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POV FREEN

Un poco de luz se filtraba en la celda donde me encontraba, y solo así me di cuenta de que era otro día. Había pasado una noche terrible, llena de penas y apenas había logrado dormir una hora. El frío del concreto y la dureza de la cama de metal me daban la bienvenida a la cruda realidad. Cerré mis ojos por un momento, tratando de escapar de todo.


El silencio en la celda era abrumador, solo interrumpido por el sonido ocasional de pasos y llaves a lo lejos de los guardias. Era como si el tiempo se hubiera detenido en ese lugar. Ahora mi futuro era incierto, y me preguntaba cómo había llegado a este punto. Mi vida se había convertido en una serie de decisiones equivocadas y desastrosas.


Un guardia se paró en la puerta de mi celda anunciando que tenía visitas. Sentí un nudo en la garganta, no deseaba que mi madre o mi abuela me vieran en ese estado, pero no tenía otra opción. Debían ver que estaba bien. Caminé delante del guardia y llegamos a una sala privada que, gracias a las influencias del abuelo, solo nuestra familia tenía el privilegio de usar. Entré y vi un sofá, una mesa, unas sillas y una pequeña nevera. Permanecí de pie, esperando a quienes habían venido.


La puerta de la sala se abrió y me quedé helada. Sentía que había dejado de respirar. ¿Era una alucinación? ¿Había muerto en mi celda o seguía dormida y mi mente creaba todo esto? Lo que siguió se sintió como una película que iba en cámara lenta. Nuestros ojos se encontraron y sus pasos parecían lentos, uno, dos, tres, cuatro. Cuando llegó frente a mí, sentí lo cálido de su cuerpo rodeándome en un abrazo. Reaccioné y también rodeé su cuerpo con mis brazos. Si era un sueño, no quería despertar. Quería quedarme ahí para siempre. Después de tanto tiempo, volví a respirar su aroma que me volvía loca.


No quería soltarla, no quería que ese momento terminara. Mientras ella se encontraba en mi pecho, sentí cómo sus lágrimas empapaban sus mejillas y mi blusa. Me separé de ella y con mis pulgares limpié sus lágrimas, lo cual provocó una pequeña sonrisa seguida de un golpe fuerte en mi brazo.

"Becky, eso me dolió. No soy tan fuerte como tú" - le dije.

"Lo mereces, ¿cómo pudiste ser tan... tan estúpida?" - me respondió con frustración.

"me deje engañar por un par de imbéciles " - La jale para que nos sentáramos en el sofá.

"Lo sé. La abuela me contó todo lo que hicieron. En cuanto las vea, las golpearé tanto que no podrán levantarse en días" - dijo con rabia.

"Espero que aparezcan, porque de lo contrario, terminaré años aquí. Tal vez lo merezca por todas las malas decisiones" - respondí con resignación.

"Todos nos equivocamos, Freen. Todo se solucionará. El abuelo está haciendo muchas cosas para dar con esas idiotas" - trató de consolarme.

"Debes cuidar mucho a mamá y a la abuela, Becky. No quiero que lloren. Estaré bien" - le dije con preocupación.

"Luces mal, estás hecha un desastre. Debes comer bien, dormir" - acarició mi mejilla y mis párpados con su mano izquierda, tratando de darme consuelo.

"Estaré bien. Gracias por estar aquí, Becky. Te extrañé" - le dije. Becky me miró, pero no dijo nada.

Estaba feliz de que Becky estuviera aquí. No imaginé que ella quisiera verme o que siguiera preocupándose por mí. Mi mirada se posó en su mano izquierda y noté que llevaba un anillo. Mi corazón se apachurró. ¿Estaba acaso comprometida con Alexandra? No quise arruinar el momento con esas preguntas. Solo quería disfrutar ese tiempo con ella. No quería dejarla ir.

El Lazo Que Nunca Se RompioWhere stories live. Discover now