Parte 47

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— Bien hecho, abuela... ¡sabía que lo conseguirías! -la voz de Luna se podía escuchar desde el estudio escaleras arriba.

Luna y Clara estaban secuestradas en el estudio. La joven estaba intentando darle unas instrucciones a la abuela sobre el ordenador e intentando traspasar años de desconocimiento informático en los pocos días que tenían para estar juntas. El día siguiente, se suponía, tendrían que irse y Luna se sentía algo triste. Le encantaba estar con la mujer mayor. Su manera de luchar para aprender algo de informática hacía sonreír a la joven.

Lauren y Camila estaban disfrutando del tiempo de no hacer absolutamente nada mientras estaban sentadas en la casa familiar. Había pasado demasiado tiempo desde que las mujeres se sentaran en aquella habitación para hablar de todo bajo el sol.

Luna apareció en la parte superior de las escaleras y les gritó a las dos mujeres de abajo:

— ¡La abuela ha mandado su primer e-mail! -dijo orgullosamente.

— ¿A quién? -preguntó Lauren frunciendo el ceño con preocupación mientras Camila le daba un golpecito suave en el brazo.

— A mí. -respondió Luna, volviendo al estudio.

— Ya lo puedo ver... -dijo Lauren a Camila mientras la castaña entraba en la cocina y volvía con más té helado. — Mi madre estará mandándome e-mails como una loca. ¡Tendré que escuchar ese maldito "tiene correo" cincuenta veces al día! -siseó.

Camila se rió y miró a la artista.

— ¿Crees que es divertido? Ya te cobraré, ya lo sabes... -Camila mantuvo la mirada de Lauren, completamente amenazadora, con una ceja arqueada y dio dos pequeños pasos hacia el sofá en el que estaba sentada la artista.

— ¿Oh, de verdad? -bromeó Camila, apoyando una rodilla en el sofá entre las piernas de la artista, arrodillándose a escasos centímetros del cuerpo de la mujer. — Y ¿qué te hace pensar que eres lo suficiente mujer para cogerme, como tú dices? -finalizó.

Hubo un completo silencio por lo que pareció una eternidad. Camila rápidamente se dio cuenta de con quien estaba hablando y cómo debía haber sonado lo que había dicho. También se dio cuenta de que mientras ella estaba acostumbrada a flirtear y jugar con insinuaciones sexuales, Lauren, definitivamente, no estaba acostumbrada a escucharlas de ella.

Mientras tanto, la columna vertebral de Lauren simplemente se convirtió en caliente y blanda mantequilla. El calor que sentía crecer de su propio cuerpo no podía compararse con el rápido sonido de su pulso en los oídos. El travieso brillo de los ojos de la escritora era tan burlonamente erótico que Lauren respiró profundamente antes de hablar.

— Camila... ¿quieres salir conmigo esta noche?

Camila estaba disfrutando de la sensación del poder sexual que tenía sobre su amiga. La artista tal vez no estuviera interesada de esa manera en ella, pero para ojos de Camila, era definitivamente humana. Los ojos de Lauren se transformaron suavemente en cristal y su blanca piel comenzó a ruborizarse lentamente.

— ¿Qué? -preguntó Camila sorprendida.

¡Mierda, Jauregui! ¿En qué demonios estás pensando? Ella es Camila, ¿recuerdas? -pensó Lauren.

— Yo, umm... bueno, recuerdo que fuiste mi cita cuando vinimos aquí juntas por primera vez. He pensado que tal vez podríamos... ya sabes, hacerlo de nuevo…


Oh, sí, mi amor... "hacerlo" contigo es exactamente con lo que sueño. -se dijo Camila a sí misma. — Vale, ¡despierta!

— Eso suena divertido, Lern.  -respondió Camila quitándose de encima y mirándola con ojos inocentes mientras Lauren parecía un poco más incómoda de lo que estaba mientras su vieja amiga estaba al rededor.


* * * * *




— ¿Estás segura de que no te importa, cariño? -preguntó Camila apoyándose sobre el hombro de su hija, mirando a la joven bocetar imágenes rápidas en su tableta gráfica que se materializaban en la pantalla del ordenador.

— ¿Qué? -preguntó Luna con tono distraído.

— Digo que me respondas a la pregunta.

— Oh, lo siento, mamá. -Luna se volvió, ofreciendo a su madre una rápida sonrisa.

— Sólo quería saber si no te importa si Lauren y yo salimos esta noche…

— ¡Dios, no...! ¡Salgan! -soltó la joven, dándose cuenta por el rostro de su madre que había sonado un poco demasiado entusiasta. — Me refiero a que podrías aprovechar un poco el tiempo. Estaré bien. Además es nuestra última noche aquí y la abuela y yo vamos a jugar al ordenador y a comer comida basura toda la noche, me lo prometió.

Camila sonrió ante la idea de su hija de lo que era una noche de diversión.




* * * * *




Lauren miró de nuevo a su reloj. Se apoyó contra el respaldo del sofá y bostezó.

¿Por qué cuanto mayor era Camila más tiempo necesitaba para prepararse? La artista se movió nerviosamente en su asiento. Vestía con algo más de estilo que en sus días de la universidad, pero nada la hacía sentir más cómoda como sus vaqueros y una camiseta. Se levantó y se alisó sus pantalones de cuero, subiéndose los puños de su blusa azul de seda. Apoyó su cabeza hacia atrás dejando escapar un nuevo bostezo, pero cometió el error de intentar exclamar a la vez y de pronto sintió que se quedaba sin aire.


Camila descendió por las escaleras; llevando todavía sus pendientes, parecía como si hubiera salido del set de una película. La pequeña castaña vestía un traje pantalón lila suave que finalizaba en un profundo escote. Tenía una chaqueta del mismo color por encima, con sus mangas como siempre las llevaba, remangadas hasta los codos. Era sabido que realmente no estaba intentando mostrar un aspecto fashion con la chaqueta, pero cuando tus brazos son un par de centímetros más cortos que el resto del mundo, es lo que haces. Llevaba unos altísimos tacones que Lauren no creyó que fueran muy cómodos, pero a los que la escritora parecía acostumbrada. Era algo desconcertante para la artista sin embargo. Estaba acostumbrada a bajar la mirada hacia Camila y los tacones ponían a la mujer más pequeña un poco más al nivel de Lauren de lo normal.

Lauren estaba segura de que podía sentir su corazón perdiéndose entre los latidos, mirando a su amiga mientras cruzaba la habitación y le daba a Luna un rápido abrazo.

— Cuando quieras, Lern. -dijo Camila con una sonrisa.

Lauren pensó en abrir la boca para decir algo inteligente, pero los únicos sonidos que parecía capaz de hacer hasta el momento eran pequeños quejidos. Le ofreció a Camila una débil sonrisa y abrió la puerta de la entrada, gritándose mentalmente: "Puedo controlarme... puedo controlarme... puedo controlarme... puedo controlarme... "

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang