Parte 55

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- ¿Estás dormida? -murmuró Luna.

- Uh unh. -negó Camila con la cabeza, abriendo sus ojos. La mujer mayor estaba arrebujada en el gran sillón de la habitación familiar, donde había caído dormida ante los sonidos del otro lado de la casa, principalmente de la lijadora de Lauren.

- ¿Podemos hablar un momento? -inquirió la joven.

- Por supuesto, cariño, ¿qué pasa? -preguntó Camila algo preocupada.

- Yo, uhm... he estado pensando... -Luna se paró y miró a los ojos a su madre. Lauren y ella estaban teóricamente juntas ahora, pero ¿qué pasaba si volvían a vivir a Chicago?

- Quieres quedarte aquí, en California. -respondió su madre al hecho en cuestión.

- ¿Tienes idea de lo mucho que odio que hagas eso? -sonrió su hija.

- Cuando seas madre tendrás ese mismo poder. -rió Camila.

- No creo que esté preparada para volver... -replicó Luna con mirada seria. - Bueno, ahora todo va bien. Quiero decir que Lauren y tú están juntas, podemos vivir aquí, ¿verdad?

- Yo sólo veo un problema, cariño, y es que Lauren no me ha pedido que me quede a vivir aquí.

- Bueno, sí, pero probablemente lo da por hecho, ¿no?

- Al fin y al cabo, Luna, a toda mujer le gusta que le pregunten. -respondió Camila.

Luna pensó que las dos mujeres iban a vivir esa felicidad que se les había denegado, pero sólo si, Dios, éstas dos no lo hacen más complicado de lo que realmente debería ser, se dijo a sí misma.

- ¿Qué es lo que quieres hacer aquí que no puedas hacer en Chicago, Luna?

- Ir a la Universidad de California, la que está aquí en Irvine. Quiero estudiar arte. Sé que portarme bien es algo nuevo para mí, pero estoy dispuesta a trabajar muy duro, mamá, incluso a tener un trabajo para poder pagarla.

- Sabes que el dinero no es un problema, Luna. Te daría una galaxia si es lo que necesitas, pero eres aún muy nueva en el programa y me preocupa lo que pueda pasar cuando Lauren o yo no estemos cerca y tú tengas que afrontar tu primera tentación.

- Lo sé. A mí también me da miedo si lo pienso, pero no puedo estar encerrada en el capullo hasta que no haya alcohol o drogas flotando al rededor...

Camila ya sabía que su respuesta sería un sí. Estaba terriblemente contenta de que su hija hubiera transformado su amor por el arte a una esperanza de futuro.

- Si estuviera de acuerdo, creo que me gustaría que vivieras aquí al menos tu primer año, no en el campus, y desde luego no en una hermandad. -dijo con una irónica sonrisa. - Luna, ¿te molestaría si trabajara en la universidad? Me refiero a que no estaría controlándote, pero... me han hecho una oferta del departamento de filología. -le contó Camila a su hija.

- Mamá, eso sería tan genial... no, no me importaría en absoluto. ¡Me encantaría! -le respondió Luna entusiasta. De repente se mostró seria, frunciendo sus cejas. - No dejarás de escribir, ¿no?

- He tenido problemas con mi escritura, Luna. No me ha salido últimamente. Es extraño, sin embargo, porque siento que está volviendo a mí.

-Tal vez porque Lauren y tú...

- Tal vez... -respondió Camila a la silenciosa pregunta.

- Espero que no tengas que dejarlo, mamá. Eres una buenísima escritora, las cosas que puedes poner en un papel... -siguió Luna. Después miró a los ojos a su madre. - He leído tus libros mientras estaba aquí... -y añadió profundamente: - supongo que debo decir que lamento no haberlos leído antes.

- Gracias, Luna. Además, sólo porque vuelva a enseñar no significa que no pueda escribir también. En cualquier caso el puesto es sólo de medio día, y aunque yo no aceptara el trabajo y no estuviera en California, sé que Lauren estaría encantada de que estés aquí.

Aunque Luna no quería pensar en esa última frase, extendió sus brazos y dio un abrazo de oso a la pequeña mujer.

- Te quiero, mamá. Haré que Lauren y tú estén orgullosas de mí algún día.

Camila pasó tiernamente una mano por la mejilla de su hija.

- Oh, cariño, ya has hecho eso.

* * * * *

Camila se apoyó contra la verja de madera del patio, bajo la mirada de las colinas. Oyó deslizarse las puertas del patio y en unos segundos sintió unos fuertes brazos envolverla por encima de su cuerpo.

- Mmmm, adoro la forma en que tus brazos me hacen sentir. -murmuró a la que estaba tras ella.

- Bueno, creo que me podría acostumbrar a ello. -señaló Lauren, apretando su abrazo y sintiendo el cuerpo de Camila apoyarse contra su pecho.

- Adoro ser capaz de ver las estrellas de esta forma. En Chicago tienes que competir con los edificios y las luces para poder verlas.

- Bien, tal vez tengamos la oportunidad de verlas aquí, en la costa Oeste. -susurró Lauren, atrayendo el cuerpo de Camila más cerca de ella y apoyando su barbilla en el hombro de la mujer más pequeña. - He hablado con mamá hoy. Espero que no te importe, pero le he contado lo nuestro.

- ¿Qué ha dicho? -Lauren dejó escapar una divertida sonrisa.

- Ya la conoces. Actuó como si supiera todo lo que había pasado. Apuesto a que comenzó a gritar como una loca en cuanto colgué. Dijo algo, sin embargo, que me dio que pensar. Le dije que parecía todo tan claro ahora, el amor que sentimos cada una... me pregunté por qué no hemos podido verlo hasta ahora. Me dijo que no era que no pudiéramos verlo, era que no lo veíamos. Tú eres la filósofa. ¿Qué crees que significa?

- No hay nada tan ciego como aquel que no quiere ver... -respondió Camila. - No recuerdo si es una cita o un dicho, tan profesora de inglés que soy... Sin embargo creo que estoy de acuerdo con tu madre.

Camila giró entre los brazos de Lauren y apoyó su mejilla contra el pecho de la artista, escuchando el fuerte y rítmico latido de su corazón.

- Creo que aunque las cosas no hubieran salido así todos estos años, aunque me hubieras profesado tu amor eterno entonces... no lo hubiera visto. Nunca pensé que pudieras amarme. Sabes lo que Sinuhe me hizo. Mierda, nunca pensé que nadie pudiera amarme. Estaba probablemente frente a mí, Lern, y yo me negué a verlo.

Lauren se preguntó una vez más que había hecho bien en su vida para merecerse a la mujer que tenía entre sus brazos.

- Tienes razón... -afirmó Lauren tristemente. - Podrías haberte lanzado a mi cama, Camz, y hubiera rehusado. Nunca pensé ser lo suficientemente buena para ti. Siempre pensé que, algún día, alguien digno de tu amor aparecería para hacerte feliz. Ni siquiera me hubiera permitido ver que podría haber sido yo.

- El amor no es ciego... -dijo Camila, moviendo sucabeza aturdida. - Simplemente es estúpido.

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now