Sangre, acero y d'rkstyl. Parte III

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Los tambores sonaron a la distancia con aquel mismo redoble que se repetía a intervalos regulares, cada ocho o 10 minutos aproximadamente. PRinç sabía lo que significaba y lo que estaba a punto de pasar; aun así, la maniobra estaba tan bien ensayada y resultaba tan fluida que ni siquiera él pudo anticiparse al golpe del a'spish que lo arrojó al suelo, mientras era perseguido por la fä de su oponente, que le clavó un par de aguijonazos al tiempo que la formación älv se abría para permitir que los hombres de la primera línea se retiraran al fondo de la formación para descansar, mientras los de la segunda tomaban su lugar con brazos frescos y mentes despejadas.

No obstante, sabiendo lo que iba a ocurrir, PRinç estaba preparado para improvisar y no bien tocó el suelo, sus manos encontraron la punta de una lanza quebrada y con potencia y puntería inigualables, la arrojó justo a la ranura para los ojos en el casco del enemigo y aunque no consiguió matarlo, estaba seguro de haberle reventado un ojo. El älv obviamente no moriría y, de hecho, volvería a pelear en aproximadamente dos horas (si es que el combate duraba tanto), sin embargo, estaría severamente disminuido y sería un rival relativamente más fácil de vencer.

Con un resorteo de espaldas, el medio-elfo se puso de pie y embistió al siguiente rival, Löwnefng hendió el aire y se estrelló con potencia en el escudo enemigo, obligando al älv a poner una rodilla en tierra; con un rápido reflejo, su espinilla izquierda, reforzada por la greba de acero, bloqueó un tajo del k'pesh, mientras su propia espada volvía a atacar, golpeando el casco con tanta fuerza que le produjo una abolladura. La potencia del golpe aturdió por un momento al soldado y aunque su fä intentó distraer a PRinç con un par de aguijonazos eléctricos, ninguno de los dos contaba con la protección del príncipe contra la magia, de modo que el furioso ataque no surtió el efecto esperado y con certera puntería, la punta de su espada penetró por la hendidura entre el casco y el peto, matando al rival.

-¡Con fuerza, mis hermanos! ¡Sigan avanzando, el enemigo ya retrocede!-

En los 30 minutos desde que la Coenywaechtr había salido de su escondite apenas habían logrado que las alas de la infantería de Lnz Zeal't retrocedieran unos 10 metros, si acaso; no obstante, eso era mucho más de lo que otros habían logrado en un par de siglos y aun así, no era suficiente. Si querían ganar, tenían que conseguir que la totalidad de la línea enemiga se envolviera a sí misma en un "paquete" lo suficientemente apretado como para impedir cualquier movimiento de los soldados individuales.

Tarea que, hasta el momento, el príncipe heredero de Thrauumlänt consideraba casi imposible, sobre todo tomando en cuenta que, unos 50 metros detrás de él, la caballería pesada de su padre y de Seegfrïdsgrd hacia hasta lo imposible por guardarles las espaldas de la estampida de criaturas de pesadilla creadas por la reina Mrrgan.

Balamung, el martillo de combate del Gran Mariscal de la Maanshävt golpeó sin piedad la cabeza de una de las criaturas que había osado plantarse frente a él; encantada para destruir la magia, la pesada arma no solo aplastó la cabeza de la bestia de metal, sino que la redujo a polvo con una poderosa explosión que destruyó el cuello serpentino y arrojó a un lado a la otra cabeza. Veloz como el viento, pese a su peso extraordinario, el martillo recompuso el camino e hizo blanco en el cuerpo de la cosa, justo cuando la segunda cabeza estaba a punto de hincar sus dientes en el hombro de Seegfrïd', provocando una explosión que redujo a polvo el cuerpo completo y que arrojó a un lado a otro par de bestias cercanas, mientras el guerrero para ese momento ya se había alejado al galope, en busca de un nuevo enemigo.

Unos metros más allá, una veloz ráfaga de luz y metal atravesaba el campo de lado a lado con la velocidad de la muerte misma; a lomos de Schreitenrsch ("paso veloz"), la ágil yegua zaina que había criado desde que era una potranca, el rey había dejado a su paso un rastro de cuerpos decapitados de un solo tajo; en sus manos y con sus años de experiencia, Koterkaescheng, la única de las tres espadas vorpales que aún sobrevivía, era prácticamente una fuerza de la naturaleza.

Phantasya. Trinidad de sombrasWhere stories live. Discover now