O10

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Entre mis sueños coloridos y un poco extraños, podía percibir el aroma tan masculino de YoonGi rodeándome, podía escuchar su cálida risa acariciar mis oídos, y sentir el contacto de su piel sobre la mía al fusionarnos en un melancólico abrazo, no entendía muy bien porque estaba precisamente allí, no comprendía del todo aquellas imágenes que aparecían en mi cabeza una y otra vez, hasta que abrí los ojos de sopetón a la mañana siguiente. El apartamento estaba demasiado silencioso para mi gusto, me puse en pie de un salto, y mi corazón se encogió en mi interior al ver todo tan limpio como nunca antes, cara rincón estaba recién aseado, sobre el comedor había un plato de comida cubierta con un plástico especial para así conservarla y junto a esta había una nota, que tome con cierto miedo porque; ya sabía la peligrosa notica que me anunciaría.

"JiMin, gracias por acogerme en tu casa y en tu vida. Realmente te estaré agradecido de por vida, por demostrarme que la amistad de un desconocido es mucho más valiosa que todas las que ya tengo con mis viejos amigos. Gracias por soportarme y por seguirme la cuerda en todas mis locuras, eres el mejor. Sé que odias que sea emotivo, y cursi, pero realmente te aprecio. Espero volvamos a encontrarnos alguna vez en la vida, no me extrañes mucho. Lamento no despedirme; pero prefiero no hacerlo de frente, ya que sé que no soy lo suficientemente valiente como para no llorar, además así me aseguro de que volveremos a encontrarnos, no es necesario decir adiós si pronto volveré a verte. ¡Cuídate!"

Deje la carta a un lado, incrédulo de lo que leía con tanta dificultad. Camine apresurado a mi habitación y abrí la puerta de un golpe encontrándome con todo totalmente arreglado, mi respiración comenzó a volverse irregular, me dirigí al baño esperanzado de que por lo menos estuviera escondiéndose allí, pero el resultado fue el mismo, de verdad ya no estaba ahí. Sin poderlo evitar, me reí estruendosamente mientras me sentaba en el comedor a devorarme entre desgarradoras carcajadas lo que había dejado para mí, intentaba con todas mis energías no llorar, pero fue algo inevitable. ¿Cómo podía llegar y luego partir como si nada? ¿Cómo podía venir y arruinar mi vida diaria y marcharse sin ningún remordimiento? ¿Cómo podía irse sin siquiera despedirse de mí? No lo asimilaba, ni mucho menos lo perdonaría con tanta facilidad. Lo maldecía en mi fuero interno por aparecer y dejarme tirado como si fuera un saco de basura, sin ninguna preocupación de por medio. Lo odiaba, o eso quería pensar para no sentirme tan miserable en esos momentos.

Los días siguientes fueron igual de tormentosos, me levantaba con el anhelo de encontrarlo a mi lado como por arte de magia, o quizás toparme con alguno de sus espectaculares platos de comida sobre la mesa,  a veces mantenía la esperanza de chocarme con su fornido cuerpo en el supermercado al  otro lado de la calle, mientras compraba lo realmente esencial para la casa, en ocasiones esperaba por horas durante el trabajo mirando fijamente la puerta como si de la nada el fuese a entrar por ella a volver a cambiar mi monótona vida.

Primero fue un día, luego fueron siete, y así fue como pasaron prácticamente dos semanas, donde mi rutina era la misma una y otra vez, en varias ocasiones iba a trabajar sin comer, ni siquiera me paraba de la cama, había caído en una depresión de la que ni siquiera yo mismo sabia como escapar. No lloraba, no gritaba, simplemente me quedaba mirando a un punto fijo, con la idea ridícula de que algún día o en cualquier instante YoonGi aparecería de nuevo y mi mundo volvería a ser maravilloso como esos pocos días en que estuvimos juntos.

—    ¡Oye! — rugió una voz familiar sacándome de mis oscuros pensamientos.

—    ¿Si? — murmure apartando mi mirada de la puerta del bar, para encontrarme de frente, con ese alto chico con el que habíamos tenido esa intensa pelea para recuperar la cartera de YoonGi, el líder de esa estúpida pandilla. — ¿Qué haces acá?

—    ¿Acaso está prohibida la entrada en este lugar solo para mí?

—    No precisamente... — bufe poniendo mis ojos en blanco, no podía echarlo de allí aunque quisiera, después de todo era un cliente. — ¿Qué quieres de tomar?

—    Llevo casi diez minutos diciéndote que me des una cerveza. — comento con irritación en su tono de voz. Lo fulmine con la mirada antes de dirigirme a la nevera a sacar lo que me había pedido, se la entregue junto con una servilleta y continúe con mis labores. — ¿Dónde está tu guardaespaldas?

—    ¿YoonGi? — refunfuñe sintiendo un vacío en mi interior al mencionar su nombre, el chico de cabello negro azabache asintió con una sonrisa socarrona. — Se tuvo que regresar a su ciudad.

—    ¿Así que te abandono?

—    Nunca estuvimos juntos, solo somos amigos.

—    ¿Y puedo ser yo también tu amigo? — inquirió inclinándose un poco sobre la barra, dejando su rostro a centímetros del mío.

—    No me junto con ladrones.

—    Soy Kim HyoJong. — dijo extendiendo una de sus manos, respire profundamente sin saber muy bien que debía hacer. Me mordí el labio inferior demasiado nervioso, quería rechazarlo, quizás ignorarlo, pero me parecía injusto ser tan descortés. Después de unos minutos pensándolo, tome su mano bajo la brillante mirada de sus ojos azules.

—    JiMin... Lee JiMin.

—    ¿Quieres tomar un trago conmigo?

—    No se me está permitido tomar en el trabajo.

—    Podemos tomar después de que acabes, mi casa está a unas cuadras de acá.

—    Vale. — acepte sin vacilar, sin pensar en los posibles peligros que tendría el juntarme con ese chico, pero debía admitirlo aunque no confiaba en HyoJong el usurero, realmente necesitaba una compañía además de las cuatro paredes de mi habitación. Me urgía alguien que me distrajera, una persona que diera emoción a mi vida, alguien como YoonGi.

UNKNOWN ROMANCE » YoonMin Adaptación.Where stories live. Discover now