Como escribir un relato breve

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Para escribir un relato breve tenemos que fijarnos bien en nuestras necesidades, tanto físicas como de escribanía. Bueno, primero sentarse cómodos, sin hambre y sin sensación de sed y sobre todo, descansados. Aunque, dependiendo del relato que tengamos en mente, podemos sentarnos incómodos, muertos de sed y de hambre y no haber dormido en tres días. Eso puede crear cierta tensión y malestar que puede venirnos bien si lo que vamos escribir es sobre misterio, terror o suspenso. O bien algo trágico y desgarrador. Pero también puede suceder que ni siquiera empecemos a escribir debido a las ganas de ir a la cocina a comer algo y a beber cualquier cosa, y que al final, después de un rato añorando desesperadamente algo para saciarnos, nos quedemos dormidos sobre el teclado. Yo, recomiendo la primera opción pero de manera conventual o tipo buscón. Si no disponemos de ordenador, cosa casi imposible, debemos estar en posesión de papel, elegid uno normal, de los blancos de toda la vida y que no os quede luego remordimiento por no usar papel reciclado. La sensación de cargo de conciencia sólo viene bien si vamos a escribir sobre asesinatos. También sería importante tener a mano un lápiz, un bolígrafo o una pluma de escribir a poder ser recién rellenada.

Ahora vamos a ver los elementos que necesitamos para componer nuestro escrito. Vamos a necesitar varias cosas. Lo primero tener algo que contar. Luego algunos personajes que configuren la acción. Por último un lugar en donde emplazar el relato y los sucesos. El ambiente de la primera escena, es decir, el decorado es muy importante, de hecho puede significar el buen desarrollo de todo el relato. Aunque también podemos no describir ninguna decoración o lugar, por ejemplo así… Acababa de firmar el divorcio de su novena esposa y no tenía humor para sonreír ante aquel fantoche vestido de naranja que tocaba un pandero mientras daba saltos increíbles… Al no haber descripciones del lugar, está claro que la acción se puede desarrollar en medio de la calle y también podemos suponer que el tipo en cuestión que da esos grandes saltos es un devoto de los Hare Krisna, gracias a la descripción que se nos da del color de su vestimenta y del pandero que está tocando.

El autor nos ha metido con pocas palabras en una situación un tanto extraña que nos deja perplejos. Eso es lo que pretendía. Ya nos ha dibujado un paisaje en nuestra mente que anuncia una posible tensión entre el primer personaje, del que sabemos que se ha divorciado ya nueve veces y de este animoso y saltarín individuo del que no piensa nada bueno ya que nos consta que opina que es un fantoche.

… Juan, se quedó mirando al desconocido con extrañeza. Tenía la cabeza afeitada y una colita de pelo formando un tirabuzón salía de la coronilla. El dueño del bar percibiendo que aquel extraño estaba alborotando a la clientela se apresuró a intervenir… Un giro sorprendente nos hace ver lo equivocados que estábamos. La escena no se desarrolla en la calle sino en un bar en donde al parecer el primer personaje se está tomando algo.

Bueno, veamos que está pasando con esta narración. Ya sabemos que el personaje divorciado nueve veces se llama Juan, que se está tomando algo en un bar y que no está de muy buen humor. Que es molestado por un devoto de Krisna que toca el pandero y da saltos inconcebibles. Y también podemos apreciar que la tensión no ha desparecido en absoluto. Todo lo contrario. Con la intervención del dueño del bar aumentará sin ninguna duda.

… el dueño del establecimiento se dirigió al hare Krisna -Oye tú, pesado, deja de molestar a este señor- Le gritó con desprecio. Luego dirigiéndose al hombre que estaba sentado en la mesa le preguntó amablemente -¿Le está molestando, don Antonio?-

-No déjelo usted Juan, hoy no tengo un buen día. ¿Sabe? Es que vengo de firmar mi noveno divorcio-

Pero… ¿Cómo? Pues no se llamaba Juan el primer personaje sino Antonio. Vaya, otro giro inesperado hace que nos replanteemos de nuevo la trama. El autor nos conduce por una situación tensa sí, pero entre el dueño del bar que se lama Juan y el devoto saltimbanqui del cual desconocemos su nombre. Mejor, porque estos individuos se ponen nombres muy raros cuando se meten en esa secta…

… Sin mediar palabras el devoto dijo: me llamo Ramma Put Rida y solo quiero mostrar a Krisna que soy feliz, bailando, saltando y tocando el pandero-

Vaya, lo tuvo que decir…

-Mira tú, como te llames, lo que vas a hacer es demostrar lo contento que estás en la puta calle- Grito Juan sumamente enfadado.

-No, Juan, déjelo tranquilo, por favor- Rogó Antonio…

Hasta aquí hemos podido asistir a una situación tensa entre el devoto del pandero y el dueño del recinto que poco a poco se complica hasta la intervención oportuna de Antonio, el hombre que se ha divorciado nueve veces. El autor nos ha dicho lo suficiente de los personajes y del lugar sin necesidad de describirlos. Y podemos hacernos una idea clara de cómo es cada uno de ellos. Juan, el tabernero; un hombretón corpulento y con mal genio, con bigote de guardia civil, algo calvo y algo gordo con un mandil a rayas que le tapa un poco la barriga. Don Antonio, el nonagésimo divorciado; una persona apacible y tranquila que viste de chaqueta, corbata y sombrero que se ha quitado porque está bajo techo. Que es muy paciente debido a que ha tenido que convivir con nueve mujeres, nada menos. Por último, y no menos importante, tenemos al devoto de Krisna un ser infantil y de aspecto aniñado al cual lo han convencido en su secta de que para darle gracias a Dios hay que vestirse de mamarracho y tocar el pandero.

Vemos a continuación como la tensión se deshace, como el azúcar en el café, con la oportuna intervención de Don Antonio que es muy sagaz y ha advertido que el muchacho del pandero quiere unos cuartos.

… -Venga Juan, déjalo estar- Dijo al tabernero conciliador y luego se dirigió al muchacho vestido de naranja, se acordó de su novena esposa y dijo -Y tú, Rama Podrida, deja ya de dar saltos, toma unas moneditas y vete a dar la murga a otro sitio-

-Ramma Put Rida- insistió el muchacho.

-¿Te quie ir ya payaso?- Le dijo Juan mientras le empujaba hacia la puerta.

El joven trovador de los amores de Krisna salió por la puerta dando saltos y tocando el pandero.

-Hare, hare, hare rama, hare Krisna-…

El autor nos ha llevado hasta el final del relato y ha resuelto la historia de un plumazo o de un teclazo, haciendo que los personajes encontraran el camino para terminar con el asunto sin que hubiera conflicto y sin necesidad de un argumento demasiado complicado que lo más seguro hubiera aburrido al lector. Además, para ser sinceros, el autor ha querido terminar la narración porque ya no sabía que otra tontería escribir. Porque, según dice el dicho “el relato breve, si breve, dos veces bueno”.

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