Parte 45

2.9K 215 12
                                    

El desayuno se convirtió en una lenta batalla con Camila y Luna usando todos sus poderes de persuasión de su arsenal para convencer a Lauren para que le diera un bocado al salmón. La artista finalmente aceptó, planteándose que las dos nunca la dejarían en paz hasta que no terminara por probar. Madre e hija asintieron y Lauren dio un pequeño mordisco al panecillo con crema de queso y tomate rematado con salmón.

Camila encontró que el rostro que puso Lauren no tenía precio. La artista parecía estar intentando masticar el pescado sin que tocara ni un ápice de su garganta.

— Oh, cariño, escúpelo. ¡No puedo verte torturándote! -rió Camila.

La comida fue devorada, se lo agradecieron a Luna, y las dos mujeres más mayores dejaron la mesa para hacer su trabajo matutino.

Camila apareció en el patio para estirar y preparar sus músculos para su rutina de Yoga. Luna se sentó en la mesa de la cocina, con el bloc de dibujo y los lápices en una mano, dibujando rápidos bocetos de las acciones de su madre. Cuando su madre se apoyó en sus talones, Luna supo que estaría en esa posición durante unos minutos, meditando o haciendo lo que fuera que hacía para introducirla en el estado de relajación y concentración.

Lauren tocó el hombro de Luna mientras pasaba por su lado y la joven sonrió a la artista. Antes de que tuvieran una posibilidad de hablar, Lauren salía por la puerta del patio y se arrodillaba silenciosamente detrás, a la derecha de Camila.

Era como si no hubiera pasado el tiempo mientras Camila sentía la familiar presencia tras ella sin necesidad de volverse y mirar. Le llevó algo más de tiempo de lo normal preparar su mente para comenzar el ejercicio. Tenía tantos pensamientos y sensaciones rondándole la cabeza sobre la mujer que tenía a su lado, que no estaba segura que fuera capaz de conseguir el principal nivel de relajación necesario.

Finalmente los movimientos comenzaron. Luna se sintió sobrecogida por la fluidez de los movimientos comunes. Las dos mujeres emanaban un poder y una gracia que desplegaban hacia el exterior como un remolino. Al principio Lauren tenía sus ojos abiertos, mirando a la pequeña mujer que estaba frente a ella. Finalmente ambas mujeres progresaron en su rutina hasta que sus ojos se cerraron mientras cada una de sus acciones se movían en perfecto balance a la par.

Luna se sentó allí, al otro lado del ventanal del patio, completamente paralizada ante la visión. Toda su vida había visto la rutina de su madre y encontraba que le parecía inconscientemente como si le faltara algo. En los últimos cinco meses había visto a la morena artista hacer la misma rutina mientras Luna seguía sintiendo que aún había algo incompleto en lo que veía.

Ahora, observando los suaves y metódicos movimientos de cada mujer, Luna sintió los recuerdos. Esta vez no fue algo fugaz, haciéndole pensar en ello como un sueño. Era una verdadera y física recolección de un tiempo pasado. Recordó los rayos de sol brillando a través de las puertas del patio, el sonido del océano al otro lado de la ventana, y las dos mujeres, moviéndose como lo hacían ahora; luz y oscuridad, las dos mitades de un todo. Mientras recordaba hipnotizada por la imagen que tenía ante ella, Luna finalmente sintió qué había estado perdida en una visión del pasado, y entendió por qué ella tenía esa sensación de falta cuando veía la escena. Sólo había una manera en la que su cerebro dibujaba ese ritual, y era como un dúo, no una sola.

* * * * *


¿Quieres venir conmigo esta noche? -preguntó Lauren, alisando las líneas de la escultura de madera con una lima.

Camila estaba sentada en un taburete en el estudio de arte mirando cómo trabajaba la artista. Lauren vestía una camiseta de mangas largas grades con las mangas remangadas hasta los codos. El corazón de Camila seguía latiendo con fuerza cuando miró los bronceados brazos de la artista, de músculos y tendones marcados y flexionados bajo su piel. La castaña escritora pensó que eran la cosa más sexy que hubiera visto nunca.

— Me encantaría, si no les importa a ninguna de las dos.

— Podemos preguntarle a Luna, ya sabes cómo me siento cuando vienes.

No tenían que admitirlo, sabía cómo se sentía la artista. Camila fue con Lauren a A.A durante años antes de que se separaran. La presencia de la escritora era siempre un reconfortante faro para la artista.

