Pánico en la casa

2.2K 1 0
                                    

La tarde se presentaba agradable para María aunque el cielo amenazaba tormenta, sentada delante del televisor, pensaba pasar el tiempo leyendo alguna revista y viendo la programación de la tele. Justamente en ese momento se emitía un programa de esos de debate que a ella le gustaban tanto. Se levantó y se dirigió a la cocina para prepararse algo de comer. Sentía hambre. Eran las 19:30 y no había comido nada desde el desayuno.

Entró en la cocina y abrió el frigorífico. Pensó en algo para recalentar. El pollo de ayer en pepitoria que le había quedado exquisito, estaría muy sabroso si lo calentaba un poco en el microondas. Lo metió en el aparato y espero apenas dos minutos al cabo de los cuales un timbre le indicó que ya estaba listo.

Lo sirvió en un plato y cogiendo un tenedor volvió al salón y se sentó delante del aparato de televisión.

Su hogar era una casa cómoda de dos plantas. Arriba se encontraban tres estancias y dos baños, uno de ellos incluido en la habitación principal. Las habitaciones eran luminosas y amplias, decoradas con un gran gusto. Abajo otro baño completo, el salón comedor a dos niveles, el despacho y la cocina, que era muy amplia y luminosa y también servía para comer. Por último un hall, forrado todo en maderas nobles, hacía de recibidor de toda la casa.

El programa en la televisión había comenzado. De pronto un apagón dejó sin luz toda la casa. Era algo que no solía suceder casi nunca en aquella zona por tanto María se sintió intranquila. Pero pensó que pronto volvería la luz y todo sería normal de nuevo. Al cabo de 10 minutos la luz aún no había vuelto. Lo primero que hizo María fue mirar a través de una de sus ventanas para comprobar si la luz se había ido de forma general o sólo era un problema de su vivienda. A tientas avanzó hacia un ventanal, por lo que pudo observar que la luz solamente faltaba en su casa todas las demás luces del vecindario se encontraban encendidas. Incluso las farolas de la calle.

Como este hecho no había sucedido prácticamente nunca en su casa no había nada que pudiera usar para estos imprevistos ni siquiera una vela que poder encender y así ver al menos por donde caminaba. La tormenta se había desatado y estaba justo encima de su barrio. La oscuridad en su casa era total pues era un chalet independiente y las luces de las farolas de las calles se encontraban a cierta distancia, por tanto nada de luz llegaba desde la calle hasta su casa.

A tientas pudo llegar hasta el teléfono. Se le ocurrió llamar a su marido para decirle que sentía algo de miedo. Aunque por un momento sintió un poco de apuro y de vergüenza de confesar que sentía miedo por aquella insignificancia, al final levantó el aparato y se dispuso a marcar. Pero nada. Aquello no daba ninguna señal. Lo colgó y lo descolgó varias veces mientras comenzaba a experimentar algo de nerviosismo. Nada, ninguna señal. Parecía muerto.

El móvil se encontraba en su habitación encima de la mesilla de noche. Y pensó en subir aunque fuera a gatas hasta allí para cogerlo. Comenzó a tantear el aire con las manos agarrándose a los muebles, y usando los sillones como referencia pretendía orientarse hacia la escalera. En ese mismo instante sonó un pequeño ruido, como si algo golpease en uno de los cristales de la puerta que daba al jardín. Instintivamente se tiró al suelo y allí se quedó inmóvil durante unos minutos que le parecieron interminables.

Al cabo de un rato, cuando pudo calmarse, la situación le hizo gracia. Y pensó: -Mira que si alguien me viera ahora aquí tirada por el suelo.- Y sonrió. Pero la sonrisa se le congeló en los labios el corazón se le estremeció al volver a oír por segunda vez el mismo ruido en la puerta del jardín. Y esta vez había sonado más fuerte, o al menos a María le había parecido así. Hubiera jurado incluso que alguien trataba de entrar por la puerta trasera. Esta vez se pegó al suelo con más fuerza y el miedo y el pánico fueron invadiéndola poco a poco.

RELATOSWhere stories live. Discover now