CAP. 66.- S.O.S REUNIONES

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El Salón del trono era un cuarto amplio y rectangular, la entrada y el trono en sí a lados opuestos del Salón. Enormes ventanales representando diferentes eventos de la historia, así como figuras importantes de Equestria, estaban alineados en las paredes largas del lugar, casi abarcando desde el suelo al techo cada una y separadas por los jarrones de lavanda en las paredes.

Había cuarenta y cinco escuadrones en todo Equestria, repartidos en tres clasificaciones: ofensa, la cual tenía la mayor cantidad de escuadrones; defensa; y, los menos numerosos, evacuación. Todos los Capitanes habían llegado a tiempo y ahora, la sala estaba llena de ellos y sus equipos. En toda la sala había cuarenta y cinco mesas rectangulares, de capacidad de cinco, para los Capitanes con sus Tenientes, Sub-Tenientes, Líder de Enfermería y Jefe de Mecánicos. Organizados por número y letra, del 1 al 15 y de la A a la C, todos ocupaban su lugar en el Salón.

Shining Armor estaba parado al lado derecho del trono, estoico. El corcel apenas había sido visto en los pasillos una que otra vez, tal vez muy ocupado en otras labores.

Desde donde estaba sentado Soarin, las mesas de Spitfire y Fleetfoot a sus lados, apenas podía ver a Dash por entre las cabezas del Capitán y Sub-Teniente de un escuadrón instalado a una mesa al frente de ella y su escuadrón. Cuando se movían a un lado podía espiar ratos de la yegua, ocupada discutiendo algo con Maud, sentada a su izquierda, o leyendo su carpeta de informes.

Del 6.B al 14.C había bastantes escuadrones. Soarin y Dash incluso estaban a lados opuestos del salón.

Un murmullo respetuoso se alzaba sobre el lugar. La Princesa Celestia no llegaba aún. Todos estaban muy ocupados revisando sus puntos, sus peticiones y discutiendo cual sería el importante tema del cual la Princesa tenía que hablar con ellos. Soarin decidió que debía hacer lo mismo, así que, a pesar de que ya lo había hecho mil veces antes, abrió su carpeta y releyó sus apuntes, deteniéndose en aquellos que creyó conveniente corregir, a pesar de que no había mucho que corregir allí.

De pronto, unas trompetas resonaron por el cuarto, tocadas por los dos guardias a los lados de las puertas de entrada, tan altas como el resto de las puertas del Palacio.

El guardia de la derecha de la puerta gritó, voz en cuello: "¡Presentando a su Majestad La Princesa Celestia!"

Acto seguido, auras mágicas iluminaron los cuernos de ambos guardias y rodearon las perillas, abriéndolas de par en par en una perfecta sincronía posible solo de guardias reales, por supuesto.

Majestuosa y con su melena y cola ondeando continuamente tras ella, la Princesa Celestia expandió sus alas y entró en el pasillo con perfecta postura y expresión firme, caminando con gracia hacia adelante. El sonido de las sillas deslizándose por el piso al mismo tiempo llenó el espacio, y todos los presentes de pusieron de pie, agachando la cabeza en una respetuosa reverencia hacia la Princesa.

La historia de la repentina aparición de la Princesa Celestia y la Princesa Luna era incierta y borrosa. Nadie podría decir en ciencia cierta de dónde estas dos majestuosas hermanas habían salido, ni qué ponies eran sus progenitores; sin embargo, agraciadas con justicia, nobleza, belleza y un puro corazón, era evidente que no había mejores ponies para ocupar el rol de líderes en Equestria, fundado pocos años antes de la repentina aparición de ambas en la historia. Pero entonces eran solo bebés encontradas por el mítico Starswirl, quien las crió como a sus hijas y las educó para que alguna vez ascendieran al trono.

Y hoy, la Princesa Luna estaba atrapada en la luna, y la Princesa Celestia reinaba sola en Equestria, comandando un ejército completo de valientes soldados.

La Princesa Celestia avanzó frente a cada Capitán y hasta su trono, donde se dio la vuelta para mirarlos.

"Descanso, mis queridos ponies"

Heridas del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora