La hora más oscura. Parte II

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Decenas de flechas volaron al unísono, impactando no en el enemigo, sino en el foso que rodeaba el castillo, transmutando el agua en fuego y arrasando con la primera fila de wampeers, los cuales habían empezado a congelar el oscuro líquido para usarlo como puente hacia la muralla.

La enorme llamarada, sin embargo, no arredró ni por un segundo al enemigo; al contrario, la segunda fila se arrojó directamente a las llamas y, en medio de un diabólico siseo, sus cuerpos desaparecieron, pero convirtieron el feroz fuego en aristas de hielo que la tercera fila utilizó para comenzar a escalar hacia el tope de la muralla.

En ningún momento perdió Cyan la concentración ni la determinación y no bien vio lo que ocurría unos ocho metros abajo de ella, alzó un banderín amarillo con un gran círculo negro en el medio; los arqueros entendieron y de inmediato lanzaron una andanada de flechas que, como horas antes en la muralla exterior, "golpearon" brutalmente las lenguas de hielo que habían creado los wampeers, destrozándolas, lo mismo que a cientos de enemigos.

Pero todos sabían que aquello no sería suficiente, una nueva oleada se abalanzó sobre el muro, pero antes de que lograran poner siquiera una mano en él, más flechas volaron desde las almenas, ahora sí dirigidas contra ellos; las saetas se clavaron y, cortesía de la magia de Nemahurero-more-noviyo, al instante se convirtieron en enormes enredaderas que ataron no solo a quien había recibido el flechazo, sino a los tres o cuatro más cercanos a este, ahogándolos y estrangulándolos hasta la muerte.

Aun así, la marejada parecía interminable; decenas, cientos tal vez, ya habían comenzado a trepar por los muros del castillo y mientras, a lo lejos, Garagán seguía trabado en feroz combate con el jotun, Cyan se volvió a ver al offerlödnanth Gofmaafrandz y le hizo una discreta seña con la cabeza; el soldado respondió con un gesto similar y al instante echó a correr hacia el interior del castillo. La rubia sabía que no tenían otra opción, si querían, por lo menos, sobrevivir, tendrían que usar el arma secreta de Guudercoenyg.

A lo lejos, aun montando a aquella extraña criatura de oscuridad, Seaín veía a sus tropas avanzar sistemáticamente hacia la muralla, superando cada nuevo obstáculo y cada trampa que los defensores les arrojaban encima, perdiendo a decenas mientras cientos alcanzaban las murallas y comenzaban a trepar con aquella endemoniada habilidad. A su lado, Zno' Hwait y Rowz Khrimson parecían estar ahí, simplemente observando la batalla y aunque Cyan trataba de no pensar mucho en ello, por dentro no podía dejar de preguntarse qué demonios estaban esperando para tomar parte en el combate.

Un tanto hacia el oeste, prácticamente sobre el sector artesanal de la ciudad, Garagán había logrado asestar un poderoso golpe al jotun, arrancándole una lluvia de esquirlas de hielo que congelaban cualquier cosa que tocaran. La bestia rugió o chilló o siseó y, de inmediato lanzó una tarascada sobre la silueta luminosa del zyqlopoon, quien esquivó el ataque, pero fue alcanzado por una dentellada de las extrañas cabezas que se agitaban en las colas de la criatura.

-¡Lanzas!-

Las primeras filas de wampeers ya habían logrado abrirse paso hasta el borde de las almenas, donde, al grito de Cyan, fueron recibidos por un auténtico bosque de madera y acero que acribilló a cientos de ellos, arrojándolos de nueva cuenta al suelo; una vez ahí, sus cadáveres, como los de todos los que habían muerto antes que ellos, simplemente eran pisoteados por los que venían detrás.

En el ala este, Quorbus y sus hombres todavía lograban contener la marejada, arrojando piedras y agua hirviendo a los invasores, sin embargo, en el oeste, los malditos wampeers ya habían logrado abrir una brecha en la desesperada defensa dirigida por Stanyon y Leoo; Cyan sabía que eso era todo lo que se necesitaba: aquella pequeña brecha se abriría cada vez más, la marejada barrería con toda defensa en ese sector y no tardaría en llegar al centro, donde tendría acceso al mecanismo para bajar el puente y alzar el rastrillo, con lo cual todo estaría perdido... o casi.

Phantasya. Trinidad de sombrasWhere stories live. Discover now