Parte 39

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Camila se acomodó en el asiento reclinable, cerrando los ojos ligeramente mientras tomaba un sorbo de su té caliente. Después de que viajara en primera clase por primera vez hacía diez años, la escritora se juró no volver a viajar de otra forma. Después de tantos años de volar a diferentes partes del país, se puede imaginar que el miedo a volar no formaba ya parte de su repertorio. No es que sintiera pánico, pero nunca se había sentido completamente segura.

- Perdóneme. -dijo una voz al otro lado del pasillo suavemente. Camila alzó los ojos hacia una mujer de pelo rubio y ojos alegres.

- Sé que probablemente te lo preguntan mucho, pero ¿eres Camila Cabello? -Camila respondió con una brillante sonrisa que lo era, en cierto modo, su firma. Siendo realista, era la única forma que sabía sonreír. Sí, había escuchado esa pregunta durante años, pero secretamente nunca se cansaría de ello.

- Sí, soy yo. -replicó dulcemente. Dos horas más tarde las mujeres estaban sentadas mano a mano, discutiendo de todo, desde hijas hasta Mercer. Cuando la azafata anunció que aterrizarían en unos minutos, la desconocida estuvo tentada de darle su tarjeta a la escritora. Disfrutaba de la sonrisa de la mujer y su abierta personalidad. Había oído los rumores, pero siempre se había preguntado si serían verdad, ¿Camila Cabello era gay?. La rubia sonrió a la escritora y decidió esperar hasta que aterrizara el avión y ver si podía invitar a la mujer a comer, y más tarde, a algo más.


* * * * *


L

auren se movió de la pared y miró fijamente a los monitores de enfrente que mostraban la información de los vuelos. Miró su reloj y volvió a tomar su puesto vigilante en el muro. Cuando bajó la mirada, los verdes ojos de Luna le sonreían.

- Joder, Lolo, ¿segura que estás bien? -preguntó Luna con un gruñido.

- ¿Por qué? -inquirió Lauren.

- Bueno, parece como si te fuera a dar algo. -rió Luna.

-No te rías de mí, pequeña. El paseo andando a casa es muy largo. -dijo Lauren, levantando una ceja.

Luna rió de nuevo. Como su madre antes que ella, la conducta intimidante de la artista tenía poco efecto en la joven.

- No te preocupes, Lolo. Después de todo, es simplemente mamá... -dijo Luna con una mirada de comprensión.

- Lo sé. -Lauren le ofreció una media sonrisa. Se sentía incapaz de hacer que Luna comprendiera que estar con Camila era el problema.

Los pasajeros del vuelo de Chicago comenzaron a desembarcar del avión. Luna se movió hacia adelante, pero Lauren se quedó dónde estaba, sin moverse.

- Por qué no vas y, ya sabes, yo las espero aquí. -tartamudeó inusitadamente Lauren.

Luna sonrió ligeramente, sin adivinar lo mucho que este primer encuentro después de quince años significaba para la artista.

Luna vio a su madre al momento, incluso a pesar del pelo corto. Lauren se quedó atrás mientras madre e hija se sumergían en un lloroso y encantador encuentro.

- Oh, Dios, Luna, estás preciosa... -dijo Camila con lágrimas en los ojos. Abrazó fuertemente a su hija y la besó en la mejilla. - Tu pelo, ¡te queda genial! -dijo, pasando sus dedos por el pelo de la joven.

Camila observó a su hija y vio un resplandor en los verdes ojos de la joven que no había seis meses atrás. Sus verdes ojos destellaron brillantemente y compartió un abrazo con su madre que Camila había creído no volver sentir de nuevo.

- Estás preciosa, mamá. murmuró Luna orgullosa.

Camila simplemente miró fijamente en silencio a su hija por unos momentos. La escritora nunca pensó que llegaría el día en que su rebelde hija la miraría con algo que no fuera desprecio. Ahora, Camila escuchaba el orgullo en la voz de su niña y veía el cariño en sus ojos. Se prometió dedicar el resto de su vida en devolver ese regalo a Lauren. Con ese pensamiento la escritora sintió los nervios revoloteando en su estómago anticipando el ver a su vieja amiga.

- Luna, ¿dónde está Lauren?¿Ha venido contigo? -preguntó Camila. Luna asintió con la cabeza y dirigió sus ojos a la figura que comenzaba a andar hacia ellas.

Lauren no se había dado cuenta de que había estado aguantando la respiración hasta que el aire le golpeó los pulmones al ver la imagen de la pequeña castaña. Camila se veía absolutamente perfecta en aquellos pantalones blancos y la blusa negra bajo la blanca chaqueta de lino que tenía las mangas alzadas hasta los codos. Lauren se sorprendió aún más con el corte de pelo. Finalmente había hecho lo que había amenazado con hacer durante años. El corte casual, los suaves mechones de pelo castaño cayendo libremente sobre sus orejas y cerca de sus ojos hacían que la pequeña escritora pareciera más sexy que nunca a los ojos de Lauren.

Quince años de espera salieron a la luz mientras cada nervio del cuerpo de la artista se sentía como si le hubieran dado una fuerte sacudida con electricidad. Se derritió ante la vista mientras veía la risa de Camila y cómo sonreía a su hija y cuando vio volver los ojos de la mujer a donde ella estaba, no pudo parar la tonta sonrisa que estaba segura que había surgido en su rostro.

Camila miró hacia donde señalaba su hija y se hundió en la profundidad de la luz. Lauren estaba ofreciéndole esa media sonrisa que parecía reservar sólo para Camila, mientras se acercaba a ambas mujeres.

Luna dio un paso atrás mientras Lauren llegaba. Camila soltó la cintura de su hija y espero mientras Lauren se acercaba. Sin vacilar Camila deslizó sus brazos alrededor de la cintura de la artista y poniéndose de puntillas besó los labios de la artista. Se habían besado así antes, pero siempre había sido Lauren la que lo había iniciado. La artista fue sacudida cuando Camila estableció ese íntimo contacto. Camila sintió la calidez del abrazo de Lauren, y entonces se echó hacia atrás para mirar en los increíbles ojos de Lauren.

- Te ves genial, Stretch¹. -sonrió Camila. Lauren se agachó y dio otro apretón a los hombros de la pequeña mujer.

- Tan preciosa como siempre. -le susurró Lauren al oído.

Fue entonces cuando la rubia con la que Camila había estado charlando en el avión desembarcó. Si la mujer había imaginado tener alguna posibilidad con la pequeña autora de ojos marrones chocolate, todos esos pensamientos se desvanecieron cuando miró a la pequeña mujer mientras era bienvenida por otras dos mujeres. Fue la más alta de las dos mujeres morenas la que pilló los ojos de la rubia. La forma en que ambas miraron en los ojos de la otra, salpicado por el beso que habían compartido en medio del aeropuerto, hizo que la rubia se volviera con un gesto de arrepentimiento.

- Bueno, al menos sé que los rumores son verdad. -se dijo mientras se iba.

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now