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Su cabello estaba completamente canoso, este le llegaba casi a los hombros por ende lo tenía amarrado en una horrenda coleta, y algunos mechones rebeldes que se le pegaban a la cara lo hacían parecer aún más demente de lo que ya estaba. Sus ojos grises me analizaron de pies a cabeza, podía notarlo sin necesidad de acercarme que estaba totalmente borracho y drogado, quizás ni siquiera sabía dónde se encontraba parado. Llevaba una camisa blanca realmente sucia, - que me permitía notar que a pesar de la edad avanzada que ya tenía, estaba con su cuerpo muy bien torneado.- y a juego un jean demasiado desgastado. Sentí los deseos de gritar por ayuda, de salir corriendo pero ningún musculo de mi cuerpo obedecía mis órdenes, el sudor helado se aglomeraba en mi frente y mi piel se erizaba con cada gesto burlón que me dedicaba. Lee SunWoong, mi padre, a quien no veía desde que era un niño estaba de pie frente a mí con una navaja entre sus manos, con la cual jugueteaba solo para espantarme, lo cual conseguía con el simple hecho de respirar.

Siempre había creído que algún día nos reencontraríamos contra mi voluntad, pensé por años enteros que tendría la pésima oportunidad de verle la cara de nuevo, no obstante, yo no me sentía preparado, no estaba mentalmente de acuerdo con ello, y por alguna razón estaba convencido de que SunWoong  se había adelantado mucho tiempo en hacerme esa horrible visita, en la cual realmente sus intenciones no eran nada agradables para conmigo, después de todo nunca lo eran, no se sentaría como las personas normales a platicar, él iba con un plan macabro perfectamente trazado desde Dios sabría cuánto.

— ¿Cómo estas, precioso? — preguntó con demasiado interés, casi podía sentir la amenaza en su tono de voz inocente.

Respire profundamente, calmando el latir descontrolado de mi corazón porque este estaba que se escapaba por mi garganta ante el pánico que corría por mis venas. Mientras me mantuviera tranquilo y buscara una forma estratégica de salir de ese apartamento, todo estaría bien, no podía dejarme invadir por el miedo tan pronto, necesitaba estar en mis cinco sentidos si quería sobrevivir.

— ¿Qué haces aquí? — inquirí cruzándome de brazos disgustado, cambiando por completo mi asombro a la firmeza, dejándolo extrañado con ello. — ¿Cómo me encontraste? ¿Qué es lo que quieres?

— ¿No puedo venir a saludar a mi amado hijo? — bufo soltando unas risas siniestras que me dejaron sin aliento por un segundo. — Te extrañe demasiado durante todo este tiempo que estuvimos separados. — admitió aproximándose veloz como un rayo en mi dirección, no obstante me aparte de inmediato escondiéndome en la esquina contraria, junto al sofá. — Realmente me hizo mucha falta ver tu cara, Jimin.

— ¡No me toques! — grite furioso, con mi rostro crispado en la desconfianza, combinado con una profunda repulsión que solo él me podía hacer sentir, definitivamente tenerlo tan cerca me traía a la cabeza los peores recuerdos de mi vida, y si continuaba siendo de esa forma conmigo, terminaría perdiendo los estribos.

— Vamos a jugar algo, Jimin. — propuso animado aplaudiendo como si con ello fuese a contagiarme. Ando de un lado a otro en mis narices pensando que era lo mejor para divertirnos, sin embargo, estaba seguro de que no sería algo que me encantaría. — Vamos a jugar a lo que tanto nos gustaba cuando eras pequeño, tu corres por toda la casa, y si te atrapo te haré lo que a mí se me dé la gana. — canturreo dedicándome una mirada cargada de odio, que me hizo estremecer. Mi respiración se convirtió en un jadeo, al traer de regreso aquellas espantosas experiencias de mi juventud. Podía percibir en su sínica sonrisa de oreja a oreja lo mucho que le fascinaba tenerme así, dañando psicológicamente con sus palabras, y sus viles acciones. — ¡Hagámoslo como una bienvenida!

