Anochecer de sangre y gloria. Epílogo

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Habían batallado por horas. PRinç y Cyan estaban cubiertos de su propia sangre, Neerhoelgr estaba seriamente lastimado y Shai-re Zaad estaba exhausta, encaramada en las ramas de un árbol cercano, con varias heridas pequeñas, nada de gravedad, pero mucho más de lo que solía recibir en sus misiones habituales.

Sin embargo, por fin habían vencido; pese a su ferocidad y su enorme resistencia al daño, lejos de la vista de Mrrgan T' Fä, sus criaturas eran poco más que juguetes de cuerda, letales, pero carentes de astucia o malicia y, en este caso, el último de ellos había sido aplastado por una gran piedra que PRinç y Cyan le habían arrojado encima desde en un cercano acantilado.

Ahora, los cuatro tenían que emprender el largo y difícil camino hacia el punto de encuentro con sus aliados. Se habían tenido que desviar varios kilómetros hacia el norte para encontrar un lugar adecuado para presentarle batalla a las bestias y, para colmo, habían perdido a tres de sus cuatro caballos y el que quedaba lo reservaron para que 'hoelgr no tuviera que caminar.

-¿Cómo estás, chico?- preguntó el príncipe mientras ayudaba al muchacho a acomodarse en la silla.

-Bien, mi señor, es sólo un pequeño rasguño- respondió 'hoelgr con el dejo de una sonrisa, que muy pronto se convirtió en un rictus de dolor, cuando, accidentalmente, PRinç rozó el profundo zarpazo que aquél tenía en un costado, peligrosamente cerca de su riñón izquierdo.

-Yo creo que fue muy valiente- terció Shai-re mientras se descolgaba del árbol y, acto seguido, se acercó al heraldo y le plantó un delicado beso en la mejilla -de no haber sido por su habilidad para apuntar y cargar él solo el hoashä, ninguno de nosotros habría salido de ahí-

-Creo... creo que esa herida vale una recomendación para la Coenywaechtr ¿no... no crees?- opinó Cyan, quien lucía completamente agotada.

-¿Estás bien?- quiso saber PRinç -te ves cansada, demasiado cansada-

-No, no estoy bien- contestó ella con voz débil -puedo sentir a ese malnacido tratando de robarse mi mente otra vez- Cyan tironeó inútilmente de la gargantilla, que dejó rojas marcas en el delicado cuello, mientras un par de lágrimas de frustración resbalaban por sus mejillas.

El efecto de la "semilla de la libertad" estaba por terminarse y a cada minuto que pasaba, Cyan dependía más y más de su propia voluntad para mantenerse libre.

-Tranquila- le pidió PRinç, colocando delicadamente una mano sobre sus hombros -sólo aguanta un poco más, ya pronto vas a liberarte de esa cosa, sólo resiste ¿está bien?-

-No puedo... prometerte nada... es demasiado fuerte- respondió ella clavando sus azules ojos en los de él.

-Bueno, entonces no tenemos tiempo que perder- dijo el príncipe señalando hacia el sur -¡andando!-

El camino fue lento y agotador para todos, no podían utilizar sendas conocidas y los estrechos senderos usados por los animales para transitar por el bosque no eran los más adecuados para el caballo.

-¿No es extraño que no hayan enviado a alguien tras nosotros?- preguntó Shai-re empuñando su arco ante el ligero movimiento de la vegetación provocado por el vuelo de un ave nocturna.

-Sí, bastante. Tal vez Mrrgan haya pensado que sus bestias acabarían con nosotros- respondió PRinç con la vista fija más allá de los árboles, intentando anticipar cualquier posible ataque o emboscada.

-No, algo trama... nadie... nadie escapa tan fácilmente de Mrrgan T' Fä- replicó Cyan mientras se dejaba caer sobre la hierba, agotada por la cada vez más difícil batalla por conservar su mente.

Phantasya. Trinidad de sombrasWhere stories live. Discover now