Parte 24

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Agosto 1986

― Puedo hacerlo, ¿verdad? -preguntó Lauren a Camila mientras sacaba a Luna del asiento trasero de su Cherokee.

― ¡Pues claro que puedes! -Camila sonrió cómplicemente a su amiga.

— Oh Dios, Camila, lo que esa sonrisa hace en mí... Sólo por ti, Hobbit²... sólo por ti... -era el pensamiento de la artista.

Lauren cogió a la niña de un año y 8 meses de los brazos de su madre. Luna estaba creciendo pasito a pasito. Incluso en esos momentos parecía que fuera la hija de Lauren. La artista se tiraba al suelo con Luna y movía una pequeña pelota de baloncesto de plástico frente a ella. Haciendo burla a su madre, diciendo que cuando dejaran a las mujeres entrar en la NBA ella estaría preparada para jugar en los Lakers. Camila siempre dejaba de hacer lo que tuviera entre manos, entraba en la habitación, y decía que o en los Bulls o nada.

Las dos mujeres atravesaron las puertas de la iglesia y bajaron las escaleras, Camila abriendo el paso. Cuando llegaron al sótano había un buen número de personas sentadas en sillas plegables, algunas paseando al rededor, saludándose antes de que comenzara la reunión. Una mujer de tal vez la edad de Lauren estaba sentada ante una pequeña mesa plegable y les hizo un gesto.

― Hola, soy Eva. ¿Cómo están esta noche? -dijo Eva con una pequeña sonrisa.

― Bien, hermana. -respondió Camila ofreciendo su mano para estrechar la de Eva. ― Soy Camila, he hablado contigo esta mañana por teléfono.

― Cierto, Camila, y ésta debe ser el ángel responsable del grito que he oído por detrás. -replicó Eva señalando a Luna. ― Tú debes de ser Lauren. Encantada de conocerte.

― Lo mismo digo, hermana. -respondió Lauren nerviosa. Después de todo, nadie deja atrás doce años en un colegio católico.

― Oh, por favor, díganme simplemente Eva. Nadie me dice hermana. Bueno, tal vez mi madre, pero lo hace sólo para impresionar a las mujeres en el bingo. -rió Eva. ― Así que, Lauren, lo vas a intentar, ¿no?

― Bueno, "intentar" es la palabra clave. -respondió Lauren. ― Realmente no sé nada sobre este programa de los doce pasos, pero lo intentaré.

― ¡Genial! Eso era justo lo que quería oír. Todo empieza con la voluntad de querer cambiar, ya lo sabes. Camila, ¿porqué no te llevas a la niña para que Lauren y yo podamos ir a la parte de atrás para una pequeña charla? Si te parece bien, Lauren.

― Umm, sin problema. -replicó Lauren. Sus rodillas no hacían más que temblar.

Una vez Eva se hubiera dado la vuelta y alejado, asumiendo que Lauren la seguiría, la artista se volvió a su compañera.

― Camz, no sé si podré hablar con una monja...

― Está bien. No es exactamente la típica monja. Ve, Luna y yo nos sentaremos fuera a esperarte. -dijo riendo Camila a su amiga, viendo cómo la figura de Lauren se adentraba en las oficinas de la parte de atrás.

― Está bien, Lauren, escucha. No tienes que hacer aquí nada que no quieras. -dijo Eva con una suave palmada en los hombros de la mujer.

Lauren se relajó, sus hombros perdieron algo de la tensión que tenían. Eva le ofreció una taza de café y una vez la mujer que tenía frente a ella comenzó a hacer preguntas, la artista se encontró abriéndose más de lo que había pensado que sería capaz. Durante el tiempo que ellas estuvieron dentro, Lauren descubrió que le había confesado a esa mujer cosas que ni siquiera Camila sabía de ella.

Eva sonrió para sí misma mientras veía a la pelinegra sentarse junto a la pequeña castaña. Había visto muchos casos peores desde que había empezado a trabajar en ese programa, pero era difícil dar con una mujer que quisiera quitarse la adicción tanto como aquella. A Eva le gustaba que la gente que iba tuviera a alguien que los acompañara, alguien que se preocupara lo suficiente como para ayudarles a volver a ser una persona entera de nuevo. Podía decir, sin embargo, que la artista estaba a punto de salir corriendo. Parecía un pequeño conejo asustado, a pesar de que mostraba una buena fachada. Era fuerte. Sabía que si Lauren salía corriendo esa noche, nunca volvería.

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora