Sombra creciente. Parte I

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Más de una semana. Ocho días de tensa espera desde que el ejército thrauumner había partido rumbo a la frontera y siete días desde que Cyan había amasado una fuerza de poco más de dos mil voluntarios que habían sido acuartelados en las barracas de Fäntsyschloz, mientras sus familias eran acomodadas en las plazas y los jardines de la ciudad.

La solidaridad thrauumner era asombrosa, en estos amargos días en los que lo único que podían hacer era esperar el inminente ataque, la gente de la ciudad se había hecho cargo de los refugiados como si de su propia gente se tratara, compartiendo su comida y terminando de atender a los heridos y los enfermos, incluso permitiendo que niños, ancianos y mujeres embarazadas se instalaran en las posadas de la ciudad sin costo alguno.

Como cada mañana desde hacía seis días, Cyan recorría la muralla exterior, supervisando el cambio de guardia y hablando con cada vigía y cada soldado para conocer las novedades de la noche.

-Buenos días, Feenkil', ¿novedades?-

El joven se ajustó el peto de la armadura, visiblemente incómodo luego de una noche observando el ondulado terreno frente a la puerta principal de Fäntsythorpe, pero también ligeramente intimidado por la intensa mirada de Cyan.

-Nada, capitana, otra noche tranquila, gracias a La Luz-

Los más jóvenes, chicos y chicas que ni siquiera se habían graduado de la academia, habían sido los primeros en llamarla "capitana", no obstante, poco a poco la voz se había corrido y ahora incluso los pocos veteranos que se habían quedado a salvaguardar la ciudad, hombres y mujeres considerados ya demasiado "viejos" para enfrentar al ejército älv, habían comenzado a llamarla así.

-Bien, ahora ve a desayunar y luego trata de descansar, esperemos que esta noche que viene sea igual de tranquila-

La sonrisa de Cyan fue correspondida por el saludo marcial del joven Feenkilzeryk, quien tomó su escudo y partió con cansado paso marcial siguiendo al resto de los vigías que habían sido recién relevados.

-¿No crees que deberías decirles la verdad?-

Detrás de ella, Quorbus la veía con gesto severo y mirada reprobatoria. El viejo centurión y los refugiados que habían dejado en la Puerta de Munehaudzen habían llegado a la ciudad hacía apenas dos días y de inmediato, tanto él como Ztanyon, Leoo, TOuzmap y los pocos soldados que habían sobrevivido al viaje desde HOuçç se habían ofrecido como voluntarios para la defensa de la ciudad.

-Tal vez- respondió Cyan sin dejar de mirar el lejano horizonte septentrional, donde la Batalla por Thrauumlänt recién había comenzado -pero estoy segura de que ya todos lo saben y si no lo saben están por darse cuenta. Repetirlo sólo los pondría más nerviosos y los necesito concentrados y alerta-

Quorbus sacudió la cabeza de lado a lado y suspiró pesadamente en un claro gesto de desacuerdo, no obstante, Cyan ni siquiera se volvió a verlo; el consejo y la vasta experiencia del eelph habían sido invaluables para darle los toques finales a los trabajos de defensa, pero él y la rubia tenían ideas muy diferentes acerca de cómo tratar a la tropa.

Aun así, ambos guerreros se respetaban y cada uno confiaba en el juicio del otro, tal como se habían confiado sus vidas en la larga travesía desde el Río de Espinas hasta los montes Akaravänadel.

-Disculpe, capitana, llegó un mensajero de palacio, la reina solicita su presencia-

La lödnanth Klinkryeke, mano derecha del offerlödnanth Gofmaafrandz y enlace entre este en el turno de la noche y Cyan en el de día, saludó a la joven guerrera mientras le abría paso y le señalaba el camino rumbo a la escalera. Cyan observó con el ceño ligeramente fruncido a Klink' y luego se volvió a ver a Quorbus, quien simplemente asintió.

Phantasya. Trinidad de sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora