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POV FREEN

Estos dos días intenté localizar a Becky. Le mandé mil mensajes y le hice múltiples llamadas, pero no contestó. En su trabajo no me dejaron entrar y no sabía la dirección de su departamento. Estaba ansiosa por llegar a la fiesta, al menos allí podría hablarle y estaríamos solas.

"Puedes bajar la velocidad, no quiero morir" -  regañó Nam, ya que estaba excediendo el límite de velocidad.

"Relájate, es tarde. El abuelo va a matarme" -  respondí.

"¿Eso o quieres llegar a ver a Becky?" - se burló Heng.

"Guarden silencio" - pedí.

Conduje lo más rápido que pude, pero era cierto que deseaba hablar con Becky. Esperaba que el abuelo la hiciera recapacitar. Debía volver a la residencia, ya que desde que llegó esa idiota londinense, Rebecca no había contestado mis mensajes.

En cuanto llegamos a la residencia, la multitud no era demasiada, pero sí lo suficiente como para no ubicar a Becky con facilidad. Nam y Heng me ayudaron a buscarla. Caminé durante varios minutos y finalmente la vi.

Verla ahí, en el mirador donde solíamos pasar parte de nuestras tardes jugando cuando éramos más pequeñas, me trajo recuerdos agridulces. Ahora sentía que Becky se estaba alejando cada vez más.

Estaba a punto de caminar hacia ella, pero algo en particular llamó mi atención. Jane iba llegando de la mano con otra chica. ¿Qué demonios me perdí en dos días? Se suponía que estaba saliendo con Becky. ¿Acaso también la había dejado después de que llegó la londinense? ¿Esa chica estaba en el primer lugar en la vida de Rebecca? ¿Qué tenía ella que no tuviera yo?

"No tendrás otra oportunidad así" - dijo Nam, quien había llegado a mi lado.

"De acuerdo" - respondí.

Quería caminar hacia ella, pero mis pies no me respondían. Solo sentía cómo mi cuerpo se tensaba y mi respiración se volvía más rápida de lo habitual. Era una reacción tras ver cómo aquella idiota abrazaba a Becky por detrás y ella parecía la más feliz.

Alexandra era un poco más alta que Becky. Poseía una figura esbelta que irradiaba elegancia y gracia. Su piel clara y su cabello castaño caían en delicadas ondas sobre sus hombros. Su rostro estaba adornado con una sonrisa cálida y amigable. Una sonrisa que yo deseaba que desapareciera de su maldito rostro.

"Creo que no es el momento para montar una escena" -  dijo Nam, tomando mi hombro con fuerza e intentando que me calmara.

"Tu abuelo nos matará si arruinamos esto" -  agregó Heng, quien también se había acercado. Pero en ese momento, el cinismo de Rebecca habían nublado mi sentido de razón.

Me quité su agarre de ambos y caminé lo más rápido que pude. Apreté mi puño y no lo dudé. Tomé a esta imbécil del brazo para separarla de Becky.

"¿Qué diablos están haciendo? Quita tus manos de encima" -  le grité a Alexandra.

Me dejé llevar por la ira que había acumulado. No podía soportar ver a Becky feliz con otra persona, especialmente con Alexandra. Sentía que me estaba arrebatando a la persona más importante de mi vida.

No podía pensar con claridad. Solo quería que Alexandra desapareciera de la vida de Becky y que volviera a mi lado.

Becky caminó hacia Alexandra y se posicionó delante de ella, pero Alexandra se acomodó dejando a Becky detrás como si quisiera protegerla.

"Rebecca, eres una mujer casada. ¿Qué haces abrazada a esta idiota?" - di un paso hacia ella. Quería tomarle el brazo y jalarla hacia mí.

"Eso no es asunto tuyo" - respondió Becky con molestia, mirándome fijamente.

"Sigo siendo tu esposa. Si quieres tener sexo, pídemelo. No seas tan desesperada que hiciste que ella viniera" - miré con furia a Alexandra.

"No quiero nada de ti..." - respondió Becky con molestia.

"No tuviste suficiente con Jane? ¿Y la idiota de tu jefa? ¿Ahora te toca meterte con ella?" - le grité.

Becky dio un paso hacia mí y solo sentí arder mi mejilla después de la fuerte cachetada que me dio. Becky me miraba con resentimiento y sus ojos se humedecían. Sabía que ya había cruzado el límite.

"Mucho gusto, soy Alexandra. Es una inusual presentación" - estiró su mano para estrecharla, pero la ignoré. Mis ojos estaban fijos en Becky, que nuevamente se apartó de mí.

"Imbécil" - susurré para Alexandra.

"Y no es asunto tuyo con quién decido acostarme" - volvió a hablar Becky.

"Sí, es asunto mío. ¿Qué es lo que quieres, Rebecca? ¿Quieres tener relaciones con muchas mujeres? Bueno, te las daré. ¿Qué tal Noey y Nam? Anda, acuéstate con ellas también, ¿qué esperas?" - gritaba, había perdido la razón, estaba furiosa.

"Basta. No me hables como si yo fuera la que falló primero. Fuiste tú quien me pidió el divorcio. ¿Por qué no te comportas a la altura y haces que suceda de una vez...?" - gritó Becky furiosa, mientras Alexandra se aseguraba de que no llegara a ella.


"Beck, vayamos a otro lado" - le dijo Alexandra a Becky. Me estaba cansando de esta idiota, ¿acaso era su salvadora? ¿Acaso era su abogada?

"Lo ves, prima. Alguien como ella no vale la pena, es tan desagradable. Lleva menos de 2 meses aquí y se volvió una cualquiera" - dijo Jane, que estaba llegando.

"Tú no te metas, lárgate de aquí, no es tu maldito asunto" - respondí con enojo.

"Sé que te duele oírlo, pero yo las vi en el hotel. Después de años de crecer en nuestra familia, Rebecca carece de valores" - volvió a hablar Jane, y ahora entendía muchas cosas.

"Tú no tienes nada que hacer aquí en la residencia, lárgate" - dijo Jane dirigiéndose a Alexandra, y por primera vez, estaba de acuerdo con ella.

"Ella no se va a ir a ningún lado, es mi invitada. Solo hagan como si yo no existiera" - gritó Becky. Su mirada mostraba tristeza, enojo y algunas lágrimas. Solo quería abrazarla, pero era más fuerte mi molestia.

Yo misma iba a sacar a Alexandra de la residencia. Ella no tenía nada que hacer aquí. El abuelo no iba a permitir que Becky estuviera con alguien más. Aún estábamos casadas, debía obligarla a regresar a la residencia a vivir conmigo. Justo llegó la seguridad del abuelo. Sonreí, podía decirles a ellos que la echaran.

"Pueden escoltarla a la salida" - di una orden a los guardaespaldas.

"Señoritas, su abuelo las está esperando en su despacho. ¿Vienen por las buenas o por las malas?" -  me miró serio el jefe de seguridad.

"No te dio una orden, saca a esta de aquí o te despedirán" - le gritó Jane.

"Será por las malas" - susurró el jefe.

Acto seguido, seis guardaespaldas nos escoltaron casi arrastrando hacia la oficina del abuelo. Estaba molesta, pero tal vez el abuelo estaba aún más molesto.

El Lazo Que Nunca Se RompioWhere stories live. Discover now