A través de la Puerta de la Gracia. Parte III

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Era una hermosa mañana en HOuçç; las aves trinaban, los insectos zumbaban, las flores se abrían en todo su esplendor, la brisa acariciaba con gentileza el denso follaje de árboles y arbustos y el sol sonreía brillante a medio camino hacia su cenit, mientras las dos mujeres caminaban despreocupadamente por el sendero adoquinado que serpenteaba a través de uno de los más bellos jardines que Cyan D'Rella hubiera visto jamás.

Una hebra de la dorada cabellera de Cyan empezó a volar en alas de la necia brisa, pero la delicada mano de IRizoç DHeuro la interceptó y la devolvió a su lugar, mientras los dos pares de sandalias resonaban sobre el andador que las llevaba a través del orutuç de la infanta, el cual rivalizaba, en tamaño y en belleza, incluso con los jardines de Fäntsyschloz.

-Ha sido un buen año para las caléndulas y las kgalathei en UHrb ZAmargduç- dijo la eelph -pero las campanillas y los guphei no han florecido como el año pasado-

Y eran tanto esa innata afinidad que tenían con árboles y plantas como su predilección por vivir en espacios abiertos lo que les había ganado el mote de "elfos verdes" entre los humanos, muy especialmente en Thrauumlänt.

-El sol ha sido bueno con nosotros, pero las lluvias han sido escasas y solo el MHagg sabe lo qué pasará el año entrante con las cosechas en el norte si el clima sigue tan caprichoso-

Eso era lo único que habían hecho la última media hora, hablar de nimiedades, asuntos sin importancia, y aunque la rubia entendía muy bien que ese era, en general, el carácter de los eelphi, su paciencia comenzaba a agotarse ante la obvia resistencia de la infanta a hablar del verdadero motivo de aquella visita.

Cyan se agitó incómoda dentro de la apretada túnica que había sido de Eathervrïna y la infanta no pudo dejar de notarlo, con el asomo de una maliciosa sonrisa en los labios; era obvio que le divertía ver sufrir a la rubia y apenas si se tomaba la molestia de disimular.

-No entiendo muy bien las costumbres faervaree, ¿pero era realmente necesario que te presentaras con ese ridículo "disfraz"?-

Y ahora, le añadía insulto a la burla.

En laden, el idioma de los eelphi, "faervar" era una forma despectiva de referirse a cualquier extranjero, sin embargo, Cyan decidió dejar pasar el insulto, consciente de que todo un escuadrón de la FOrzam MHaggna, la fuerza de élite que protegía los lugares sagrados de HOuçç, se encontraba apostado dentro y fuera del orutuç y que cualquier mal paso podía desencadenar un conflicto que tenía muy pocas probabilidades de ganar.

-Me pareció lo más conveniente, sí- contestó Cyan mientras luchaba por alisar la falda que formaba incómodos pliegues en su cadera -Creí que preferirías ser vista con una thegne más que con una faervar cualquiera-

-Mmmm... creo que tienes razón, sin embargo, dudo que haya muchas thegnes con un cuerpo como el tuyo- dejó caer la infanta con un tono travieso, al tiempo que daba unas palmaditas juguetonas al trasero de Cyan, el cual resaltaba con muy poca modestia a causa de lo ajustado de la prenda.

Cyan respingó, mientras IRizoç se alejaba en medio de una risilla traviesa, para luego internarse en un amplio claro del bosquecillo que tenía por hogar, en medio del cual una gran fuente de mármol y piedra-verde cantaba, acompañada por la melodía del viento y el coro susurrante de las hojas de árboles y arbustos.

La infanta se dejó caer con aire despreocupado en la mullida hierba, al tiempo que le señalaba a la rubia el espacio a su lado y, con un discreto ademán, le indicaba a su nutrido séquito, incluidos sus dos guardaespaldas, que aguardaran a la entrada del claro.

-Tienes amistades peligrosas, humana; dime: ¿qué me impediría arrestarte en este mismo momento y entregarte a los inquisidores acusada de sedición y herejía?-

Phantasya. Trinidad de sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora