Una mañana cualquiera

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Amanecía, en dos tiempos, como siempre ocurre en mi planeta ya que tenemos dos soles. Uno es el Sol Central que amanece primero y el otro el Sol Lejano que amanece algo más tarde. Dicen las leyendas que antiguamente existía un tercer Sol, el Muy Lejano, alrededor del cual se trasladaban tres planetas que fueron engullidos por esa estrella cuando se convirtió en un agujero negro miles de años atrás. Dirán ustedes que eso no es posible porque si hubiera preexistido ese otro sol en este universo paralelo nos encontraríamos con tres centros gravitacionales principales y la pregunta consiguiente sería: ¿Cuál era el centro del sistema alrededor del cual giraban todos los cuerpos planetarios y planetoides? Pero lo que no saben ustedes es que los tres sistemas solares estaban sincronizados como un engranaje de tres piñones. Uno giraba en medio de los otros y en sentido contrario del que giraba hacia la derecha con lo cual el problema está explicado. Al menos eso creo, aunque es muy posible que sea, únicamente, una historia de viejos. Además, no sé qué hago dando estas ilustraciones cuando yo no soy cosmólogo ni entiendo una palabra sobre agujeros negros ni de ningún otro color.

Amanecía, sencillamente, como suele amanecer en cualquier otra parte del planeta: más bien temprano pero las sabanas, anhelantes de mi piel, no me dejaban escapar de la cama.

Los polonianos no trabajamos fuera de nuestra casa. Todo lo hacemos desde nuestro hogar y a través de una tecnología basada en las comunicaciones etéricas,[1] pero a pesar de estas aparentes ventajas debemos levantarnos pronto. Una obligación que nos hemos impuesto desde la última invasión narizona. Los narizones nos invadieron hace ya unos 2000 años persing, que son equivalentes a los años solares terráqueos. Dominaron nuestra galaxia y nos exigieron levantarnos temprano para activarnos en el trabajo. Con tantas cosas que podían habernos obligado a hacer se les ocurre una ley que dice que hay que levantarse temprano. (¡Estúpidos!) Si se preguntan por qué  se llamaban narizones, la respuesta es más que obvia. Tenían unas narices enormes.

Algo inaudito y que, ciertamente no le gustó a ningún pololiano, pero también la costumbre, a veces, se convierte en una ley. Y las nuevas generaciones lo hemos asumido muy bien aunque nosotros, por naturaleza, somos amantes de la cama, del descanso y de hacer pocas cosas. Al fin y al cabo la mayoría de las cosas importantes ya están hechas. Un antiguo refrán de Polonio dice: Con la cama haces amores hasta que sean las diez o suenen los viejos cantores.[2] O algo así, más o menos. Pero los pueblos invasores siempre imponen sus costumbres a los invadidos, y en esas estamos: obligados a madrugar por imperativo de la Ley. ¡Cuánto mal han hecho las leyes impuestas a la fuerza a lo largo de la historia!

Como decía, amanecía aquel día como tantos otros. Lajar-el entra de forma intempestiva en mi habitación. Lajar-el es mi hermana gemela. ¿A qué es guapa?

-¿Te has enterado de la última noticia?- Me pregunta abriendo los ojos exageradamente.

-¿Cómo quieres que me entere de la última noticia, si es la última? Le contesto aún dormido.

-¡Ha sido terrible! ¡Algo espantoso!- Me grita fuera de si.

-Espera mujer, aún no me he tomado mi reanimador celular y no te puedo entender.

Me dirijo hacia el restaurador de bolonios, loco por tomarme una dosis de flisgur, el mejor androroide del mundo, según la OMP (Opinión Mundial Polonial) aunque a mí no me ha gustado nunca hacer mucho caso de las opiniones de esa institución federal. Es curioso el efecto que me causa ese androroide, durante unos minutos me deja dormido de medio cuerpo para abajo y completamente despejado de medio cuerpo para arriba. Luego pasa al contrario durante un rato, hasta que al final mis dos mitades se ponen de acuerdo.

-A ver, ya estoy listo- Le digo, sin poderme levantar del asiento por más que lo intento -¿De qué se trata ese asunto tan espantoso?

-Ya me dirás si no es horrible- Dice mientras me acerca una psicografía a los ojos.

-..¿Y?- Le digo con desgana después de contemplar en el holograma una especie de traje anemonizado.

-¿Cómo que ...y? ¿Es que no te das cuenta que ese será el nuevo modelo de uniforme para salir de los cimuts?- Replica muy excitada.

-¿Y qué tiene de malo?

-¡Que son horribles! Desfasados, antiguos y espantosos... y que no pienso ponerme esa cosa en mi vida, aunque viva mil años-[3]

Mi hermana Lajar-el siempre ha sido muy tiquismiquis para la ropa desde niña. Cuando iba a la escuela federal tenía que ir a su gusto y nuestra madre, la paciente Janar-el, tenía que pelearse con ella para que se pusiera el uniforme anemonizado que había diseñado la federación de escuelas polonesas (FEP) Al final y después de berrear como una bestia Janar-el conseguía meterla en el traje.

Les explicaré un poco como es la sociedad de Polonio para que tengan una idea, aunque sea vaga, de cómo funcionamos aquí. Hace muchos años, después de salir de la Edad Oscura, una época en la cual, según nuestros libros de historia, reinaba la anarquía y las libertades personales, se estableció un sistema político que se llamó dotacracia. La dotacracia es un sistema en el que se han abolido las libertades personales por el bien del conjunto social, algo similar a lo que sucede con las abejas y las hormigas en la Tierra. Todo, absolutamente todo, está controlado por la VIGES (Vigilancia especial), un complejísimo entramado de organismos con sus secretarías, subsecretarías y delegaciones tan independientes y secretos, que ni siquiera se conocen entre ellos.

Varios candidatos se presentan a unas elecciones y suelen ser siempre los mismos. A los polonianos les gusta conocer a los candidatos y son muy recelosos cuando se trata de alguien nuevo. Por eso siempre votamos a los que se presentaron en las anteriores elecciones. Al fin y al cabo conocemos muy bien cuál es su tipo de política y lo que pretende hacer. Bueno, la política tiene esas cosas. De todas formas nunca se han podido solucionar las cosas del todo y sigue habiendo problemas que yo, personalmente, creo que no se arreglarán jamás. Por ejemplo, el hecho de que no podamos vivir más de mil años. Eso sí que es duro ¿Se imaginan una vida tan corta?

[1] Comunicaciones etéricas. Usan los campos electromagnéticos y la gravedad quark.     en fin, un rollo un tanto complicado para los terrestres, que no saben aun que el espacio es multidimensional.

[2] Los viejos cantores eran una especie de árboles milenarios que cantaban por las mañanas con voces de barítono. Afortunadamente se extinguieron hace muchos años.

[3] Literalmente en Polonio se vive mil años.

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