A través de la Puerta de la Gracia. Parte II

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Cyan nunca había estado ahí. En sus dos o tres visitas a UHrb ZAmargduç nunca había tenido la necesidad de visitar aquel sector abandonado de la ciudad; casi nadie se aventuraba a entrar ahí, de hecho, ni siquiera la LEggium DEhi patrullaba aquella jungla de pilares, cercas, doseles, quioscos, fuentes y pabellones abandonados; mudos testigos de un desastre del que casi nada se sabía en el exterior, pero que había dejado una horrible cicatriz en la tersa faz de mármol y piedra-verde de la capital del MHagg.

Las sombras huidizas de gatos, perros y ratas, el vuelo furtivo de un dreyk cazando insectos, el repentino movimiento de las puertecillas de las cercas girando ruidosamente sobre sus goznes oxidados y de las hojas y ramas de árboles y arbustos le brindaban una suerte de macabra "vida" a aquel lugar y a Cyan no le extrañó que incluso los muy educados y sofisticados eelphi lo consideraran "embrujado" y evitaran a toda costa ir por ahí.

De repente, una sombra bastante más grande pareció desprenderse de entre un macizo de arbustos y se deslizó rápida y silenciosa hasta desvanecerse, como si nunca hubiera existido, detrás de una cortina de enredaderas que ocultaba lo que quedaba de un pórtico de madera que alguna vez había sido blanco.

Y aunque el discreto movimiento no escapó en ningún momento de sus ojos entrenados, Cyan fingió no haberla visto. Como si nada ocurriera, su mano derecha sostenía un largo y pesado bastón de madera apoyado, a su vez, en el suelo, y la izquierda jugueteaba, como si nada, con una estrella nahken (que había metido de contrabando).

Entre tanto, los hermosos ojos azules parecían perdidos en la oscuridad por encima del mundo, como si se preguntaran si acaso alguien habitaría en aquellos diminutos puntos de luz que taladraban la cortina del cielo nocturno en Phantasya.

-Te estás volviendo descui...-

La frase se cortó abruptamente, cuando el bastón de madera oscura se detuvo a un escaso milímetro de la afilada nariz de un elph de torva mirada que había aparecido repentinamente a sus espaldas.

-De hecho, ya te había visto- la nahken en su mano izquierda salió volando para clavarse en el tronco de un árbol muerto -y también a él- de donde se asomó otro eelph, ataviado con una brillante armadura, -y por el favor de Morrigan díganle a Leoo que ya puede dejar de esconderse, lo vi como un kilómetro antes de que se metiera en aquel orutuç-

La luna en su cuarto creciente arrojaba una tenue luz sobre el caótico paisaje que los rodeaba, mientras el tercero de aquel extraño grupo se abría paso a través del mar de basura que habían sido las posesiones terrenales de cientos, quizá incluso miles de familias que una vez habitaron aquella zona.

-¿Cómo me descubriste?-

Con mirada inocente, el enorme oruk de enmarañada melena amarilla se acercó a Cyan, quien le dio un par de palmaditas en el pecho, mientras caminaba detrás de los otros dos, quienes justo acababan de saltar una de las pocas cercas que se mantenía de pie.

-¡Ahhh, mi querido Leoo!- suspiró la rubia -Porque tienes la sutileza de un knomm borracho buscando algo qué comer en la basura-

Lento de entendimiento, el enorme oruk fue incapaz de descifrar la enigmática sonrisa con la que Cyan lo dejó y se limitó a seguirla, atento al menor sonido que se elevara por encima del lejano rumor de los fuegos artificiales que estallaban a la distancia, por encima del atrio de MHagg PAlaç.

-Es el tricentenario del natalicio de IUggeç de KIlikad- dijo el eelph de la armadura y luego se dirigió a Cyan para aclararle -el fundador de la SAncta OHrda CAvaleren-

A la joven guerrera no le extrañaba en lo más mínimo. Todos los días eran día de fiesta en HOuçç: natalicios, aniversarios luctuosos, celebraciones por victorias, por alianzas, por tratados; memoriales por derrotas, retiradas y pérdidas de casi cualquier índole; partidas, llegadas y toda clase de día santo era motivo para una lidúrigga masiva, ya fuera impartida por el propio MHagg o por alguno de los altos jerarcas de la EIklezzia.