No tuve oportunidad de negarme, ni siquiera escucharía algo de mi parte, dado que las palabras se estancaban en mi garganta a causa del pánico. A duras penas me dio el chance de respirar profundamente, antes de abalanzarse contra mi preparado para clavarme esa objeto corto punzante en mi cuerpo, con mis ojos abiertos como platos, corrí con torpeza hasta el ventanal, tenía las intenciones de meterme en la oficina y llamar a la policía, mientras me encerraba allí a esperar un rescate, no obstante, SunWoong que era mucho más fuerte que yo, y miles de veces más rápido, me tomo con violencia de uno de mis brazos obligándome a retroceder. Evitando que me escapara de nuevo, estrello mi espalda bruscamente contra el fino vidrio, aprisionándome sin que yo pudiera hacer algo para evitarlo. Escuche el sonido de algo quebrándose, y a los segundos los cristales diminutos cayeron sobre nosotros, lastimando mi cara, y la suya, que aun cuando estaba sangrando, no se molestaba en nada más que estrangularme con sus gruesas manos.

— ¡Déjame en paz! — gruñí entre lágrimas, quise defenderme de sus agresiones, golpear su cara, aruñar cada parte de su piel, sin embargo, el que me tuviera del cuello, era la única posibilidad de no caer de espaldas al precipicio, dado que mis pies estaban en el borde, sosteniéndose con dificultad a causa de la falta de oxígeno.

Escuché los gritos lejanos de las personas en la calle, y el viento acariciar mi cabello, susurrándome a su paso que pronto moriría. Si me dejaba libre no existiría forma de vivir a esa altura, sería mi fin. Siempre dicen que cuando estas a punto de morir ves tu vida pasar frente a tus ojos, o una tenue luz acercándose a ti, pero yo solo podía vislumbrar el desprecio de mi padre en sus pupilas, podía ver la rabia en su expresión fusionado con la felicidad de descubrir que no me quedaba mucho tiempo, desgraciadamente para mi cumpliría con su cometido. Odie con toda mi alma ese instante, esos eternos segundos en los que me lamentaba por no haberle dicho por ultima vez a Yoongi cuanto lo amaba, por haberme portado como un idiota ante su decisión, me arrepentía de no haberle dicho a mi madre cuanto la quería, cuanto agradecía todo lo que había hecho por mí para estar bien, me lastimaba saber que no podía ver a mis hermanos como se los había prometido, y deteste el no despedirme de mis únicos amigos, aborrecía con todas mis fuerzas que mi vida fuese de esa manera, que las cosas horribles no se detuvieran nunca.

— Siempre supe que eras un idiota bueno para nada, pero eres grande niño. —farfullo invadiendo mis fosas nasales con su asqueroso aliento a licor, sentí los fervientes deseos de vomitar, pero me contuve, solo podía concentrarme en respirar, en al menos llenar con lo más mínimo mis pulmones. — Eres un médico, pero tuviste que arruinar mi vida para lograrlo. ¡Casi 20 años en esa asquerosa cárcel! No te haces una idea de lo desagradable que era vivir con todos esos reos mal olientes, y el no poder dejar de pensar en ti, en todo lo que me gustaría hacerte solo para calmar esta frustración que se apodera de mí, era tan agotador.

— ¡Papá, por favor! — chille girando mi rostro en otra dirección, al percatarme de que buscaba como diera a lugar rosar nuestros labios. — ¡Detente, te lo suplico!

— ¿Papá? — murmuro incrédulo de que eso hubiera salido de mis labios, encarno una de sus cejas y chasqueo la lengua antes de propinarme un puñetazo en el rostro con su mano libre. — ¿Te atreves a llamarme así cuando me enviaste al peor roto del universo con tal de estar bien? ¿Sabes que hare contigo? ¡Lo que no pude hacerte cuando tuve la oportunidad! — mascullo con su rostro brillante de alegría ante su espléndida idea, todo lo contrario a mí, que entreabrí mi boca para gritar por ayuda, patalee intentando soltarme, y clave mis uñas en sus muñecas pero no servía de nada. SunWoong frunciendo el ceño enfadado con mi resistencia, paso su navaja por mi mejilla obligándome a detenerme mecánicamente, ya que sentí un corte suave en ella. — Voy a matarte, te cortare pedazo por pedazo de tu tersa piel y te hare sufrir lenta y tortuosamente así como yo sufrí por años al extrañarte. Por lo tanto solo déjate hacer, y no rechistes, ¿Vale?

UNKNOWN ROMANCE » YoonMin Adaptación.Where stories live. Discover now