Capítulo 32: "Eres un maldito bastardo"

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-Todo estará bien –Julie me aseguró, mientras pasaba su mano por mi espalda, lentamente.

Me concentré en aquel sentimiento, tratando de ganar el suficiente valor para entrar a la casa de James. Porque, diablos, el hecho de que tanto Mackenzie como Caroline estuvieran ahí dentro, no me daba una muy buena sensación.

Caroline era un maldito tornado y le importaba un demonio qué o a quién destruía en el proceso de pasar.

Y Mackenzie. Ella era la amenaza más grande de Caroline. La pelirroja la odiaba con pasión, una pasión que había crecido, conforme los sentimientos de James hacia ella, iban creciendo también.

Era de locos. Como ellas habían sido mejores amigas un tiempo atrás y ahora estaban completamente separadas.

-Jules –susurré, sintiéndome ligeramente nervioso sobre cómo iba a finalizar el día.

Estaba asustado de que ella fuera a salir herida, con la idiotez de Caroline.

-Vamos, cariño –replicó, mostrándome su hermosa e inocente sonrisa-. Estoy aquí, contigo –agregó, antes de dejar un rápido y delicado beso en mis labios.

Eso fue todo lo que tomó para ganar suficiente valor para finalmente entrar a la casa.

Y me sorprendió encontrar solo silencio, enloquecedor silencio. ¿Acaso habíamos llegado demasiado tarde? ¿Se habían ido? ¿Qué había sucedido?

Yo sabía, claramente, que me estaba aferrando a los dedos de Julie, pero ella no dijo nada sobre ello, mientras me seguía lentamente, por detrás.

Entonces, ellos entraron en mi línea de visión.

Caroline, James y Mackenzie.

Y por todos los cielos. Era ella.

Después de casi un año sin siquiera obtener un pequeño vistazo suyo, estaba finalmente de regreso.

Y no podía creerlo, realmente.

Aún así, lo que estaba por suceder, probablemente arruinaría todo, sin dejarme una oportunidad de realmente disfrutarlo, por al menos un segundo.

Y tenía toda la razón. Caroline no perdió tiempo, desde el momento en que sus ojos se plantaron en mí.

-Gracias, Owen, por hacer tu maravillosa entrada –la irritante voz de Caroline logró enviar escalofríos por toda mi columna-. Tienes una enorme parte en esto, también –continuó. Sus ojos se movieron hacia Julie, entonces. E instintivamente, en un gesto protector, la puse detrás de mí-. Y trajiste a otra de tus putas –espetó, haciéndome torcer el gesto, terriblemente disgustado por sus palabras-. Incluso mejor –agregó.

Sentí la necesidad de callarla, sin importar lo que tomara.

¿Cómo diablos se atrevía a hablarle así a Julie?

¿Quién diablos se creía que era?

-Caroline –espeté, pero ella alzó su mano, claramente indicándome que me mantuviera callado.

Y, finalmente, me permití a mí mismo apreciar la escena frente a mí.

Mackenzie. La dulce chica de las trenzas que había conocido hacía tan solo un par de años. La que siempre sabía hacerme sonreír, con cualquier cosa que dijera o hiciera.

No había cambiado en lo más mínimo. Y, al mismo tiempo, parecía haber cambiado una infinidad.

Su cabello tan rubio que, a veces, lucía blanco, estaba suelto y no en trenzas, como solía estarlo. Y sus ojos grises estaban fijos en James, como si realmente no pudiera creer que él estuviera ahí.

Simplemente, Julie (Clichés 2°) [EN CORRECIÓN]Where stories live. Discover now