Seda y d'rkstyl. Parte II

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-Mi señora, es hora de irnos- sehr Lnz Zeal't, Primer Fianna, entró a la terraza para escoltar a la reina hasta el palanquín que ya la esperaba al pie de la escalinata principal de Ka'am Halot

Ninguno de los cortesanos se dignó, ni siquiera por curiosidad, a echar un vistazo por la ventana a través de la cual había sido arrojado el cuerpo de la esclava; por el contrario, todos se limitaron a desfilar detrás de Mrrgan T 'Fä, quien se irguió en toda su arrogante majestad para encabezar la larga procesión de cabelleras plateadas, oscuros ropajes, brillantes joyas y aún más brillantes armas que en aquel momento partía rumbo al Koloseum para la inauguración de la temporada de juegos.

A un lado del palanquín de oscura caoba adornado con cortinas de seda roja bordada en plata, sehr Calae Had, Tercer Fianna, ya aguardaba a la monarca, quien no pudo evitar reconocer la retorcida sonrisa que adornaba el rostro del joven caballero.

-¿Se alimentaron bien mis cachorros?- preguntó la reina, devolviéndole la sonrisa.

-Por supuesto, su majestad, y debo decir que fue usted muy generosa al desprenderse de una de sus favoritas para alimentarlos- respondió el caballero con una leve inclinación de cabeza, al tiempo que Dama Mrrgan hacía un gesto con la mano para restarle importancia al asunto.

-¿Phinni'gan sigue creciendo?-

-¡Por supuesto mi Dama y es, también, el más feroz de los tres!- exclamó el caballero con una sonrisa de oreja a oreja.

Ambos hablaban de los tres cachorros de gigante que Mrrgan T'Fä había adoptado (después de matar a su madre) y que criaba en un enorme corral al pie del lado norte de la torre del homenaje de la fortaleza de Ka'am Halot y a donde iban a parar los cuerpos de los esclavos (o cualquier otra persona) que la monarca consideraba prescindibles por una u otra razón.

Desde que la "Lluvia de Dolor" (como llamaban los älvs al Gran Hechizo) transformara a los antes apacibles gigantes en las sanguinarias bestias que eran ahora, los älvs habían sido los únicos capaces tal vez no de dominar, pero sí de encausar toda aquella ira y toda aquella maldad para servir a sus propios fines: ya fuera como feroz vanguardia o, cuando eran lo bastante "dóciles", como plataformas andantes para batallones enteros de arqueros en el ya de por sí imparable ejército de Mrrgan T' Fä.

El mero pensamiento de sus mascotas devorando a la joven esclava arrancó una nueva sonrisa de los labios de púrpura encendido de la Leannan Sidhe, quien abordó el palanquín ayudada por la galante mano de sehr Thyri Zt'n, Segundo Fianna, quien justo se había unido al cortejo, el cual ya sólo aguardaba a la reina para ponerse en camino al magnífico Koloseum, centro de la vida comunitaria no solo de Avalouhn sino de toda Fälant.

El enorme cortejo, compuesto por cerca de 100 nobles, escoltados por sus respectivos esclavos y sus inseparables fä, formaba un espectáculo esplendoroso de seda y rubíes, de oro y d'rkstyl, de plateadas cabelleras y oscuros ropajes que levantaba la admiración de todos y cada uno de los älvs que se cruzaban en su camino, desde los más míseros esclavos hasta los más encumbrados comerciantes, quienes, sin excepción, estaban orgullosos de la Dama de Seda y Obsidiana y del "Destino Profetizado" que ella representaba.

Tres o cuatro de los 22 distritos que formaban Avalouhn fueron testigos del paso de la majestuosa procesión, que tardó casi una hora y media en recorrer algo así como tres kilómetros hasta el anfiteatro, el cual había sido engalanado desde la base hasta las almenas con adornos en ébano y carmesí: estandartes, banderas, banderolas, cortinajes provisionales y otros menos ostentosos pero, no por ello, menos bellos. Todo con el fin de recibir a lo más granado de toda Avalouhn en la inauguración oficial de la temporada mayor de juegos gladiatoriales.

Phantasya. Trinidad de sombrasWhere stories live. Discover now