El mago y la serpiente. Parte I

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Era, en cierta forma, comprensible que IRizoç DEhuro hubiera escogido aquel día y aquel lugar para realizar la entrega.

La PAlatha ZAmargdan estaba a reventar con miles, quizá decenas de miles, de peregrinos de todos los rincones de Phantasya, que habían acudido para presenciar la más grande de las celebraciones de la liturgia eelphen: la ceremonia del MHagg INvictou.

Zndaorus desde Dz-topya, oruuk de Kalasa har-Agob, knomms, qubolds y thuarfs desde EttonyTatze-rohp; humanos de lugares tan cercanos como las Planicies Interminables o tan lejanos como los Grandes Lagos o Nwnqa do Terrh; aelfs y unos pocos älvs e incluso un par de faeryns, todos ellos adoradores del MHagg OThouçç y ansiosos por presenciar la que, se decía, sería la lidúrigga más fastuosa de los últimos 39 años.

Cyan había cambiado de disfraz, no quería involucrar a las thegnes en todo aquello, no más de lo que ya lo había hecho, así que se había vestido a la usanza eelphen, como muchas de las humanas que inundaban la plaza, y se había teñido el pelo de rojo, para pasar como una nativa de las Tierras Ásperas.

Y mientras esperaba a los enviados de IRizoç (era ingenuo pensar que la propia infanta se mezclaría con aquella "chusma"), Cyan trazó en su mente un muy preciso mapa del estricto dispositivo de seguridad implementado tanto en el ágora como en sus alrededores.

Unos 500 legionarios custodiaban los accesos a la plaza y el doble de estos estaban apostados en puntos estratégicos en los templos que la rodeaban; asimismo, un par de manípulos de la FHorzam MHaggna rodeaban el gran templete donde se presentaría el MHagg y, por si fuera poco, un par de cientos de nunjai y sanaturai, disfrazados como simples feligreses, se entremezclaban con la multitud, a la caza de posibles agitadores y otros problemas en potencia.

Pero eso no era todo, fiel a su costumbre, antes de entrar a la plaza, Cyan había dado una vuelta por los alrededores y había presenciado la llegada de varios batallones de cavaleri y de ahmazani, la fuerza de caballería de la LEggium DEhi, que aguardaban en plazoletas cercanas, en estado de alerta en caso de emergencia.

Su plan era simple, recibir a Hara-pa y desaparecer de la PAlatha ZAmargdan, pasar la noche en un albergue de peregrinos y al día siguiente aprovechar la salida de las primeras peregrinaciones para mezclarse con la multitud en dirección a la HOuztia ELizee y escabullirse de HOuçç tan rápido como fuera posible.

El único problema era que todo dependía de la buena voluntad de la mismísima sobrina del MHagg, una perra traicionera perfectamente capaz de entregar a su propio padre a la Inquisición si con ello lograba alguna satisfacción.

***

Sacar a la mocosa había sido tarea fácil. Su novicia sólo había tenido que presentarse en los sótanos del SAnctura SOnimanee, mostrar el anillo con su sígil personal y apuntar a una de las cientos de almas que se hallaban hacinadas en el sitio para que el capitán de la guardia le entregara a la pequeña media-sangre. Eso fue todo, sin peros, sin preguntas.

Más difícil había sido tenerla frente a ella. La cabellera plateada y los ojos violetas enmarcados por un rostro humano eran algo nauseabundo; sin embargo, necesitaba verla, necesitaba saber qué había de especial en ella para que la humana lo arriesgara todo con tal de rescatarla del deshonroso sacrificio que tendría lugar en unas horas en PAlatha ZAmargdan.

Y su decepción fue gigantesca, no había nada ahí, nada que compensara las enormes molestias que Cyan D'Rella se había tomado para rescatarla, nada que justificara haber desperdiciado un favor por parte del gran MHagg OThouçç, nada que contestara el sinfín de preguntas que a IRizoç le bullían en la cabeza cuando pensaba en las razones por las cuales PRinç XSarm se había prendado de aquella maldita humana.

Phantasya. Trinidad de sombrasNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