Parte 11

2.7K 226 17
                                    

— Hola. He comprado en el chino. ¿Te parece bien? -dijo Luna mientras entraba en el loft cargando con las bolsas.

— Suena bien, y huele también bien. -dijo Camila con una sonrisa. — Estoy más que dispuesta a un descanso… -Luna miró la cara de su madre cuando la mujer no la miraba. La joven se dio cuenta de que el púrpura en su pómulo seguía igual de grande que la noche anterior. El hecho de que los ojos de su madre le decían que había pasado la tarde llorando tampoco se escapó de su atención.

Se sentó en el suelo de la sala de estar, dispersando un buen número de cajas de comida en la mesa del café. No habían hablado mucho, pero madre e hija disfrutaban del momento simplemente porque no estaban peleándose. Ese tipo de descansos eran raros en los últimos tiempos.

Ambas se apoyaron contra el sofá, pero finalmente, Camila se sentó en un hueco de la mesa.

— Dios, me estoy haciendo mayor para los suelos de parqué. -rió.

Después de unos momentos, Luna se giró y apoyó el codo en el espacio de sofá donde descansaban las piernas de su madre.

— Así que… ¿vas a mandarme a uno de esos lugares de rehabilitación de drogas en Malasia, donde te tratan como un prisionero de guerra?  -preguntó Luna suavemente.

— ¿De dónde has sacado una idea como esa? -preguntó Camila, sentándose más recta.

— He visto algo en 60". Esos padres estaban completamente felices, aunque parecía que a sus hijos les habían hecho un lavado de cerebro cuando volvían. -replicó Luna. En el fondo de su corazón, no creía que su madre realmente la mandara a un sitio como ese, pero esta vez había cruzado la línea y no había un previo a lo que su generalmente amorosa madre tenía en mente.

— No tengo ninguna intención de mandarte a un sitio de esos…

— Pero, me vas a mandar a algún sitio, ¿verdad? -preguntó Luna.

Bien, ahí va.

— Creo que será algo divertido para ti. Nunca has estado en California. Bueno, realmente has estado, pero no creo que te acuerdes, teniendo en cuenta que solo tenías dos años en aquel momento.... -respondió Camila.

— ¿Es algo como la Betty Ford? -preguntó Luna nerviosa.

— Luna, quiero que vayas a vivir con Lauren, durante seis meses. -dijo Camila seriamente.

— Ni siquiera la conozco mamá. Quiero decir, sé que ustedes son amigas de toda la vida y que es la más increíble mujer del mundo según tú, pero es una extraña para mí. ,explicó Luna. — ¿No podría simplemente ir a la escuela o vivir en un apartamento fuera de casa?

— Cariño, lo primero de todo, no te voy a mandar fuera para que puedas hacer lo que te dé la gana. -Camila acarició el pelo de su hija. Luna raramente aceptaba los cariños de nadie y se podía decir que, aunque su hija lo estaba intentando, la joven se tensó al momento. — Segundo, ¿realmente crees que has ahorrado lo suficiente como para vivir fuera de casa sin ayuda? -preguntó Camila.

— Supongo que no. -respondió Luna.

La joven cerró sus ojos y disfruto del tacto de su madre. Al principio la incomodó un poco, pero de repente ansiaba las cariñosas caricias de ella. Un sentimiento de miedo la traspasó. No solo sería vivir con una extraña, sino que en diecisiete años estaría sin su madre por primera vez. Luna apoyó la cabeza en la pierna de su madre y dejó que la tranquilizadora voz de su madre la reconfortara por primera vez en mucho tiempo.

— Le he preguntado a Lauren y está esperando ya.

— Mamá… -sonrió Luna a su madre — o me estás mintiendo o no le has contado lo que he andado haciendo últimamente…

Camila devolvió el comentario con una sonrisa.

Señor, se parece tanto a Lauren cuando hace eso... -pensaba Camila. —Touché. Y simplemente ha dicho que está deseando verte de nuevo… -replicó Camila.

— En el fondo suena bien. Apenas la recuerdo, sin embargo… -dijo Luna con preocupación.

— Solías llorar si no estaba en casa para meterte en la cama. Te quería mucho. -terminó Camila suavemente.

Su madre le había contado historias de cuando era pequeña y su conexión con Lauren, pero no podía recordar mucho de todo ello. Tenía sólo dos años cuando las dos mujeres habían tomado caminos diferentes, pero a veces, cuando Luna veía a su madre haciendo los ejercicios de cada día, tenía la sensación de haber sido testigo de esa misma escena antes, pero su madre no estaba sola en sus recuerdos. Siempre había una oscura figura silenciosa al lado de su madre, pero Luna no podía poner un rostro a su aparición. Después de tantos años era como si la silenciosa extraña no fuera real, sólo parte de los sueños de Luna.

— Si me quería tanto y se llevaban tan bien... ¿porqué no siguieron juntas?

— Es... complicado. -respondió Camila, y Luna supo por la mirada que su madre le ofrecía, que no habría mayor explicación.

— Es curioso. Conocí a Lauren cuando yo tenía tu edad… -murmuró Camila casi para sí misma. — Me lo prometiste, Luna. ¿Mantendrás tu promesa? -preguntó Camila, levantando la barbilla de su hija hasta que sus ojos se encontraron.

Luna intentó darle a su madre una sonrisa.

— Te lo prometo mamá. No te fallaré esta vez. -respondió Luna.

— Sé lo difícil que es lo que te pido que hagas, Luna. Cuando tengas uno de esos insoportables días tan solo recuerda: yo creo en ti, cariño… -replicó Camila, agachándose para besar la cabeza de su hija.

Ambas mujeres asintieron ante dicha promesa y el consuelo que parecía, preguntándose si se mantendría realmente.

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now