Ecos del pasado en el caos del presente. Parte IV

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Fue una búsqueda infructuosa. Todos lo habían visto y muchos, incluso, habían hablado con él; sin embargo, nadie sabía quién era, de dónde había venido y mucho menos, a dónde podría haber ido.

-Quizá haya sido lo mejor- aventuró thegne Phriatsmanleena cuando la tarde ya mediaba y no había señas del anciano -su historia es cierta, pero ese disfraz...-

-¿Disfraz?- inquirió Cyan volviéndose hacia la servidora.

-Un disfraz tan evidente que hasta un ciego lo habría visto- intervino IRizoç mirando de soslayo a Cyan y con una apenas perceptible sonrisa de burla en el rostro.

-¿Y tú qué haces aquí IRizoç? ¿No deberías estar preparando más sacrificios para tu sucio MHagg?- Cyan todavía tenía grabada a fuego en la memoria la imagen de Hara-pa "apagándose" en las catacumbas de UHrb ZAmargduç.

Sin embargo, lejos de la furia que la rubia esperaba ver, la joven elfa agachó el rostro y se lo cubrió, avergonzada, con una capucha, en un intento por ocultar las manchas azules que revelaban la verdad sobre su origen.

-Fui expulsada de la EIklezzia y de HOuçç, ahora soy una paria, como todos ustedes-

-No mi señora, usted no...-

El eelph que se había encontrado todo el tiempo a espaldas de IRizoç trató de confortarla, pero ella rechazó, si bien gentilmente, la mano que la retenía delicadamente por un hombro.

-Mi querido TOuzmap, lamento tanto haberte arrastrado a esto- dijo la elvian acariciando el rostro del eelph -deberías volver, quizá si les dijeras que mi constelación invadió tu santuario y que usé magia oscura para seducirte puedas convencer al MHagg y a... eso de que te dejen volver con nuestro pueblo-

Orgulloso, quien hasta hacía unos días había sido el Gran Maestre de los sanaturai y el más firme candidato para ser el siguiente MHagg, llegado el momento, negó con la cabeza.

-Jamás me someteré a esa criatura y juro por los espíritus de los 149 MHaggi que voy a liberar a nuestro pueblo, aunque me cueste sangre y lágrimas...-

-Seguramente te costará mucho más que eso, chico-

Una voz gastada por los años y cansada tras una larga noche de tensa vigilancia y de una madrugada de inesperada lucha se abrió paso desde el límite del círculo de piedras y bancos de madera que habían reunido alrededor de la que había sido la fogata mañanera, donde varios curiosos y "representantes" de las diversas facciones que formaban el campamento, habían comenzado a rodearlos, bajo la sospecha que estaban a punto de tomarse decisiones que los afectarían a todos.

El esbelto Quorbus se dejó caer en un banco, abriendo la ligera coraza de cuero y remaches de plata eelphen de su armadura de viaje, para refrescarse un poco.

-Menudo desastre nos dejó tu amigo, el viejo- espetó el ex legionario dirigiéndose a Cyan -esas... ¿cómo las llaman?... ¿"demonios de arena"?... lo que sean... destrozaron todo el lado oeste del campamento y dejaron muerta a una joven eelph que nadie ha podido identificar-

-Leoo dice que no nos estaban atacando, Quorbus, estaban huyendo- replicó Cyan clavando sus azules ojos en el bulto blanquecino que era el eelph -de hecho, alcanzó a ver que algunas ya venían heridas-

El fornido oruk, quien por una serie de amargas jugarretas del destino había terminado como esclavo en HOuçç, conocía bien a las llamadas onirma lhaa, animales como arañas de esbeltas patas de hasta un metro de largo, con pequeños y abultados cuerpos centrales, depredadores de emboscada que habitaban en el mar de dunas en el corazón de Kalasa har-Agob, cientos de leguas hacia el sur.

Phantasya. Trinidad de sombrasWhere stories live. Discover now