conociste a alguien? Freen y yo pasaremos nuestra luna de miel en Londres", preguntó Heidi emocionada.

"Conocer? Como la esposa de Freen, nunca consideré estar con otra mujer mientras aún estuviera casada. Por alguna razón todavía tenía un rayo de esperanza con Freen", pensé.

-Oh... Sí, claro. Conocí a una chica en Londres, es una artista- respondí, inmediatamente después de lo cual comencé a pensar en qué chica podría mostrarle. Como Freen me lo había pedido ayer, debía hacer que Heidi se tranquilizara.

Mientras hablaba, vi a Freen por el rabillo del ojo y me percaté de que estaba cortando su bistec, pero de pronto se puso rígida por un segundo.

-Tienes alguna foto de ella? - Heidi me miró con curiosidad, lo que me tomó por sorpresa. Entonces miré a Freen con la esperanza de que me ayudara, pero ni siquiera me miró.

-Bueno, solo estamos conociéndonos, así que no tengo ninguna foto suya en mi celular - expliqué y después continué cortando mi bistec.

-Tiene Instagram? Tal vez publica fotos ahí, me gustaría verla- insistió Heidi. Parecía que no tenía planes de dejar el tema de lado hasta que viera a la chica.

-Permíteme - saqué mi celular y pensé en qué amiga tendría que fingir ser mi pretendiente por algún tiempo. La primera persona que me vino a la mente fue Alexandra, con quien tenía una buena relación,de modo que mi plan podría funcionar. Cuando abrí su Instagram, vi una foto de nosotras frente al Castillo de Edimburgo un día de excursión. Alexandra me tenía de la cintura mientras ambas sonreíamos con el cabello alborotado y un rostro sonriente. Alexandra y Freen eran polos opuestos; Alexandra era artística y se dejaba llevar, mientras que Freen era fría y reservada. Le entregué mi celular a Heidi con la foto de nosotras en la pantalla.

Sus ojos de Heidi brillaron de felicidad al ver la imagen y exclamó: "¡Dios mío! Parece una típica chica londinense relajada. Me alegro mucho por ti. Después de todo, Freen y yo... Lo lamento".

Heidi se giró un poco para mostrarle la fotografía a Freen, quien solo la miró por un segundo. "Hacen una pareja perfecta", susurró.

-Vendrá a Bangkok a visitarte? - preguntó emocionada Heidi mientras me devolvía mi celular.

-Todavía está en Europa porque está organizando una exposición de arte, pero vendrá el próximo mes para establecer su carrera aquí- mentí. Todo lo que salió de mi boca fue producto de mi imaginación. Sin embargo, en ese momento lo más importante para mí era hacer feliz a Heidi. Además, no volvería a verla después de firmar el acuerdo de divorcio. De lo contrario, tendría que pensar en cómo hacer que Alexandra viniera aquí.

-Eres feliz - preguntó Heidi, cuyos ojos brillaban con anticipación.

-Por supuesto - Hice mi mejor esfuerzo para mantener la calma y la compostura, y para que Heidi no me descubriera.

- ¡Fantástico! Freen, parece que no tenemos que preocuparnos por Rebecca en absoluto. ¡Deseémosle felicidad! - exclamó Heidi mientras levantaba su copa, visiblemente emocionada. Freen también levantó la suya.

-Rebecca, prométeme que serás feliz - Heidi me miró a los ojos. Pero yo sabía muy bien que todo eso era una fachada, porque debajo de su máscara de ternura había un corazón feo y perverso.

-Por supuesto. ¡Ustedes también! - Bebimos el vino de nuestras copas como una señal de promesa.

Cuando dejé mi copa sobre la mesa, mis manos comenzaron a temblar. No solo eso, también sentí malestar en el estómago. Deseaba que esta comida terminara lo antes posible, ya que no quería ver más a esta hipócrita.

-Lo siento, tengo que ir al baño - Me excusé, incapaz de soportar la situación por más tiempo. Quería salir y respirar el aire fresco para aliviar la sensación de malestar en el estómago.

Unos momentos después regresé a la mesa. Freen ya estaba ayudando a Heidi a ponerse el abrigo.

-Heidi no se siente bien. La llevaré a casa. Después...- explicaba Freen.

-No te preocupes. Puedo ir a casa por mi cuenta - le aseguré.

Un par de segundos después, observé impotente cómo Freen salía del restaurante con Heidi de su brazo. De repente, los músculos tensos de todo mi cuerpo por fin se relajaron...

El Lazo Que Nunca Se RompioWhere stories live. Discover now