— Aquí, enciéndelo, voy a usar la lijadora. -Lauren se colocó una máscara de papel.

El crujido del motor se revolucionó y finalmente se redujo lentamente mientras Lauren pasaba sus manos sobre la nueva superficie de madera.

— Eso es tan increíble. -halagó Camila a la artista.

— ¿Quieres probar?

— Oh, no, Lern... lo destrozaría.

— Tonterías, es sólo un pedazo de madera, no puedes destrozarlo. Ven, puedes hacerlo conmigo.

Lauren sentó a Camila en el mismo taburete en el que ella estaba, suavemente, frente a ella. Lo primero con lo que supo que iba a tener problemas era con la sensación de la pequeña castaña mientras estuviera sentada entre las extendidas piernas de Lauren. Se pusieron las máscaras y Lauren mostró a Camila cómo sujetar la lijadora firmemente, cubriendo con sus manos las de Camila. Una vez la lijadora estuvo encendida y comenzó a rozar la superficie de la madera, Camila no pudo evitar centrarse en los musculosos antebrazos mientras la ayudaban a controlar la máquina.

Lauren estaba igualmente centrada, pero en los fuertes bíceps que se extendían mientras la pequeña mujer mantenía la lijadora. Camila llevaba un ajustado top de camuflaje y sus brazos y hombros estaban ligeramente cubiertos por una fina capa de polvo de madera. Lauren tenía una sonrisa en su rostro bajo la máscara, mirando a la escritora. Camila intentaba siempre cualquier cosa con el desenfrenado entusiasmo de una niña y ésta no era una excepción. Los ojos chocolate de la escritora parpadearon con excitación y cuando Lauren apagó la lijadora, y Camila volvió su rostro, la inocente mirada se volvió con un desbocado y cálido deseo por la artista.

* * * * *

Camila finalmente se encontró con el grupo de Lauren y Luna. A la pequeña escritora le gustó inmediatamente Natalie, la actitud sin tonterías de la mujer y su fresco sentido del humor. Como siempre después de la reunión, la gente se quedó hablando e intercambiando pareceres. Camila no pudo contar cuántas personas se acercaron a ella y le explicaron la hija tan genial que creían que era Luna. La pequeña castaña sabía la dura batalla que representaba una adicción. Vivió el primer año de Lauren y eso hizo que se sintiera aún más orgullosa de su hija.

Lauren se mantuvo a un lado hablando con una mujer de cabello caoba de sólo unos centímetros más alta que Camila. Cuando encontró los ojos de la artista, Lauren le indicó que se uniera a ellas.

— Camz, quiero presentarte a alguien. Ésta es Emily, la madre de Corey. -dijo Lauren, volviéndose a Emily mientras continuó: — Em, ésta es la madre de Luna, Camila.

Camila no tenía palabras que decirle a la mujer que tenía frente a ella. Se sentía destrozada y culpable al mismo tiempo. Lamentaba la pérdida de la joven, pero se sentía llena de remordimientos por tener todavía a su hija, limpia y recuperada. Camila hizo lo que querría que alguien hiciera por ella. Después del frío estrechamiento de manos que la mujer le ofreció, envolvió con sus brazos los hombros de la mujer y le murmuró al oído.

Lauren nunca supo qué le dijo Camila a la madre de Corey. Parecía un momento privado entre ambas madres, así que nunca preguntó. Las palabras susurradas rompieron un poco la apariencia de auto control de la mujer. Comenzó a llorar y Camila la llevó hacia un par de sillas que estaban fuera de la vista del resto del mundo. Las dos estuvieron sentadas allí hasta que todos se hubieran ido. Natalie se mantuvo con Lauren mientras miraban a las dos mujeres.

— Ella es increíble… -dijo Natalie, señalando a Camila.

Lauren miró a Camila aún sentada con Emily. La escritora actuaba con plena naturalidad a pesar de estar con alguien que acababa de conocer. Su centelleante sonrisa relució brillantemente y tomó la mano de Emily mientras hablaba con ella. Tiernamente quitó las lágrimas de las mejillas de la otra mujer. Camila era la imagen de la compasión y Lauren la adoró por ello.

— Sí, lo es. -respondió Lauren después de unos minutos de mirar a la pequeña castaña y su cariñosa actitud.

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now