-¿Y es cierto que la fiesta del MHagg Invictou conmemora lo que ocurrió aquí?-

Los dos eelphi se detuvieron en seco, tan tensos como la cuerda de un laúd e incluso el viento pareció cesar por un instante, hasta que, sin volverse, el mayor de ellos, contestó:

-Nadie en HOuçç habla de eso... y mucho menos con extranjeros, así que ten cuidado con a quién le preguntas o podrías meterte en un serio problema-

Quorbuç tenía razón, ningún eelph hablaba de lo que había ocurrido en HOuçç la noche del "Gran Hechizo", aunque eso no impedía que en el exterior corrieran toda clase de rumores al respecto; algunos, incluso, habían llegado a oídos de Cyan, sobre todo en la forma de historias alrededor de una fogata, cuentos de terror con los que aquellos que presumían de valor intentaban asustarse unos a otros, pero que no hacían sino revelar sus propios y más profundos temores.

Algunos decían que no había ocurrido nada "especial", que los eelphi habían sufrido la misma tormenta de llanto y lamentos que el resto de Phantasya; no obstante, otros decían que aquella noche, una entrada directa al Dahartaroç, "el lugar de los condenados", se había abierto a las afueras de UHrb ZAmargduç y que un ejército de seres demoniacos había intentado conquistar la ciudad; otros más decían que, por el contrario, el cielo se había resquebrajado y un trozo del tamaño de una casa se había precipitado sobre la ciudad, del cual habría emergido, según las historias, una criatura de otro mundo (una niña decían algunos), que sembró muerte y desolación antes de ser detenida.

Había algunas más que involucraban toda clase de seres tanto reales como mitológicos, volcanes, tornados u otros fenómenos naturales impulsados por fuerzas sobrenaturales, sin embargo, todas terminaban igual: el anterior MHagg había dado la vida para salvar a su pueblo.

-Y, por cierto- añadió Ztanyon, cuya armadura refulgía con cada paso que daba -yo tampoco repetiría mucho eso de "por Morrigan". La última vez una turba intentó linchar a un necio zndaoro que no dejaba de repetir "por el Ojo de Uodwn", y ni siquiera fuimos nosotros, fueron los propios peregrinos-

El viento que corría por lo que quedaba de aquellas calles se arremolinó un poco dentro de aquel gran espacio descubierto, de unos 200 metros cuadrados, rodeado por una baja cerca de madera clara, que alguna vez estuvo cubierta por enredaderas decorativas y marcada cada tantos metros por altos postes que en la punta habían tenido una esfera de coral-cuarzo para alumbrar en la noche.

Con paso tranquilo, sin prisa, el extraño cuarteto se encaminó al gran quiosco que ocupaba el centro del espacio. Sin ninguna clase de pared, aquella plataforma de mármol, con techo de teja verde sostenido por postes donde aún se podía apreciar una capa de pintura blanca, era el equivalente eelphen de la estancia principal de una casa.

Solo otro par de estructuras techadas, un tanto más austeras, podían apreciarse en el resto del orutuç, una que debía ser la cocina y la otra -la única con paredes- un armario/almacén donde los habitantes guardaban su ropa y utensilios diversos. También había señales de lo que fue un pequeño huerto y el resto del espacio habría estado ocupado por arbustos florales y árboles de ornato.

En cuanto a recámaras, no había ninguna, la mayoría de los eelphi tomaban sus hamacas y las colgaban entre sus dos árboles favoritos, otros simplemente se tendían a dormir donde quisieran en sus amplios terrenos y unos pocos orutuç tenían pequeños prados, con pasto muy bien cortado, donde cada noche sus habitantes tendían gruesas colchonetas y mantas para dormir bajo las estrellas.

-Pides demasiado esta vez-

Sin rodeos, el más alto y esbelto del trío de eelphi encaró a Cyan, quien, se negó a dejarse intimidar por la torva mirada de quien una vez fuera legionario en la LEggium DEhi.

-Tal vez, pero me la debes, Quorbuç-

-Esa deuda ya quedó saldada- terció Ztanyon y un ligero movimiento hizo que su armadura refulgiera bajo la tenue luz de la luna creciente -meterte y sacarte de MHagg PAlaç debería...-

-Yo entré por mi cuenta, ¿lo olvidas?, y ¿sacarme? ¿¡A eso le llamas sacarme!?- escupió Cyan -Enviarme a un callejón sin salida no califica como "sacarme"-

-No es culpa mía que tardaras tanto en abrir la puerta del pasadizo-

-Y supongo que tampoco es culpa tuya que la llave que me diste estuviera tan vieja que se rompió nada más con girarla-

-Aun así, lo que nos pides no es posible, humana- Quorbuç atajó a su compañero antes de que volviera a replicar.

-Y dime, señor legionario, ¿qué tan difícil puede ser para la "gran" rebelión arreglarme un encuentro con la sobrina del MHagg?-

Phantasya. Trinidad de sombrasWhere stories live. Discover now