CAP. 51.- SACRIFICIOS

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CAP. 51.- SACRIFICIOS

Applejack seguía a toda la multitud de soldados. Cada cierto tiempo sentía una punzada de molestia en sus patas traseras, pero no era suficiente para ser insoportable. La enfermera Firefly le había asegurado que sus cascos estarían bien en poco tiempo, y eso estaba bien para ella. Solo no debía volver a patear algo así.

Había sido la patada más potente que había dado. Los manzanos de la granja eran fáciles, lo había dominado después de años de práctica: Una sola patada lo suficientemente fuerte para hacer caer las manzanas pero no para hacerle daño a la corteza era todo lo necesario. Con práctica, no era algo tan difícil.

Sin embargo, si tenía que volver a causar una avalancha para salvar a alguien, no dudaría en hacerlo.

"Applejack... Tengo miedo"

Applejack miró a su derecha. Twilight estaba allí, con ella, caminando hacia su primera batalla. Estaba hecha un manojo de nervios, encogida y temblando de nerviosismo.

"No tengas miedo" trató de tranquilizarla Applejack "Todo estará bien"

Twilight sacudió la melena. La llevaba suelta desde que habían llegado al campamento "Pero... ¿Qué pasará si Rainbow Dash muere? ¿Qué hay de nuestro plan? Si somos tan importantes en el destino de Equestria ¿Cómo nos las arreglaremos si nos falta una?"

Applejack le puso un casco en el hombro "Piensa positivo, Twilight. No mentiré: Yo estoy igual de preocupada. Pero debemos confiar en que Dash sabrá cómo salir de esta"

Twilight asintió.

Después un momento de silencio, Twilight volvió a hablar.

"¿Crees que alguna vez nos escuche?" preguntó.

Applejack se lo pensó profundamente.

"Tendremos que esperar a ver qué pasa. Por ahora, concentra tus ruegos en que no muera"

~~~

Soarin estaba al borde del desmayo.

La cabeza le daba vueltas. Se sentía corto de fuerza. Las patas le pesaban como si tuviera atadas rocas mientras las movía contra la nieve que cubría en valle.

Lo que lo mantenía en pie era la angustia.

Tenía la mente llena de probabilidades que su cerebro había sacado de Celestia sabrá donde. Y de todas esas, la mayoría tenía un final trágico. Muchas incluían dagas, rocas y espadas. Soarin sentía que iba a vomitar.

Probablemente había sido una buena idea no haber comido nada antes de salir.

Avanzaba al frente de los soldados. El grupo estaba reducido y herido por la última batalla, dos días atrás: Nadie se había librado. Todos tenían algún tipo de vendaje o parche sobre sus heridas. Él mismo todavía sentía los parches distribuidos por distintos puntos de su cuerpo. Afortunadamente, el baño de hielo había ayudado mucho a aliviar el entumecimiento, pues Soarin podía moverse con libertad.

Eso no lo volvía menos doloroso.

Soarin miró alrededor. Se sorprendió de que, a pesar de ser tan importante lo que iba a pasar, Dash guiaba al grupo caminando como si solo fuera al mercado a comprar avena. Era increíble lo fácil que le era a ella mantenerse tranquila bajo presión.

Pero parecía ida. Tenía la mirada perdida en algún punto delante de sí, como profunda en sus pensamientos.

¿Qué estaría pensado? Soarin solo se lo podía imaginar.

Levantó sus ojos verdes al cielo. Las gruesas nubes que lo cubrían anunciaban otra nevada, probablemente esa noche. Soarin se preguntó a quien se le había ocurrido que era el mejor día para empezar el invierno. Era ridículo, pues incluso lo habían adelantado un poco.

Heridas del PasadoWhere stories live. Discover now