Parte 46

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— Estaba pensando en hacer un viaje a San Diego, Lern. ¿Podrás venir? -inquirió Camila.

El jardín japonés se había convertido en el lugar preferido de Camila en la casa, como Lauren siempre supo que sería. Estaban sentadas, disfrutando de la quietud, mientras Lauren se tomaba un respiro de su sucia tarea de pulir y pulverizar.

— Por supuesto. -respondió la artista sin vacilar, calculando mentalmente el tiempo que quedaba para la exposición y lo que aún le quedaba por hacer. Allyson se encargaría de los pequeños detalles, pero siempre había viejos amigos y colegas que a Lauren le gustaba invitar personalmente a sus exposiciones.

Lauren sabía que ese viaje a San Diego significaba que Camila quería visitar a la madre de la artista y que eso haría a Clara Jauregui muy feliz. Ambas mujeres se habían hecho muy cercanas en un espacio de tiempo muy corto; la escritora veía en la mujer la madre que siempre quiso tener. Lauren se preguntó qué tipo de contacto habrían mantenido en los últimos quince años. Podría haber preguntado fácilmente a Camila o a su madre, pero parecía que era cuestión de ellas. Como si su relación fuera privada desde que Lauren y Camila se separaran.

— ¿Debo suponer que lo que quieres es ver a mamá? -preguntó Lauren.

— No supones mal. -sonrió la castaña a la artista sentada junto a ella. — Le mandé a tu madre un regalo por el Día de la Madre que requiere la pericia de Luna para montarlo. -terminó crípticamente.

Lauren alzó una ceja, pero no preguntó. — ¿De cuánto tiempo estamos hablando?

— Estaba pensando sólo en el fin de semana. No quiero sacarte de tu trabajo demasiado tiempo. -Lauren rió ante el comentario.

— A ver, ¿tú crees que si voy contigo y con Luna, mamá nos dejará que nos vayamos en un fin de semana? ¿Qué dices si nos vamos mañana y volvemos el domingo?

— ¡Diría que sería genial!

El rostro de Luna echó un vistazo por la puerta.

— Estoy haciendo una ensalada de aguacate para la comida. ¿Alguien quiere?

Camila levantó su mano, asintiendo. Lauren simplemente levantó una ceja hacia la joven.

— Es una receta de mamá. -dijo Luna a la artista con exasperación.

— Oh, vale. Entonces cuenta conmigo... siempre y cuando uses la receta de tu madre... y que tu madre la haga.

— Crees que eres muy graciosa, ¿eh? -devolvió Luna. Camila rió ante las juguetonas bromas de las dos.

— Mamá, por favor, no te rías, eso sólo le dará más valor para reírse de mí. -Luna puso cara de póker.

— Vale, lo prometo. -respondió Camila, levantando su mano derecha. — Luna, ¿qué te parecería hacer un viaje a San Diego durante el resto de la semana? ¿Crees que podrás estar sin Val por un rato?

— Suena genial... ¿vamos a ver a la abuela? -Camila asintió sin mirar a Lauren. Se podía imaginar la mirada que la artista tendría en su rostro.

— Sí, suena genial, mamá. Vale, voy a preparar la comida, estará preparada en media hora. -dijo entrando de nuevo en la casa.

Camila finalmente alzó la mirada hacia la artista, mirando tras ella, y no pudo evitar reírse con fuerza ante la imagen de la cara de la mujer. Lauren tenía la apariencia de un hombre al que le hubieran dicho que era el padre perdido de un hijo de diecisiete años.

— Lo siento, Lern, debí decírtelo. Ya sabes cómo es tu madre, insistió en que Luna la llamara así y ya sabes lo persuasiva que puede ser. Debería haberlo comentado contigo primero.

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now