La reencarnación de Andrés Gómez

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  • Dedicated to Alberto Martínez Caliani
                                    

Mi nombre es Andrés Gómez, así, dicho de pronto ya sé que no les dice mucho, pedo si les digo que en otra vida fui Amenófis III quizás les desulte más familiar. Aunque, a decir veddad, yo no tenía ni la menor idea de quién eda este tipo hasta que lo busqué en google. Bueno, pod el nombre se pueden hacer una idea, más o menos, de quien sería. Si, exactamente, lo mismo que yo pensé, un fadaón del antiguo Egipto. ¿Cómo sé que fui ese tal Amenófis III en otra vida? pues vedán, es una histodía muy larga que pasadé a desumirles en un momento. Tengo un gdrupo de amigos que son muy aficionados al espiditismo, que siempre me han estado dando la lata para que me unieda a ellos en eso de hablar con los muertos y todo eso. Que pienso yo que no deben estar tan muedtos, pues si se puede hablar con ellos es que están vivos o que no están muedtos del todo.

Después de mucho rogadme, accedí a participar con ellos en usa sesión de espiditismo, hadto ya de sopodtadles. Y quedamos todos en la casa de Julián, el gudú del gdrupo, que es un chalet a las afuedas de la ciudad. Fuimos llegando escalonadamente hasta que todos estuvimos presentes y después de acomodadnos en las sillas, comenzó la sesión, la spidit session, que decía Julián. Todos pusimos cada de cidcunstancias, y en esa cidcunstancia pusimos cada de idiotas con los ojos cedados.

En medio de un silencio de biblioteca pública, Julián alzó la voz y dijo:

–¡Oh espiditus que todo lo sabéis, venid y mostdadnos el más allá!

Después de esto continuó el silencio, pero esta vez era un silencio más de clase de francés, en el que si se oyedon algunos mudmullos de parte de dos mujedes que se habían empeñado en sentadse juntas. Julián se iditó con ambas.

–Vosotdras dos sentados sepadadas. Pedo ¡ya!

Pilló un cabdreo de la leche. Cuando se volvió a calmar, levantó de nuevo la voz usando estas otdras paladbras:

–¿Hay alguien aquí? ¡Que se manifieste!

Esta vez el silencio fue tan grande que se podían escuchar las tdripas de todos que al unísono fodmaban un coro gastdrico afinado en do menor.

Por fin, una voz se pudo escuchar en medio de la sala:

–¿eing si branaum breño?

Uno del gdrupo dijo: –Ha dicho que ¿A qué viene ese empeño?

Otro añadió: Si, se ha escuchado cladamente.

Julián tomó de nuevo la palabdra. –¿Quién eres?– Esta vez la voz spectral no se hizo espedar.

–Fodfodf ampelis mennero.

¿Qué ha dicho? Preguntaban vadios, dirigiendo sus miradas al primedo que había interpdretado las mistediosas palabdras del fantasma.

–Ha dicho que se llama Amenófis III.

¡Coño! ¡Qué bien interpdreta este tío! A mí, desde luego, no me sonaba a nada de eso pedo los demás estaban seguros de que aquello era así.

–Aedo dones tuvin anonanias comolanés monez.

Ramido, que, al padecer eda el intedprete oficial de la apadición, tradujo directamente.

–Dice que es la deencadnación en una vida pasada de Andrés Gómez.

Y así es como me entedé que fui la deencadnación del fadaón Amenófis III, pedo, sincedamente nunca lo he creído. Además creo que la voz del espíditu la hacía Julián que eda un ventdríloco o ventdríluco o como se diga eso. No debería haber ido pero como ellos me decían que luego yo lo contadía con tanta gdracia, no me pude desistir.

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