Parte 9

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Camila acercó un poco más su agenda de direcciones a su rostro, colocándose sus gafas para leer su propia pequeña letra. — Dios, sólo puedo desear que no esté en casa y le pueda dejar un mensaje para que me llame. No puedo creer que me suden las manos. -musitó Camila.

La escritora recogió el teléfono y se apoyó contra el cabecero de la cama. Habían pasado quince años sin oír su voz. Se mandaban fielmente regalos en Navidad y cumpleaños, las cartas solían intercalarse durante todo el año; con la llegada de los ordenadores, se mandaban e-mails al menos una vez al mes. Nunca se veían y nunca se llamaban. Ambas entendían lo peligroso que era, aunque cada una de ellas, tenían sus propias razones. Ahora, sin embargo, Camila tenía que tragarse su orgullo y dejar sus emociones a un lado donde no pudieran doler. Su amiga siempre estaba dispuesta a hacer lo que fuera por Camila en aquellos años, ella estaría dispuesta a hacer lo que fuera ahora; sufrir o humillarse por su hija. — Dios, sé que siempre he querido que sea feliz, pero espero que no esté con nadie. Eso sería demasiado para mí. -Camila apretó los números del teléfono y exhaló un suspiro mientras el teléfono empezaba a sonar.

* * * * * *

Lauren estaba cubierta del polvo que su equipo expulsaba por alrededor. Su largo pelo negro estaba sujeto en una coleta mal recogida, mientras trabajaba, una máscara de filtro cubría parte de su cara. Entre el sonido de su equipo y el silencio de la máscara, casi no se dio cuenta del teléfono. Fue una extraña sensación. Como cuando apagas la aspiradora porque juras que el teléfono está sonando pero no hay ningún sonido cuando la apagas, en este caso, sí sonaba.

Lauren gruñó y se arrancó la máscara del rostro, alcanzando el teléfono que estaba apoyado en un taburete en la esquina del estudio. Estaba segura de que era Allyson. La propietaria de la galería estaba siempre al borde del pánico antes de una exposición.

— ¿QUÉ? -gruñó al contestar.

— Es genial saber que tus modales hasta por teléfono siguen siendo tan amables como siempre, Stretch¹...

Lauren estaba en medio de su estudio. Dejó caer la máscara suavemente de su agarre. El sonido al otro lado de la línea no podía ser verdad. Pero, realmente, sólo había una mujer que pudiera llamarla así.

— Lauren, ¿estás ahí? -preguntó Camila.

Oh, sí, la voz era definitivamente real. Nadie en el mundo decía el nombre de la artista como su vieja amiga lo hacía.

— ¿Cam... Camz? -una sensación, como si estuviera quedándose sin sangre, comenzó a extenderse por todo su cuerpo. Su estómago de repente hizo que se mareara y comenzó a sudar. Lauren se sentó pesadamente en el taburete que estaba detrás suyo.

— ¿Estás bien... es Luna...? -comenzó la artista, alarmada.

— No,  o sea, estamos bien... por decirlo así, de algún modo. -respondió Camila, sin saber por dónde comenzar. Lauren sabía que Camila había tenido algún problema ocasional con Luna, pero nunca había imaginado que se hubiera profundizado.

— Stretch¹, necesito... -Camila alzó los ojos al techo, dispuesta a no dejar que las lágrimas cayeran. Pocas veces la obedecían, aunque estaba haciendo todo un esfuerzo.

— ¿Qué es, cariño? -preguntó Lauren, quedándose quince años en nada, mientras sentía que estaba sentada en el suelo de la habitación de nuevo.

La voz de su amiga combinada con la expresión de cariño abrió el camino a que las lágrimas de Camila cayeran.

— Necesito pedirte un favor. -dijo Camila.

— La respuesta siempre seguirá siendo . -respondió Lauren.

— Ni siquiera sabes qué te voy a pedir. -rió y lloró Camila al mismo tiempo. Lauren sonrió al teléfono.

El Amor Es Ciego... (CAMREN)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن