Parte 54

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Lauren murmuró algo ininteligible entre sueños, girándose para coger con su brazo el cuerpo de Camila. El brazo de la artista sintió la cama, y un espacio vacío donde Camila estuviera tumbada antes. El vacío provocó que algo se disparara en el inconsciente de la mujer, haciendo que saliera de su agradable estado de sopor en el que estaba inmersa.

Un suave y rítmico sonido hizo que Lauren se alzara apoyándose en un codo, intentando enfocar con sus ojos entre la tenue luz. Confusa, finalmente encontró la pequeña figura de Camila sentada de piernas cruzadas a los pies de la cama, mientras sus dedos volaban a través de las teclas del pequeño portátil que estaba sobre sus rodillas. El despeinado pelo castaño caía casi cubriendo las gafas que reflejaban la pantalla del ordenador en cada lente. Vestía la blanca camiseta de Lauren y nada más.


— ¿Camz?


— Estoy bien, cariño. Sólo tenía que escribir algunos pensamientos. No te importa, ¿no? -preguntó Camila, parando sus dedos sobre el teclado.


Lauren sonrió algo dormida aún, alegrándose de que la musa de la escritora hubiera vuelto.

— Nope, ¿te importa si sigo durmiendo? -La artista no espero la respuesta antes de girarse sobre su estómago y extendiendo su larga figura desnuda bajo las sábanas de seda. Colocó dos mullidas almohadas bajo su cabeza.


— Vamos, siéntate aquí o a la mañana te va a doler la espalda con ganas...


Camila llegó hasta el hueco que Lauren le había indicado y besó tiernamente la mejilla de la ya dormida mujer. Lauren se acurrucó inconscientemente más cerca de la escritora mientras las teclas retomaban su suave golpeteo. La artista sonrió entre sueños ante el sonido de lo que llegaría a ser un confortable sonido para sus oídos los años venideros.




* * * * *




— Hey… -Luna alzó la mirada del crucigrama que tenía frente a sí en la mesa de la cocina.

— Hey… -murmuró Lauren, dándose cuenta de lo mucho que Luna se parecía a su madre cuando llevaba sus nuevas gafas.


— ¿Viste a Dios anoche? -preguntó Luna en un tono serio.

— ¿Qué? -preguntó Lauren, perpleja. Luna apenas podía mantener el gesto serio.

— Lo he supuesto por cómo le llamabas ayer a la noche, has debido de tener una revelación o algo así. -La joven mujer estaba casi doblada de la risa.

Lauren sabía que se estaba poniendo roja, pero no había nada que pudiera hacer para evitarlo. Había sido cogida con las manos en la masa y ahora tenía que confesar y sufrir las bromas que de seguro iban a sucederse durante bastante tiempo. Aunque Camila y ella habían oído a Luna llegar a la noche, y a pesar de que habían cerrado con llave la puerta de la habitación, había demasiado silencio como para evitarlo. Lauren sonrió a la joven.

— Ríete, pequeña. Puedes decirme todo lo que quieras, pero no quiero que te burles de tu madre así.


— ¿Burlarse de su madre cómo? -preguntó Camila con voz todavía medio dormida. La pequeña castaña se dirigió hacia la cafetera y preparó una taza, primero para ella, y después otra para la alta artista apoyada contra el mostrador. Ofreció la caliente taza a Lauren y con naturalidad besó tiernamente los labios de la alta mujer. Lauren sonrió ante el beso y le devolvió el gesto.


— Buenos días. -sonrió Camila.


— Lo mismo digo. -replicó Lauren, besándole la frente.


— Buenos días a ti también. -Camila se dirigió hasta su sentada hija y le besó en la coronilla. — ¿Qué? -dijo Camila dirigiéndose a su hija. — ¿Realmente pensabas que no estaría de buen humor a la mañana siguiente de...?


Luna casi escupe su té contra la mesa mientras Lauren rompía en una incontrolada y estridente risa que la joven nunca le había oído.


— No creo que se esperara eso de mí. -dijo Camila con una sonrisa mientras volvía a recorrer el camino hasta la habitación para darse una ducha.


— ¿Quién es esa mujer? -preguntó Luna a la artista.


— Esa es la Camila Cabello que yo conozco. Creo que ya puedes ir acostumbrándote a ella, peque… -le dijo Lauren con una sonrisa, dejando su café sin tocar y yendo en la misma dirección que la pequeña castaña había recorrido.

La puerta de la habitación de invitados estaba abierta. Camila estaba sacando ropa limpia del armario y las colocó en la puerta. Lauren entró en la habitación y lentamente se acercó por detrás de la mujer, envolviéndola con sus brazos y besándole tiernamente el cuello.

— Te amo. -le dijo Lauren.

— Mmmm, me gusta oír eso. -respondió Camila, alzando su mano para entrelazar los mechones de la artista. — Yo también te amo.

— ¿Cambiarás tus cosas a la habitación principal? -preguntó Lauren, aguantando el aliento ante la respuesta.

— ¿Estás segura de que me aceptas? -le devolvió Camila, dándole a la mujer una última oportunidad.

— Por supuesto. -respondió Lauren, firmando su respuesta con un beso. —Voy a darme una ducha... ¿te vienes?

— ¿Con Luna en la habitación de al lado? ¿Crees que debemos? -dijo Camila. Lauren sonrió contra la piel del cuello de Camila.

— ¿Crees que oirá algo que no haya oído esta noche? -preguntó juguetona Lauren.

— Nunca lo sabrá... -replicó la castaña alzando una ceja. — Nunca...

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now