Parte 3

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Septiembre 1983.

— Tienes suerte de que me agrades, Stretch. ¡Cinco minutos más e iba a comenzar a servir ensaladas sin ti! -le dijo Camila a su compañera, lanzándole rápidamente una camiseta limpia de una mochila que estaba en el suelo de la cocina.

Lauren se quitó su camiseta gris en un rápido movimiento. Camila apartó la mirada y fingió estar ocupada poniendo los platos con ensalada en una bandeja grande. Lauren no tenía inhibiciones acerca de su propio cuerpo y raramente llevaba sujetador. Se abrochó la camiseta blanca limpia, mientras una pequeña sonrisa aparecía en su boca al ver avergonzarse a su pequeña amiga.

Se preguntaba si era el conocimiento de sus preferencias o simplemente su cuerpo desnudo lo que hacía a Camila avergonzarse. Lauren y su compañera nunca habían hablado de eso, pero estaba segura de que Camila había oído hablar de ello por lo menos a algunos de los estudiantes en la universidad.

— Gracias, Hobbit², te lo debo. -sonrió Lauren a su amiga.

— Bueno, sé cómo podrías pagármelo. -le devolvió Camila la sonrisa. Lauren se quejó, no veía venir nada bueno.

Camila continuó como si no hubiese escuchado el quejido, le lanzó un cepillo a su compañera y la observó alisarse su negra melena.

Habrá un concierto de Demi Lovato en Hopewell, el viernes por la noche y me encantaría escucharla, pero odio ir a esas cosas sola. ¿Qué me dices? -le rogó Camila.

Lauren repasó la lista de excusas que podría utilizar, pero fue capturada por la encantadora mirada de su pequeña amiga.

— Está bien, considéralo hecho. - contestó la ojiverde.

— ¡Sí!! -dijo Camila triunfalmente. —Bien, tú primero -dijo la castaña, dándole una bandeja de metal a su amiga.

Ambas entraron en el comedor y empezaron a servir el primer plato a las ya sentadas mujeres.

— Bueno, bueno, pero si es nuestro dúo de servicio favorito. -comenzó Taylor Swift cuando vio a Camila. — Veamos qué fue esta vez... oh sí, arte pornográfico en el periódico de la Casa. -Lauren resopló ante la descripción de su trabajo.

* * * * *


De hecho había sido el primer trabajo de la pelinegra que Camila había visto. Lauren estaba en la Facultad de Bellas Artes de New Jersey, mientras que Camila se esforzaba en Literatura Inglesa. Pasaron muchas noches estudiando en su habitación o en la biblioteca del campus. Camila observaba por el rabillo del ojo a su compañera de habitación dibujando un borrador tras otro. Cuando Camila le pedía que le dejase ver alguno de sus trabajos, Lauren cerraba rápidamente su cuaderno y musitaba algo sobre trabajo inacabado.

Un día, cuando Camila volvía de un pesado día de clases, había un gran portafolio en su pupitre con una nota a mano, de Lauren:

— "Recuerda: si no tienes nada amable que decir, mejor no digas nada." -Camila sonrió. Era un dibujo de Dumbo, de la película de Disney, Dumbo.

Camila tuvo que arrastrar literalmente a su amiga al teatro para verla, la ojiverde obviamente escondiéndose en su asiento para que nadie pudiera reconocerla. Camila, sin embargo, no se sorprendió del todo cuando se giró echando un vistazo a su amiga durante la escena donde la madre de Dumbo estaba encerrada en una caja, mientras sacaba su larga trompa para acariciar a su pequeño bebé y notar que Lauren tenía lágrimas en los ojos.

La castaña observó con cuidado cada dibujo, algunos con anotaciones en los márgenes sobre cómo pintar o esculpir determinadas zonas. La mayoría eran de mujeres, algunas con los músculos definidos, otras repletas de suaves curvas. El último era un dibujo en tinta negra. Eran dos mujeres abrazándose. Era algo más que un abrazo, era algo erótico. Ambas tenían sus rostros escondidos. Una tras su larga cabellera cayendo sobre sus rasgos, la otra tenía su rostro girado. La más pequeña tenía sus labios rozando el pezón de la otra mujer, la más alta parecía atraerla más a ella. La imagen causó una extraña sensación dentro de Camila, pero pensó que era la cosa más maravillosa que había visto en la vida. Era tan real en sus formas que no se podía decir dónde terminaba una mujer y surgía la otra. Cuando finalmente Lauren volvió a casa esa noche, con algo de borrachera, sonrió mientras su compañera la ayudaba a encontrar su cama. La artista sintió cómo desaparecía el gran peso que sentía en sus hombros mientras el sueño la superaba con las alabanzas de Camila en sus pensamientos.

* * * * *


La cara de Taylor mostró un gesto de desagrado. ―¿Has dicho algo, Lauren? -Lauren se movió a un lado para atender a la presidenta y tosió.

― No, creo que me estoy engripando... -y entonces tosió con fuerza y ofreció la ensaladera de su mano a la presidenta.

Taylor la miró disgustada y vio la sonrisa en la cara de Camila.

― Miss Cabello, esto comienza a ser habitual. Espero no haberme equivocado al ponerte en la misma habitación que Miss Jauregui. -la mujer que permanecía sentada mostró una sonrisa maliciosa. ― Espero que Lauren no esté enseñándote cosas malas. -varias chicas rieron fuertemente ante el comentario de la víbora de Taylor.

Camila pensó que las palabras debían de ser un chiste, pero no entendió la broma. Sin embargo alcanzó a ver la mirada que Lauren lanzó a Taylor. Un fuego eléctrico verde azulado salía de los ojos de Lauren y su mandíbula estaba firmemente apretada mientras se detenía frente a la mujer sentada.

Camila interceptó el movimiento de su amiga, colocándose entre ambas.

―No lo hagas, hermana. -dijo Camila con esa manera servicial que tanto asombraba a Lauren que pudiera evocar.

¡Debería ser actriz! -pensaba Lauren.

―Saben, si no estuvieran aquí por herencia, estarían ahora mismo durmiendo en la residencia de estudiantes. -dijo Taylor muy molesta.

― Sí, hermana. Lo comprendemos. Intentaremos hacerlo mejor. -Camila sonrió con su apaciguadora y dulce sonrisa, que sólo ella sabía hacerlo.

― Miss Cabello, ¿cómo es posible que tú seas la única en la Fraternidad capaz de hacer que un "sí, hermana" suene a "que te follen"? -preguntó Taylor, encarándola.

―No tengo ni la menor idea de a qué te refieres, hermana. -replicó una sonriente Camila.

Taylor no quería buscar bronca, pero esa mujercita se lo estaba buscando. O al menos es lo que ella creía.

― ¡A trabajar... ambas! ¡Salgan de mi vista las dos! -dijo Taylor acaloradamente.

―Sí, hermana... -dijeron las compañeras al unísono mientras abandonaban el comedor con una sonrisa burlona en sus labios.

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Aquí otro capítulo... me gustaría saber qué opinan de la historia, capaz y más tarde suba otro capítulo.

Gracias a las que votan, comentan y van guardando la historia en sus Listas de Lecturas. Besos.

Atte;

×Sarah

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now