Seda y d'rkstyl. Parte III

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El Koloseum era un edificio verdaderamente imponente. Construido con el sentido práctico de la nación älv, la enorme mole de piedra y argamasa se recortaba majestuosa contra el azul del cielo veraniego, justo en el centro de Avalouhn. Diseñada simplemente para albergar la mayor cantidad de gente posible, su exterior era una colección de arcos, columnas y muros de carga, y sus entrañas eran una bien organizada red de túneles, amplios corredores, estrechos pasillos y numerosas rampas que daban acceso al graderío, el cual, a su vez, rodeaba el auténtico corazón no sólo del edificio, sino de toda Fälant: la arena de combate.

Como es natural, el violento espectáculo de sangre y muerte que tenía lugar sobre la dorada arena del redondel era el centro de atención para las más de 15 mil almas, provenientes de los más lejanos rincones de Phantasya, que a esa hora ya atiborraban los asientos, no obstante, cada uno de los cuatro niveles que componían los tendidos eran un espectáculo en sí mismos.

En el primero, los arrogantes sidhés, sus familias y algún amigo verdaderamente privilegiado se codeaban con ministros, embajadores y diplomáticos provenientes de los más lejanos reinos. En el segundo, la élite militar, encabezada por 36 de los 39 Fianna, palabra en un idioma ya olvidado que significaba simplemente "Los Dignos", se apiñonaba en un amasijo de trajes de gala y condecoraciones tan brillantes que deslumbraban la vista.

El tercero era una vorágine de lino y seda formada por los extravagantes vestidos de la crema y nata de la burguesía älv: "príncipes" comerciantes y los primeros maestros de los gremios artesanales, cuyas fortunas eran tan vastas que uno sólo de ellos podría haber comprado el Koloseum entero con todo y los ocupantes de los otros tres niveles.

El cuarto, finalmente, el más lejano del redondel y más grande que los otros tres combinados, estaba reservado al populacho, la gente simple que había conseguido hacer un espacio en sus monótonas vidas para dedicárselo al decadente espectáculo que estaba a unos cuantos minutos de comenzar.

Y en medio de ese mar de sonrisas que podían apuñalarte por la espalda no bien volvieras la vista, el brazo de PRinç aún custodiaba la delicada mano azul incrustada de d'rkstyl de Mrrgan T' Fä, quien no pudo dejar de dirigir una ¿celosa? mirada a la "acompañante" del príncipe, la cual destacaba alta y voluptuosa en medio del oscuro pasillo, a través de la traslúcida capa de seda naranja y azul turquesa bordada con arabescos en hilo de plata que cubría su excelsa figura.

-Me alegra ver que mi joven amigo no pierde el tiempo- dijo la reina al tiempo que clavaba una indescifrable mirada en el rostro del medio-elfo.

-¿Disculpe?- preguntó PRinç sorprendido y sonrojado ante el inesperado comentario.

Una risa francamente divertida de la reina hizo enrojecer aún más al príncipe.

-No es necesario sentirse apenado, mi querido PRinç, no está usted siendo juzgado, como ya le dije, me alegra darme cuenta de que ya ha comenzado a olvidar a IRizoç- dijo la reina con cierto aire de indiferencia que desconcertó por completo al medio-elfo.

-Agradezco su comprensión, mi Dama- dijo él tratando de recuperar la compostura -mi mitad humana tiene ciertas... necesidades que me es muy difícil ignorar-

-Bueno, ahora sí me siento ofendida- reclamó ella con gesto airado, al que el príncipe respondió con un gesto de angustia apenas perceptible, pero que no pasó desapercibido para la reina -así es, mi joven amigo, me ofende profundamente que haya usted pensado que yo sería tan mala anfitriona que no estaría al pendiente, personalmente, de cualquiera de sus "necesidades"-

Un leve apretón en su brazo y una mirada cargada de segundas intenciones revolvieron por completo la cabeza del príncipe, quien no pudo sino sentirse aliviado al ver que ya se encontraban justo en la entrada de la rampa que daba acceso al palco de la reina.

Phantasya. Trinidad de sombrasWhere stories live. Discover now