Sombra creciente. Parte II

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Parecía ser sólo una sombra, una nube pasajera que se asomaba oscura pero inofensiva en el horizonte norteño. El silencio era tan denso que casi pesaba en las almenas de Fantsythorpe, mientras los muy jóvenes o muy viejos soldados que se habían quedado al cuidado de la ciudad y del castillo se agitaban con nerviosismo, sin saber qué esperar o qué hacer cuando lo que estaba a punto de pasar, finalmente, sucediera.

Cyan se paseaba con gesto sereno detrás de los soldados a lo largo del pasillo en el tope de la muralla exterior. Todo ellos esperaban, deseaban, que la barrera -mucho más pequeña y más débil que el Manto de Muuderkns- que habían tendido los hechiceros de la Scholomanza alrededor de la ciudad, alcanzara al menos para contener la primera embestida de un enemigo cuyas capacidades ni siquiera conocían.

La rubia se había hecho cargo de la defensa de la ciudad, mientras el öfferloednanth Gofmaafrandz se había quedado a cargo de la muralla del castillo. Dentro, Garagán Tu-han y la Nemoh de la ciudad ya habían conseguido estabilizar a Muuderkns, quien, sin embargo, seguía demasiado débil como para poder tejer otra vez el manto que los había mantenido a salvo los últimos 39 años.

De acuerdo con el zyqlopoon, algo o alguien había devorado el Manto con tal voracidad que incluso había arrastrado consigo la conexión que lo unía con la reina, arrancándola de raíz y dejando, a cambio, una suerte de "veneno" mágico que era lo que la tenía balanceándose sobre la fina línea entre este mundo y el Jardín de los Senderos Infinitos.

-¿Ya vio capitana?-

El zölthat Feenkilzeryk, quien ni siquiera había alcanzado a llegar a su barraca cuando ya lo habían llamado de vuelta a servicio, apuntó con su lanza en dirección al norte, donde la sombra había crecido, extendiéndose como una especie de ocaso artificial, que parecía tornar oscura la luz del sol de mediodía y dejando un rastro de escarcha conforme se acercaba a Fäntsythorpe.

-¡Maldita sea!- murmuró Cyan mientras veía a la sombra extenderse hacia ellos a tal velocidad que parecía estar jalando la ciudad entera hacia ella -¡Preparados, soldados, son hombres y mujeres de Thrauumlänt, son el escudo y la espada, son el martillo y la lanza, son el arco y la flecha, son la Coenywaechtr y ellos NO PASARÁN!-

-¡¡¡NO PASARÁN!!!- fue el unánime rugido de los cerca de 100 soldados que custodiaban la muralla en la zona de la puerta, el resto era guardado por los voluntarios que la propia Cyan había reunido una semana antes en el campamento de refugiados, bajo el mando de Quorbus en el este y de Ztanyon en el oeste.

Un frío que quemaba se dejó sentir, de repente, a lo largo y ancho de la ciudad, mientras la sombra estaba apenas a un par de kilómetros de distancia. El aliento de todos se tornó en un polvo blanco que caía frente a su pies, al tiempo que narices y orejas enrojecían en respuesta al repentino descenso de temperatura.

Poco a poco, la sombra comenzó a frenar y justo en el límite entre la luz y la oscuridad, una serie de figuras empezaron a tomar forma. Como si se "armaran" o "reintegraran" de arriba hacia abajo, a partir de la escarcha en el suelo conforme caminaban, miles de ¿personas? ¿cosas? ¿criaturas? avanzaban lenta pero inexorablemente rumbo a la muralla.

Ni siquiera Cyan o TOuzmap, quien había insistido en quedarse a su lado en la muralla, sabían cómo responder; lo normal habría sido iniciar con una descarga de flechas, pero, en aquel caso, ni siquiera había algo concreto a qué dispararle, como no fuera un conjunto de piernas cuyas caderas apenas se iban armando, partícula a partícula, cada vez más cerca de los elevados muros de la ciudad.

-Llameantes- fue la orden que Cyan transmitió al encargado de las banderas, quien, en un elevado mástil izó una enseña roja orlada de amarillo cruzada con una franja negra. De inmediato, a todo lo largo de la muralla, una docena de "bandereros" retransmitieron la orden a los comandantes de cada sector y, apenas unos segundos después, una andanada de flechas voló desde las murallas hasta el descampado frente a la ciudad.

Phantasya. Trinidad de sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora