Cap. 23: Inseguridad

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En la tarde de este mismo día los oficiales Benson y Ahumada se dirigen a una reunión de equipo en la jefatura. La oficina no es muy grande, pero tiene espacio suficiente para diez personas, los presentes aquí están sentados alrededor de una mesa circular. Entre ellos está el fiscal Mendoza, el encargado del departamento forense y algunos oficiales y sub alternos.

—Entonces, Benson. ¿Qué tiene para reportarnos del infante muerto de la escuela Bond? —Consulta el fiscal.

—Pasaron unos días desde que empezamos a investigar. Descubrimos que el chico presentaba serios casos de inseguridad por su propio cuerpo. Me gustaría esclarecer el tema de las marcas y golpes en el cuerpo del chico; en su cuarto encontramos algunos juguetes para actividades masoquistas... Eso debería explicar el porqué de los golpes y cicatrices extrañas. Parece ser que realizaba ese tipo de actividades. Ahumada reviso su computadora, y lo mismo en su historial hay bastante de ese tema y también una increíble infinidad de búsquedas para bajar de peso.

— Paul, ¿qué hay de vos? ¿Algún detalle que puedas agregar? — Pregunta el fiscal Mendoza al forense.

—Iba a decir que los golpes y marcas de látigos en el cuerpo del chico eran extraños... pero después de escuchar la parte de Benson, no tengo más dudas en esa parte. Por otro lado, la forma en que cayó, por distancia y posición, puedo decir con total confianza que se brincó por su cuenta, de otra forma hubiese caído de otra forma y quizá más lejos. En definitiva de la parte de química es suicidio.

—Ya veo... ¿Benson? ¿Ahumada? ¿Algún estudiante comento algo extraño?

—No. Para nada, interrogamos a varios niños recomendados por el director, y todos dijeron más o menos la misma historia. El chico no parecía tener enemigos, quizá recibió alguna burla inofensiva, sí. Eso pasa siempre, pero nada de otro mundo.

—Yo no te creo una mierda —Comenta otro oficial con el que nunca se llevo bien Benson.

—Bueno, lo que creas o no a nadie le importa. Acá lo que importa son las evidencias, sin eso no hay mucho que hacer.

— ¿A sí? Entonces explíqueme Benson, ¿cómo puede ser que en estos archivos la cantidad de desaparecidos y muertos ascienda cada vez más? ¿No les parece extraño que todos sean niños de la Bond u alrededores?

El fiscal que se estaba durmiendo sentado de repente reacciona y se emociona al oír eso.

—Es verdad Benson. ¿Con que estamos tratando?

—No lo sé fiscal, estamos investigándolo. Pero hasta ahora casi todas las muertes tienen su explicación, algunos son accidentes, otros robos, suicidios... realmente nunca encontramos algo físico, y si lo hacemos es un trabajo perfecto que termina llevando a ningún lado.

—A mí no me sigue cuadrando Benson —Insiste el Urquiza, al parecer no le cae bien Benson —Revise todo, y estoy empezando a creer que usted es un incompetente.

—Oficial Urquiza, usted no es el encargado de esta investigación, mucho menos un fiscal para criticar de esa forma a otro sub inspector. Por otro lado tengo muchas ganas de escucharlo, y saber que propone, pero sin ofender a los demás.

Benson siente la necesidad de hablar —Quizá mis investigaciones no sean las mejores, pero hasta ahora no encontramos algo que nos lleve a alguien en concreto. Como dije antes, todas estas muertes tienen su explicación, son muy pocos los casos de desaparecidos.

—A eso es lo que voy. ¿No les parece raro? Puede que me equivoque, pero me hace corto circuito en la cabeza al enterarme de la muerte de tantos jóvenes en tan poco tiempo.

—Bueno Urquiza, tengo noticias, esto es una ciudad y no un pueblo pequeño. Por aquí hay mucha más gente y los delincuentes cada ves son más. No digo que sea algo normal porque no lo es, pero tampoco es un escenario imposible el que vivimos.

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