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POV BECKY

Después de haberme despedido de Freen y Heidi en el restaurante, recibí una llamada de Achara, la madre de Freen, informándome que ella y la abuela de Freen, Naree, irían de visita a casa. Me emocioné al escucharlo, hacía mucho que no las veía y su visita me alegraba demasiado.

Ambas siempre me habían tratado como parte de su familia, haciéndome sentir bien. Si se enteraran de que Freen y yo estábamos a punto de divorciarnos, sé que les romperíamos el corazón. Por eso, en cuanto ellas pisaron la casa, hice mi mayor esfuerzo por fingir que éramos un matrimonio feliz y amoroso, al menos cuando estuvieran presentes. Aunque la abuela Naree siempre era buena para detectar mentiras a cientos de kilómetros, lo cual nos preocupaba un poco, buscaría la manera de decirles del divorcio, aunque aún no era el momento adecuado.

Ver llegar a Freen a la mansión nuevamente me sorprendió, pero traté de ser lo más amorosa posible. La plática fluyó. Ver a la abuela Naree regañar a Freen como a una niña pequeña me pareció demasiado divertido. Naree adoraba a Freen, por algo la había dejado a cargo de todo el imperio Familiar. La había elegido entre varios candidatos, pero eso no quitaba que siempre la reprendiera por salirse un poco del camino.

Después de verlas partir esa noche de casa, necesitaba encontrar un lugar a solas. ya que con todo el tema del divorcio, nada estaba bien y me resultaba difícil estar cerca de ella o en la misma habitación. Al cerrar la puerta, di media vuelta para retirarme.

- ¿A dónde vas? - la escuché decir.

- A la cocina - respondí.

- Después, puedes prepararme la tina del baño - ordenó Freen con frialdad.

- De acuerdo - respondí.

Subí las escaleras para dirigirme a la habitación. Cuando me encontré frente a la bañera de porcelana blanca, me di cuenta de que nadie la había usado y de repente me imaginé a Freen bañándose y mi mente se inundó de pensamientos inapropiados. Sacudí mi cabeza tratando de alejar esas imágenes que mi mente me proyectaba con mucho detalle.

Abrí el grifo para comenzar a llenar la bañera y ajusté la temperatura del agua. Tomé asiento en el borde de la bañera, esperando a que se llenara, mientras pensaba en la cena del día siguiente. ¿Debería ir con Freen? Me ponía nerviosa asistir a esos eventos, a pesar de que desde pequeña lo hacía.

Estaba sumida en mis pensamientos cuando la puerta del baño se abrió, asustándome un poco. Mi torpeza no ayudó y perdí el equilibrio, cayendo dentro de la bañera. Salí apresuradamente, regando agua por todas partes, mientras Freen me miraba con molestia. Estaba empapada de pies a cabeza y mi ropa se pegaba a mi cuerpo, revelando sutilmente mi sostén.

- Lo siento, yo cambiaré el agua - susurré mientras quitaba el tapón del desagüe para filtrar el agua sucia.

- Déjalo, yo lo haré - me detuvo Freen y me arrojó una toalla al ver mi cuerpo.

Me envolví en la toalla y corrí a otra habitación para cambiarme y ponerme ropa limpia y seca. Una vez que estuve vestida, tomé otra toalla para llevársela a Freen al baño. Pero lo que vi al llegar me descolocó. Freen estaba parada allí, semidesnuda. Su cuerpo estaba en buena forma, cada centímetro parecía haber sido esculpido a detalle. Era perfecta. Mi respiración se volvió lenta al verla de esa manera. Quería darme la media vuelta e irme, pero parecía que mis pies no me ayudaban. Sentí cómo mi rostro se calentaba al presenciar esa escena.

Justo cuando estaba a punto de quitarse por completo todo, se giró hacia mí y me miró fijamente. El aire se volvió tenso en la habitación. Freen salió del baño y se acercó hacia donde yo estaba, mostrándome más de cerca su cuerpo. Mis ojos se posaron en la cicatriz que tenía en el pecho. No recordaba que la tuviera.

- ¿Puedes darme la toalla? - preguntó Freen, rompiendo mi trance.

- Oh... sí, lo siento - titubeé mientras bajaba la mirada y le entregaba la toalla con ambas manos.

Tomé asiento en el sofá que estaba en la habitación y, mientras yacía allí, el teléfono de Freen comenzó a sonar una vez más, mostrando el nombre de Heidi en la pantalla. Un repentino dolor punzante me golpeó al darme cuenta de que Freen nunca me perteneció y que Heidi pronto sería su esposa.

Después de un rato, Freen salió envuelta en una toalla, mientras se secaba el cabello con otra. Se veía tan jodidamente sexy, pero me obligué a apartar la mirada. No quería seguir alimentando los deseos prohibidos dentro de mí.

- Heidi te llamó - le informé, tratando de mantener calma en mi voz.

Freen asintió al escuchar lo que le dije e inmediatamente se retiró al balcón para llamar a Heidi. Pude escuchar un poco de su conversación desde donde estaba. Al parecer, Heidi siempre era la dama en apuros y Freen su salvadora. Sonreí burlonamente al pensarlo. Después de colgar con Heidi, Freen buscó ropa limpia en el guardarropa y se vistió apresuradamente.

- Voy a salir, no me esperes despierta. Llama si surge algo - explicó Freen, pero la verdad es que no quería que regresara. Quería un poco de paz, alejada del drama llamado "Heidi".

- Estuviste bebiendo, no conduzcas - dije, pues a pesar de todo, aún me preocupaba que le pasara algo.

- Llamaré al chofer - contestó casi de inmediato al escuchar mis palabras.

Freen se detuvo en la puerta de la habitación, hizo una llamada y, minutos después, el chofer llegó por ella.

El Lazo Que Nunca Se RompioWhere stories live. Discover now