La hora más oscura. Parte I

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Era una vista tan impresionante como aterradora: aquel mar de cuerpos y armaduras en blanco y negro, salpicado por los espectrales resplandores de los fuegos fatuos que ardían en las manos de los wampeers, se extendía desde la puerta de Fäntsyschloz hasta prácticamente medio camino de la muralla exterior, tapizando no solo cada centímetro cuadrado de la plaza frente al castillo, sino cada calle, callejón, plazoleta, callejuela e incluso las azoteas de casas y edificios.

En la cima de la muralla, detrás de las almenas, los defensores parecían incapaces de despegar los ojos del desalentador espectáculo, aferrados a la esperanza de que el escudo que las thegnes y los hechiceros de la Scholomanza habían tendido sobre el castillo fuera suficiente para mantener a raya a un enemigo que parecía absolutamente imparable.

Piedra sobre piedra y hechizo sobre hechizo, los muros de Fántsyschloz habían resistido los primitivos días de la nación thrauumner, cuando ejército tras ejército de las ciudades-estado que entonces se erigían en aquel territorio, en guerra perpetua entre ellas, intentó conquistar aquel pequeño señorío que se había edificado alrededor de Guuderfyerhr, el fundador de la dinastía y quien, poco a poco, terminaría por conquistar y unificar a casi todos aquellos enemigos.

Tres siglos más tarde, las Guerras de los Reyes Magos pusieron a prueba, de nueva cuenta, la resistencia de las elevadas murallas. Merköre y sus heixencamphers, desde el noreste; Kansepar, al norte, y Valaestar, en el suroeste, tenían cercado el que entonces era el Ducado de Thrauumlänt, regido por Guuderkaisr, conocido también como el Cuarto Rey Mago, el más grande de su estirpe.

El temor al oscuro poder de los heixencamphers propició una alianza profana entre Merköre, Valaestar y Kansepar, quienes pronto dirigieron sus fuerzas en un asalto frontal sobre Thrauumlänt, quemando cosechas y arrasando pueblos, matando y violando en nombre del fuego y la oscuridad que les daban su poder a los temidos "magos de combate".

Al final, cuando todo lo demás había sido conquistado, el castillo resistió y no solo resistió sino que Guuderkaisr rechazó el asalto, haciendo huir a la impía alianza de los Reyes Magos. Enseguida, él mismo se consiguió la lealtad de Valeastar y Kansepar, para dirigir un ejército combinado contra el monasterio-fortaleza de Thoumdanael. La batalla fue cruel y sangrienta, pero al final, la alianza triunfó y Merköre fue hecho prisionero y llevado en cadenas a las mazmorras del mismo Fäntsyschloz, donde pasaría el resto de sus días expiando sus pecados.

Hoy, otros 300 años después, un nuevo enemigo tocaba a las puertas de Fäntsyschloz, un enemigo como aquella tierra nunca había visto, un enemigo con el poder del hielo y el vacío, salido de lo más profundo de las pesadillas del casi extinto pueblo zyqlopoon y al verlo ahí, parado, con aquellos semblantes inexpresivos y sus ojos muertos, Garagán Tu-Han, el último de aquella noble raza, no pudo evitar que un escalofrío recorriera su columna vertebral.

El viejo zyqlopoon apenas si podía creerlo, nunca, ni en sus más salvajes pesadillas, había visto un cuadro como aquel: el mar de fuegos fatuos que él, en alguno de los libros perdidos de su raza, había leído que se llamaban feratus, ahora ya cubría casi toda la ciudad, detenidos únicamente por el frágil campo de fuerza que thegnes y hechiceros habían tendido sobre el castillo, ayudados por docenas de pirámides de coral-cuarzo distribuidas a lo largo de la muralla, las cuales aumentaban y extendían el poder del aura de los defensores.

No obstante, Garagán sabía que aquello no sería suficiente y un profundo suspiro de frustración escapó de su pecho al volverse a ver el pasillo detrás de las almenas, donde Cyan D'rella y algunos de sus aliados trataban de dirigir sus escasas fuerzas y de infundirles valor a sus pocos soldados, con la esperanza de un rescate que, ellos sabían, difícilmente ocurriría.

Phantasya. Trinidad de sombrasWhere stories live. Discover now