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POV BECKY

Cuando salí de aquella sala, busqué rápidamente a Alexandra y la encontré en la barra. Alizee y su círculo de idiotas me miraron con desdén, pero eso no importaba en ese momento. Lo único que me importaba era ella.


Al acercarme, noté que Alexandra tambaleaba y su mirada estaba vidriosa. Una sonrisa torpe se formó en su rostro. Un nudo se formó en mi estómago al sentir culpa por pensar en lo que acababa de pasar, Hacía apenas unos momentos, me había entregado a Freen.

Pasé su brazo alrededor de mi hombro para sostenerla y nos apresuramos a bajar por el ascensor. El trayecto en el taxi fue un torbellino de emociones. Unas lágrimas escaparon de mis ojos, pero me apresuré a limpiarlas para que Alexandra no las notara.

Finalmente llegamos a nuestro cuarto. La ayudé a quitarse el vestido y la recosté en la cama, quitándole los tacones. Ella me miró con agradecimiento, aunque su mirada todavía delataba los efectos del alcohol en su cuerpo.

Me puse algo cómodo para poder dormir junto a ella y cuidarla. Alexandra se acomodó en mi pecho y me abrazó con fuerza. La miré mientras acariciaba su cabello. Desde que nos conocimos, cada conversación, cada risa nos había acercado más. Su presencia tenía un efecto calmante en mí, como si su energía irradiara tranquilidad en medio de la tormenta que era mi vida en ese momento. Se había convertido en mi lugar seguro, siempre dispuesta a darlo todo por mí.

Y entonces, de repente, escuché una pregunta que resonó en mi mente y me sacó de mis pensamientos:

"¿Te casarías conmigo?" - El silencio se hizo presente y sentí como si el tiempo se detuviera, incapaz de articular una respuesta inmediata.

Alexandra acomodó su posición para mirarme a los ojos y volvió a preguntar:


"Amor, ¿te casas conmigo?" -

Era la primera vez que usaba la palabra "amor" y me sentí confundida. Sentía un hueco en mi corazón que poco a poco se llenaba de culpa, dolor y frustración. Alexandra no merecía eso, y yo no sabía cómo manejarlo.

"Me casaré contigo" - susurre

Alexandra sonrió y se acercó a mí. Nuestros labios se encontraron en un beso lento y tierno. Cada movimiento era una expresión de amor. Ella dejó escapar un largo suspiro, como si estuviera liberando toda la tensión acumulada.

"Te quiero, Beck. No tienes idea de cuánto" - me dijo Alexandra. El cansancio combinado con el alcohol hizo que se quedara dormida minutos después.

Me quedé mirando al vacío, con la mente llena de pensamientos contradictorios. Quería y me gustaba Alexandra, pero sabía que había un abismo entre el afecto que sentía por ella, y el profundo amor que ella merecía. La idea de herirla, de romper su corazón, era algo que no podía soportar.


Cerré los ojos e intenté encontrar consuelo en medio de la confusión. La idea de casarme con ella, de comprometerme para siempre, pesaba en mi mente. Pero no podía abandonarla. Me quedé allí, en silencio, luchando con mis emociones y deseos, sabiendo que algún día podría lamentarlo aún más.

Me desperté con el suave resplandor de la luz que se filtraba por las cortinas. Apenas había logrado conciliar el sueño durante unas pocas horas. Al girarme hacia Alexandra, sus ojos empezaron a abrirse lentamente, parpadeando contra el brillo de la luz. Una sonrisa se dibujó en su rostro, la misma sonrisa que siempre me regalaba en mis momentos de tristeza.

El Lazo Que Nunca Se RompioWhere stories live. Discover now