Cap. 18: El secreto de Zachell

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Tras terminar con el acto hecho en honor de Gregory y hablar sobre el escenario, Zachell comió en casa de su padre y ahora mismo juegan ajedrez mientras fuman puros. Su padre se llama Alfred Fin Maxwell.

—Realmente me sentí orgulloso por unos momentos mientras hablabas sobre el escenario, tu forma de hablar fue casi convincente

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—Realmente me sentí orgulloso por unos momentos mientras hablabas sobre el escenario, tu forma de hablar fue casi convincente. Me recordaste a mi yo de diez años.

—Padre... no trates de volar tan alto, ya que una caída desde esas alturas podría ser demasiado para un anciano como vos —Comenta con una sonrisa burlona.

—Bueno, aunque sea como dices mis años en el cielo y mi basta experiencia me salvaría de morir en una caída. Y un hombre de negocios sabe como emprender nuevamente el vuelo como un alcon que se saca así mismo todas las plumas viejas y su pico viejo y gastado para obtener uno mas filoso y letal.

Este mueve una pieza para preparar el jaque mate a su hijo.

—¿Apurado? Esto recién empieza. Además, ¿quién dijo que aspiro a volar? Tal vez, siempre fui alguien que se arrastra por los suelos como una venenosa serpiente. Y déjame decirte que un alcon que decide hacer un cambio de plumas y pico... esta indefenso ante el ataque de un reptil de sangre fría que espero a su presa durante diecisiete largos años.

Zachell mueve el caballo para evitar movimientos futuros de varias de las piezas de su padre.

—Muajajaja. Bastante precavido y paciente de tu parte, veo que te enseñe bien. Y también tus maestros de ajedrez por lo que veo... —Se siente ansioso mientras observa el tablero, realmente no ve forma de evitar la dominación de Zachell sobre el juego —No voy a gastar movimientos innecesarios, tuve que haberlo visto desde el principio. Conozco el juego que hiciste, pero lograste disimularlo con un principio confuso.

—Sí, hagas lo que hagas, poco a poco iba a ir quitándote tus piezas una por una hasta que solamente quede tu reina contra todos mis peones.

—Ingenioso. Ven, ¿quieres tomar un poco de whisky?

—Seguro.

—Deja el tablero como esta, la criada lo acomodara más tarde. Te sorprendería lo barato que es contratar inmigrantes...

—Ohhh... cuéntame mas sobre eso.

Ambos van al elegante mini bar del señor Maxwell y él sirve los tragos. Teniendo ambos sus vasos se disponen a beber, no sin antes un buen brindis.

—Por ti... hijo, no pares de crecer. ¡Jamás!

Chin, ambos golpean suavemente sus vasos y beben. Zachell no puede evitar arrugar un poco la boca y mover su lengua de un lugar al otro, pareciera que a bebido ácido.

—Es uno antiguo, de lo más caro. Solo dueños de provincias enteras toman de esta marca.

—Cof... ya veo... —Sonríe amable mientras su padre le sirve un poco más, pero realmente no desea sufrir con otro trago —Padre, quisiera un consejo.

—¿De que se trata?

—Pues, es sobre la lealtad de mis trabajadores... hace poco he impartido un segundo y severo castigo a mi empleado de más confianza. ¿Crees que hice mal? ¿Ser severo podría ser contraproducente para mí?

—No lo creo. Los empleados no son amigos, un jefe nunca debe confundir amistad con ningún empleado, no importa que tiempo de confianza y devoción te halla entregado. Si empiezan a fallar o cometer errores que se podían evitar con un poco mas de esfuerzo... entonces un castigo ejemplar para él y el resto de los empleados es sumamente necesario. A corto plazo habrá rechazo por tu acción, aunque los beneficios a largo plazo hará que todos entiendan quien manda. 

Zachell asiente pensativo mientras ve a la nada.

—Gracias padre, ¿qué tal va tu relacion con el diputado Albarez, sigues trabajando para él?

—Ahhh... me cansa, es un viejo tonto. Es un viejo que no puede controlarse, golpeo a una de sus mujeres con tanta fuerza que rompio la columna de la desgraciada, ella no volvera a caminar jamás. Logre librarlo hace un tiempo por unos golpes evidentes en el rostro sin embargo esto es demasiado, esta ves lo hizo de nuevo y se paso de la raya... para el colmo lo hizo en la ascienda que figura en su documento de identidad.

—Pero que cabeza dur... —Zachell quiere llevar el vaso hacia sus labios pero su brazo se pone rígido sobre la mesa.

—Si, realmente voy a desviar este juicio a un novato y evitar humillarme con él. A veces evitar caer dentro de pozos profundos no es de cobardes, sino de sabios —Maxwell toma un trago y nota que su hijo mira hacia la nada y empieza a temblar —¿Qué te pasa?

El morocho se da cuenta de inmediato de que se trata, es una sensación con la que tiene que convivir de ves en cuando—n... n... nada... vo... tengo... que irme... fue... un... un... un plac... Eck... —Zachell intenta levantarse para salir del lugar pero cae y el vaso se rompe en el suelo sin mas.

Su padre se da cuenta de inmediato y arruga el rostro mientras ve a su hijo temblar sin control en el suelo —¿¡Otra vez!?

Zachell sufre convulsiones incontrolables, sus ojos ven hacia su padre y solo ve una mueca de disgusto ofrecida por él.

—Realmente no entiendo como puedes seguir haciendo el tonto enfrente de mi, con tu hobby enfermizo, ¡Tenes que superarlo! —Toma todo el trago y se sonroja por lo fuerte que es la bebida.

Maxwell sirve más en su vaso y voltea de nuevo hacia Zachell para hablarle de nuevo.

—Pst, no importa cuanto esmero te dedique, siempre serás mi hijastro y no tendrás ningún valor en lo que respecta a mi opinión. Alguien que no es y jamás merecerá ser mi hijo —Sacude la cara de un lado al otro con los ojos para arriba expresando un tremendo disgusto y arroja el whisky a la cara de Zachell. 

El chico siente como el alcohol le quema los ojos y no puede evitar llorar mientras sigue revolcándose y golpeando con fuerza su cabeza contra el suelo. Maxwell no puede evitar incomodarse al escuchar el molesto ruido que hace Zachell. Saca un pañuelo de su chaqueta y lo moja con la bebida alcohólica. Teniendo listo el trapo humedecido se acerca al chico y presiona con fuerza el trapo contra la nariz del joven.

—Yo curare tu maldito chiste, ahora mismo. Así dejaras de avergonzarme... 

Zachell pone en blanco sus ojos, se desmaya y deja de revolcarse. El señor patea el brazo del chico y sacude sus manos en su ropa.

—Eso es por ensuciar mis cerámicas. Diecisiete y eres un bastardo maleducado, tu abuelo me hubiera azotado hasta dejar visibles mis huesos si hiciera las tonterías que haces tu.

Tras decir eso llama a su empleada y ella comienza a acomodar todo y luego a limpiar el lugar.

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Luego de terminar de comer alguien arroja una porción de flan a la cabeza de Ethan, este se da vuelta de inmediato para ver quien fue pero no puede ver al culpable. Sin mas se lleva la bandeja, la deja en el lugar donde se amontonan estas y camina por los pasillos de la escuela para ir directo al baño pero una vez lo detiene, una voz femenina para ser mas precisos... ¿será la chica del otro día?...


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LucisWhere stories live. Discover now