CAP. 12.- TODOS TIENEN RAZONES DIFERENTES...

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CAP. 12.- TODOS TIENEN RAZONES DIFERENTES...

Después de un largo día de entrenamiento, un buen almuerzo, largas horas de papeleo y una buena ducha fría, Soarin estaba tendido en su cama sin nada más que hacer que pensar, leer o dormir hasta la cena.

La segunda y tercera parecían tentadoras opciones, pero se le era imposible a causa de la primera. Durante el resto del entrenamiento, Soarin había tenido en la mente a Dash. No solo su increíble habilidad en la batalla, sino también los recuerdos de la noche anterior. Sus palabras a sus soldados caídos, la tenue luz plateada de la luna contra su pelaje, el rosa en sus mejillas, sus lágrimas y su sonrisa.

Oh ¡Qué no daría por poder ver una vez más esa sonrisa!

Soarin parpadeó. Eso sonaba demasiado cursi para él.

Con el objetivo de distraer su mente, miró al reloj en su velador. Eran las 5 p.m. Todavía faltaban 2 horas para la cena. Si había algo que quienes conocían a Soarin sabían, era su inmenso apetito. Eso y su amor platónico por los Pies.

Sin muchas opciones para pasar el tiempo se levantó de su cama y se dispuso a salir de su tienda. Tal vez dar una vuelta alrededor de la base, visitar a Double Diamond y conocer un poco a los soldados del escuadrón 14.C le ayudara a sentirse más en casa y de paso, matar el tiempo.

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Dash se encontraba en su carpa, recostada en su cama, con su cabeza apoyada en sus cascos, disfrutando de un momento de silencio.

Pocas eran las ocasiones en que podía disfrutar de paz y tiempo para sí misma, una vez al mes para ser exacta.

Dash extendió sus alas (la herida libre de la ortopedia) y las dejó caer sobre su cama suavemente, abriendo las plumas para que tomen aire. Cerró los ojos y por un momento se imaginó de vuelta en Cloudsdale, en su habitación, en la casa en la que creció, en una tarde de verano, con el sonido de los pájaros cantando en su ventana. En cambio, al abrir los ojos se encontró en la tienda que ahora llamaba su habitación, en la base que llamaba su "hogar", en una tarde más del año, con el trinar de los pájaros completamente perdido.

Dash suspiró. Equestria había cambiado mucho desde que la guerra empezó, y difícilmente volvería a ser lo mismo que antes, pero había una esperanza.

Levantó la cabeza para ver a un punto en el infinito. Lo que había pasado la noche anterior seguía fresco en su memoria. Como todo había empezado con una simple platica, como las emociones embotelladas habían explotado y como había terminado llorando en el pecho de un corcel que apenas conocía de algunos días. También recordaba sus alas protectoras, la calidez de su cuerpo, sus reconfortantes caricias. Cuando ella estaba tan apenada por sus actos que se separó de él. Pero sobre todo, aquellas bellas palabras que habían escapado de sus labios:

"Tal vez no la conocí antes, pero puedo decir, con toda seguridad, que usted es una estrella que brinda luz y esperanza a los corazones de los ponies que la rodean, incluyéndome, sea que se dé cuenta o no. Es una gran capitana y, sobre todo, una gran yegua"

Esas palabras le calentaron el corazón y no pudo evitar dejar escapar una sonrisa.

Dash sintió un ligero cosquilleo en su estómago. Miró su reflejo confundida ¿Qué le pasaba?

Sacudió la cabeza. Se levantó de su cama y se dispuso a salir de su carpa, para ir a buscar a su madre a la enfermería. Su ala necesitaba su terapia diaria.

Heridas del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora