Cap. 25: Quiero golpearte, torturarte y matarte

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—Fred, ¿qué paso? ¿por qué te pateo el trasero el albino idiota?

—No me pateo el trasero, solo tuvo suerte... me dolía el codo y no pude golpearlo bien.

—Lo que sea. ¿Entonces?

—No lo sé, vos decime... ¿de casualidad chismorreaste lo del cerdo con tus amigos otakus de mierda?

Matías hace chirrear sus dientes, que su amigo haya recibido una paliza no quiere decir que tenga derecho a meterse con él.

—No somos otakus, hijo de puta. ¿Qué tal si te mato dónde estás?

—Pst, lo que sea. Si no fuiste vos... Gabriel menos. Y... ¿si fue Zachell?

—¿¡Zachell!? ¿Qué mierda gana diciéndole algo a ese copo de nieve?

—Se... El problema es que ese pedazo de mierda... me acuso como si yo le hubiese asesinado.

—Bueno, pudo haber visto el video que subimos a youtube.

—Sí, pudo verlo. Pero en ningún momento aparecieron nuestras caras o cuerpos, además modificamos nuestras voces.

—A la mierda. No importa, con Gabriel le daremos una lección. No te va a volver a molestar.

Matías saca una navaja de su bolsillo y realiza cortes en el aire con una sonrisa confiada.

—Esperen hasta mañana... me curo y voy con ustedes.

—¿Seguro? —Matías examina el rostro moreteado de su amigo y no puede confiar en la palabra de este —Parece que a ese Lafourcase no le agradaba tu cara.

—Cállate, te dije que me dolía el puto codo. Tuvo suerte, además vamos a ser tres contra uno. Fácil.

Aun no puede creerle de todo —Bueno, si vos lo decís.

—Mas vale que sí. Le saque un puto ojo y le apuñale la mano, ya no va a poder hacer mucho.

—Sí, vi algo así... Bueno, vamos a hacer como lo dices. Mañana por la tarde, ese chico es vegetal.

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En la oficina del director nos encontramos a Zachell sentado en el escritorio como de costumbre y Rata inclinado con una rodilla en el suelo frente al escritorio.

—¿Cómo esta tu mano Rata?

—Muy bien jefe, estoy tomando relajantes. No la siento para nada.

—Estupendo. Que te parece si empezamos hoy por un... ¿reporte semanal?

—Bien, todos los alumnos cumplen con sus ingresos. Los vendedores de drogas pagan al día y los traficantes de órganos... bueno, se retrasaron pero tienen los pulmones nuevos para nuestro comprador.

—Eso es perfecto. No tenes idea de lo molesto que es nuestro cliente... es un italiano viejo con aires de mafioso pesado. Sabes, si yo no tuviera la paciencia que tengo y mi mente centrada en negocios. Podría mandarlo a matar en cualquier momento.

—Jejeje, claro jefe. ¿Algo más que quiera saber?

—¿Solo eso reportaras? ¿Qué pasa Rata, me ocultas algo de casualidad?

Rata baja la mirada y empieza a ponerse nervioso.

—Para nada jefe. Emmm... con respecto al tema del cerdo... no hubo ningún problema. Y con los azules es lo mismo. Los imbéciles no entienden nada.

—Ummm, ya veo. Quisiera preguntarte... ¿Aun puedo confiar en vos?

—¡Por supuesto jefe, estoy dispuesto a cualquier cosa por usted!

LucisWo Geschichten leben. Entdecke jetzt