Mi caniche y mi puro

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Estuvimos intentando tener un hijo durante más de cuatro años. Pero no conseguimos atraer a ninguno de esos seres que vagan por el universo con la intención de meterse dentro de una mujer y formar parte de una familia. No creo que fuese culpa mía y puede que tampoco ella tuviese parte en este fracaso paterno que nos hizo muy infelices durante tanto tiempo. Sencillamente, no venían. Quizás no teníamos esa unión, como pareja que tanto les gusta a los hijos. O puede que no estuviéramos preparados para ser padres.

Hartos de esperar se nos ocurrió adoptar un caniche, un perro pequeño y manejable al que Laura cometió el error de llamarle Daniela. Justo el nombre que barajábamos para nuestra primera hija. Y digo que fue un error porque en el subconsciente de ambos se creó la falsa idea de que ya teníamos un hijo y por lo tanto dejamos de intentarlo desde aquel momento.

La perrita era simpática y desde el principio le cogimos mucho cariño. Dormía con nosotros, comía en la mesa, se sentaba en el sofá a ver la TV, incluso jugaba al ajedrez conmigo.

Parecía que vivíamos felices sumidos en nuestros trabajos y dedicados en cuerpo y alma a la pequeña Daniela, pero algo sucedía en el centro de nuestra unión y Laura se distanciaba más y más de mi. Bueno, de los dos, porque cada día nos hacía menos caso, a Daniela y a mi.

Se me ocurrió, para tratar de volver a unir nuestra relación, celebrar una fiesta de aniversario, justo el día en que la perrita cumpliría los dos años. A Laura le compré un perfume de Dior, que a ella le gustaba, de esos que son tan caros que se debería de llamar de Dios.

Yo me compré un habano para celebrar, lo reconozco me gustan los puros cubanos, creo que es lo que más me gusta de Cuba.

A Daniela le hice la peluquería, la manicura y la vestí con una chaquetón tipo escocés que vi en una tienda de esas para mascotas de lujo. El día lo merecía.

Para darle la sorpresa completa quedé con Laura en una terraza cerca de nuestra casa. Así no se esperaría nada hasta llegar a la cita. A la hora convenida llegó. Me quedé mirándola, estaba guapísima, me refiero a la perrita.

-Mira, Raúl, me alegro que se te haya ocurrido a ti lo del encuentro. Así tengo la ocasión de hablar de algo que hace tiempo quería contarte y no encontraba el momento.

Me dijo sin pestañear. Ahora, pensé, es cuando viene lo gordo.

-He conocido a un hombre y me he enamorado de él. Tiene un pastor alemán y estoy embarazada.

Se podía haber ahorrado el resto, pero no, Laura era así, siempre decía lo que pensaba cayera quien cayese.

-Así que ahí te quedas, con la caniche y con tu puro y tus tonterías.

Sujeté con fuerza a la caniche y el puro, mientras que veía como Laura se alejaba de nosotros.

No puedo decir que las cosas hayan salido al final como yo lo había planeado, porque ¿Qué hago yo aquí, fumando un puro, con un caniche, en una terraza en Marbella?

FIN



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