Lágrimas de hielo. Parte II

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-¡¿Y el príncipe?! ¿¡'hoelgr, dónde está PRinç!?-

Confundido y asustado, el joven heraldo se limitó a señalar hacia el lado opuesto de la plazoleta, hacia donde Cyan corrió de inmediato, siguiendo las difusas huellas de las pesadas botas de PRinç, que, a su vez, seguían las de unos pies diminutos y descalzos.

Lo que en un principio era un murmullo lejano, conforme cruzaba la línea de casas se fue fracturando en agudos siseos, atemorizantes chasquidos y un zumbido que taladraba sus tímpanos y que finalmente la fueron llevando hasta donde PRinç sostenía una violenta batalla contra un par de aquellas criaturas.

Rápidos como un aelf y ágiles como una R'nyer, los dos entes avanzaban y retrocedían, saltaban o se agachaban esquivando los tajos de Lownefäng, para luego abalanzarse sobre PRinç con feroces dentelladas o fulgurantes zarpazos, un par de los cuales ya habían hecho blanco en él, quien, además, parecía un tanto más lento de lo usual.

Como si estuviera nadando a través de un mar de melaza, el medio-elfo, cuyas hazañas con la espada eran legendarias, apenas si podía contener a sus dos atacantes y, para colmo, justo cuando Cyan asomó por entre las casas, un tercero abatió de certero manotazo una pequeña y rápida luz que revoloteaba a su alrededor, mientras ganaba la espalda de PRinç y se agazapaba a la espera de la mejor oportunidad para saltar sobre él.

Conforme se acercaba, la rubia pudo distinguir el gesto de frustración del príncipe, quien, a todas luces, no atinaba a comprender qué era lo que ocurría con su cuerpo, y lo que es más, no bien brincó la cerca del pequeño huerto, ella misma comenzó a sentir los efectos de aquella especie de maleficio, que ralentizaba a su cuerpo haciéndolo incapaz de seguirle el paso a la ágil mente de la guerrera.

Cyan intentó gritar, pero la distancia y el exasperante zumbido de las criaturas se tragaron sus palabras. Desesperada al ver que el ente casi estaba en posición, Cyan descartó la idea de arrojar una nahken y, en cambio, con una rápida decisión tomó una de las canicas que PRinç le había dado y la arrojó con toda su fuerza directamente hacia la criatura a las espaldas del príncipe.

Pero estaban demasiado lejos y la batalla, a pesar de los reflejos disminuidos del medio-eelph, era demasiado caótica, y la bengala habría pasado de largo a los combatientes de no haber sido porque, con un supremo esfuerzo, ojo preciso y mano segura, PRinç logró asestarle un mandoble, liberando su contenido.

La centella salió directo contra el monstruo a sus espaldas, que la recibió en pleno rostro para luego alejarse a toda carrera y aunque en el camino intentó recoger un "bulto" que había estado abandonado en el piso durante toda la contienda, una fä se levantó de entre la alta hierba que ya había invadido el abandonado huerto y contraatacó con renovada furia a la extraña criatura, distrayéndola apenas lo suficiente como para que una nahken lanzada por Cyan la alcanzara de lleno en un hombro, lo cual terminó de ahuyentarla.

Los otros dos, sin embargo, no se arredraron, por el contrario, determinados a recuperar a su presa, ambos se abalanzaron sobre el príncipe, quien todavía batallaba para lograr que su cuerpo respondiera a la velocidad acostumbrada.

Una de las criaturas saltó frente a él y la otra estaba a punto de arrojarse sobre su espalda, cuando Cyan la interceptó con certero mandoble, provocándole una herida que habría hecho sufrir incluso a un louhpo. El extraño monstruo, sin embargo, apenas si pareció notarla y se volvió contra la rubia, siseando y claqueteando, comenzando a moverse lateralmente alrededor de ella, estudiando a aquel nuevo e inesperado rival.

Y mientras PRinç, cada vez menos embotado, trababa combate con la otra bestia, Cyan se puso en guardia, esperando la arremetida del rival, de cuya herida supuraba una suerte de líquido ambarino, el cual se evaporaba tan rápido que ni siquiera llegaba a tocar la hierba bajo la criatura.

Phantasya. Trinidad de sombrasWhere stories live. Discover now